¿Poesía?
El lenguaje de la imagen y la estética de las letras
Prólogo
No entiendo porqué encarcelas la palabra Poesía entre interrogantes. Acaso dudas de la belleza y melodía de tus palabras, o dudas acaso del concepto de Poesía: el trino de dos pájaros enamorados, el fluir del arroyo entre las piedras, el crepitar del fuego en invierno, las tímidas apariciones del sol entre las ramas de los árboles, la precipitación de las hojas en otoño,... el rubor de una mirada cruzada, la mirada de un sentimiento, el sentimiento desvelado,... eso es Poesía. Y Poesía es... tu AMISTAD. Se puede pedir más calor, música y color en una imagen como:
"envuelto en tu añoranza saboreo las mieles,
del otoño que me regala tu primavera"
Las fotografías son un regalo para los sentidos, particularmente me gustan los claroscuros: colosal lucha entre el bien y el mal, titánico esfuerzo de las almas nobles por no sucumbir a la oscuridad total. Para mi es un halago que me dediques parte de tus sentimientos, de tu tiempo, experiencia y sensibilidad; un oasis en el desierto de la producción, el materialismo, la dejadez, el conformismo...
En un nuevo intento de salir de ese abrazo mortal de la decadencia de sentimientos, te envío una poesía, creada un domingo por la tarde después del desasosiego producido por una noticia sobre la perdición de nuestra madre tierra, que a nadie parece afectar.
...Y LA TIERRA SE ENOJÓ
Madre
traicionada por sus retoños,
Genética
de destrucción,
Primacía
de opulencia y poder,
Canibalismo
incontrolado,
Petulante
ignorancia guiada al fracaso.
Y
la tierra se enojó...
Tremenda
explosión de la Fragua de Vulcano,
Que
todo lo quema,
Que
todo lo seca,
Laberinto
infernal de ocres cuarteados,
Ofuscación
de la vanidad humana.
Y
la tierra se enojó...
Y
el azul se hizo gris,
Y
la esperanza, recelo
Terrible
impacto del Tridente de Neptuno,
Que
todo lo cubre,
Que
todo lo inunda,
Torrentes
de Nereidas enfurecidas,
Cicatriz
abismal en la dominación humana.
Y
la tierra se enojó...
Y
el gris se hizo negro,
Y
el recelo, terror.
Titánico
aliento del Dios Eolo,
Que
todo lo asola,
Que
todo lo arrasa,
Catártica
galerna liberada a su antojo,
Intangible
ruina en la perpetuidad humana.
Y
el negro se desvaneció,
Y
el pánico, sosegó,
...
y todo en la tierra SILENCIÓ.
Carlos de Andrés
“La loca de la casa” (Teresa de Jesús)
CONTEMPLACIÓN
El
verbo se ha clausurado,
el
silencio se hace salmodia
y
el trino de los vencejos
interrumpe
la madrugada.
Resaca
de noches engolfadas
con
las mieles del amado,
droga
cotidiana de eunucos,
del
infierno escapados...
¡Qué
días preñados
de
sol y luna!.
¡De
muerte y vida,
embriaguez
y locura!
¡Qué
noches aladas,
colmadas
de angélicos aquelarres!
Fiestas
vividas en íntimas estancias,
preñadas
de inconfesables placeres,
las
divinas ausencias.
Bendita
incomunicación,
pórtico
y flagelo de mi vida,
lecho
mortuorio de mis sentidos.
No
me pidas regresar
de
esta locura...
Antes
de nacer o antes de morir,
me
atrapó.
En
un principio o al final.
Siempre
o nunca.
¡Déjame
que me abandone
Salmo a salmo.
Quiero
estar preso en la cárcel
eterna
de mi libertad...
AVE EN CELO
Te siento como animal en celo,
que va en busca de su presa.
Tus garras penetran en mi piel,
desgarro de sangre y fuego.
Embriagado por las ansias,
tu presencia me deja inmóvil y
amagado.
Esperando que mi cuerpo sea cubierto
por tu sombra,
ardo en deseos de volar junto a ti,
fundirme contigo en las alturas del
gozo y del placer.
Ya siento el dardo de tu pico, taladro
de fuego,
sobre mis entrañas.
Tus suaves plumas me acarician,
abriendo mil volcanes en mi ser.
Quiero que seas ave depredadora de mis
carnes.
Te espero al borde del cráter de mis
anhelos,
para que juntos, provoquemos la
erupción,
capaz de fundirnos en la lava del
deseo consumado.
Una tibia lluvia nos arropa,
en el atardecer maduro de nuestro
AMOR.
SALAMANCA
Nostalgia
de rondas y amores estudiantes,
hoy
he paseado tus piedras, Salamanca,
testigos
de vida asceta y mística,
cobijo
y nido de alondras orantes.
De
Luis, el fraile, Teresa, la mística,
esta
noche tus calles me hablaron.
Pétreas
palabras, sus glorias me cantaron,
en
salmodia melancólica oda.
Las
rocas amañadas por plateros,
con
arcadas formas, armónicas y sublimes,
ecos
de susurros y amoríos.
La
luna, entre sus sombras escondía,
la
niebla plateada del pensamiento
existencial
que Unamuno aún impartía.
DIFERENTE
Tu
ausencia hace más grande,
el
lugar que ocupas en mi corazón.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Envuelto
en tu añoranza saboreo las mieles,
del otoño que me regala tu primavera.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Fundido
en tus recuerdos evoco suaves momentos,
de nuestro presente eterno.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Fantasía
real o realidad efímera,
locura
de mi vida o verdad de mis sueños.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Tus
canciones se hacen agua,
inundando
como un torrente mis sentimientos.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Arropado
con tu desnudez cubriste mi desamor,
y encendiste en mi cuerpo el dardo de tu
pasión.
Por
eso tu amor es igual a los demás,
pero
diferente a todos.
Por
eso te amo...
AGONÍA
Añoranza
del pasado.
Nostalgia
de lo vivido.
Melancolía
de lo perdido.
Tristeza
de la ausencia.
Evocación
del amor.
Recuerdo
de la noche vacía.
Frustración
de oscuros espejismos.
Recuerdos
de la aurora.
Depresión
de lo inconfesable.
Sombras
de blancos crespones.
Angustia del futuro.
Asfixia
de la libertad.
Ahogo
de los sentidos.
Claustrofobia
de puertas abiertas.
Náuseas
de la vida.
Desánimo
por todo.
Ansiedad
por adelantar el ocaso.
EL JERGÓN DE MAÍZ
Colchón
de lana por un lecho
de
panochas de maíz,
amanecer
siempre mojado.
Evitaba pudrir las vedijas de borra,
el
vegetal secaba con más premura.
Rezaba
las tres avemarías
para
evitar despertar, una vez más,
en
el centro de un charco,
empapando
mi profundo sueño.
Las plegarias no me ayudaban
a evitar
sentirme, cada mañana,
el
niño más diferente
y
despreciable del mundo.
De mi pueblo,
de
mi familia, de mi madre...
El
retor moreno de mis calzoncillos,
testigo
de mis aterradoras miserias matutinas,
acercaba
a mi adolescencia,
desolación
en aquellos despertares.
Preñada
de temores,
la
maldita noche,
me
hundía en la desolación.
despreciando
la condición de mi sexo.
¿Porqué,
cada noche, debía traspasar
aquel túnel tan oscuro y profundo?
A
dieta de agua y melón, en la vigilia,
sin
jugar con un palo candescente,
haciendo
ochos y hondas al aire,
la pesadilla se hacía patente hasta ser
delatado.
Todavía martillean aquellas palabras,
anuncio
de insultos y castigos,
preludio
de la negra aurora:
¡No
juegues con eso que te vas a mear en la cama!
EL ESTUDIANTE ENAMORADO
La catedral sola,
llena mi alma de tu ausencia.
Ya no se funde tu imagen con el
templo.
Mi boca ansía silenciar,
mis gritos en tus labios.
Te busco en las tarimas del saber,
en el mirador de los enamorados.
Pero sólo encuentro, allá a lo lejos,
la dama de nuestros sueños.
Cuanto más lloro tu nombre,
más se vacía la ciudad.
La aurora y el ocaso,
Las estrellas me anuncian que
volverás...
Pero ¡Qué noche tan larga!
Mientras me arropo con tu desnudez,
me muero por regresarte.
EL VIGÍA DE IUNCARIA
Atalaya de pueblos y campos,
dama de oteros y colinas,
espejismo de roca,
erosión horadada por el tiempo.
Testigo fosilizado del Campillo y
de Maluque,
de chopos y maizales,
eterno mirador hacia el ocaso,
sombra del amanecer,
corona de cerros, festoneados por
el río.
Infanta de la Primavera, preñada
de cantueso y tomillo.
anciana bajo manto invernal de
carrascas y aliagas,
guardesa del barranco, solana
entre sotos y terreros.
Notario de aconteceres y
devenires:
De la Granja y sus eventos.
De lavanderas, pastores y
labriegos.
De Mohernando aprisco de novicios,
acólitos de Don Bosco.
De Alarilla, colmillo y muela,
pueblo de ilusiones aladas,
de vuelos de destino incierto.
Silenciosa y atenta observadora de
Iuncaria,
la villa de la magistral torre, tu
rival.
A la diestra de tu sitial,
yace la vetusta Hita, memoria de
arcipreste,
devaneos de Doña Cuaresma y Don
Carnal,
cómplices de aquel Jueves Lardero
iuncariense.
Sólo al lejano Ocejón, rindes
honores.
anciano de plateadas cimas,
que el Sol dibuja sobre la
meridional cordillera.
Tu cintura, plena de mancebos
anelos,
peregrinación de la aurora,
balcón de La Campiña enamorada.
Desde tu cima, cegada por la luz,
contemplas, eterna mira,
el tropezar del agua a tus pies,
salpicados de salmodia vespertina,
anuncio del atardecer,
cenefa sin fin del horizonte.
Ebria de melodías salvajes,
trinos de jaulines y abubillas,
cigarras, brillantes sonidos de luz,
nocturno salpicado de grillos,
desafíos del crepúsculo ardiente
del estío,
cobijo de la vida,
arrullo del amor.
OTOÑO
El fuego del amor,
efímero y fugaz,
en su huída, nos abandona
en el rescoldo del cariño.
Cuando la sensibilidad
no existe,
nos inunda la nada.
El vacío nos llena,
y el desamor atrapa nuestro corazón.
La sensibilidad aviva la belleza,
hace del amor una obra de arte.
Pero frágil, al fin...
ORTO Y OCASO
Llegaste a mi vida
como la salida del Sol,
tiempo de amanecer en mi ocaso.
Alba de mis sentidos,
claro del día,
antes de venir la luz.
Enajenación o locura,
pero más real
que cualquier fantasía.
Ruta del amor,
ánimo en la declinación,
esperanza en mi decadencia.
Crepúsculo de mi eterno
amanecer...
El Big Ban de la imagen
(Poema fotográfico)
Al principio existían las tinieblas,
la noche, la negritud.
La luz irrumpió en la retina del mundo
y nacieron las imágenes.
Sin la luz el imperio de la nada, se
cernía sobre las alturas y profundidades abismales.
La llegada de la luz anunció la
presencia del ser y su ausencia,
el no
ser de las cosas.
Blanco y negro de la percepción de la
existencia.
Los colores llegaron más tarde.
Cuando la mirada se asomó a la vida,
contempló la génesis de la existencia.
El Big Ban de la imagen, la magna
explosión, el gran parto, el fin de la
oscura preñez.
El hombre no se conformó con ver,
ansió mirar.
Y persiguió con su mirada la imagen,
hasta atraparla.
Cual cazador furtivo, no cejó hasta
hacerla suya.
Había que provocar su vanidad y
mostrarle un espejo, como la luna refleja su luz en el lago de la noche.
Y cual abeja engolfada en la miel,
fijó su figura, presa de su propia imagen.
Como un amante poseso, quiso repetir
el yo de su amada como espejo roto en infinitos pedazos.
“En el azogue del espejo familiar, la
imagen del niño quedará guardada para siempre en brazos de Narciso”.
Narciso enamorado de sí mismo, ansiará
contemplar su figura eternamente.
En aguas cristalinas y en cuerpos
opacos, traslúcidos y transparentes.
“El río en el que nadie se baña dos
veces, según Heráclito, está formado por todos los espejos en los que uno se ha
mirado a lo largo de la vida”.
La luz se deja acariciar,
arrullar, enamorar, cómplice de la libertad, siempre nos devuelve la verdad.
Los seres fecundados por la luz, nos
devuelven el mundo hecho imágenes.
Imágenes virtuales, tangibles a la
mirada.
Albergadas en memorias no siempre
humanas, pueden ser vistas y contempladas.
El Génesis de la fotografía es la
historia de la creación de la imagen.
Una historia de amor, de libertad y
también de trasgresión.
Ave en celo en pos de su presa.
El ser enamorado en busca de la
posesión del ser amando.
El cazador que no perdona consumar su
pasión.
Atrapando la luz en su cuarto oscuro
para henchirla.
La fotografía es buscar la complicidad
entre el Arco Iris y La Luna.
Una explosión de luz que irrumpe en un
caos, plenitud de tinieblas.
La historia de la fotografía es como
el río de Heráclito.
Nota:
Las frases entrecomilladas son de Manuel Vicent, de su trabajo Espejos.
MUERTE
Añoranza
del futuro.
Nostalgia
de lo no vivido.
Melancolía
del mañana.
Tristeza
de la alegría.
Evocación
del desamor.
Recuerdo
de mi final.
Depresión
eterna.
Sombras
del día.
Sonrisa
de la juventud fosilizada.
Soledad
de la compañía.
Aflicción
del alma en pena.
Ansiedad
por respirar.
Angustia
eterna…
“Pongamos que hablo
de un berciano…”
Las
agujas de tu catedral,
penetran
en el cielo de mis ilusiones.
Es
el candor de su eterna inocencia,
o
es profundidad de su luz abismal.
No
lo sé y tampoco me importa.
Manantial
inagotable de seducción,
armas
que me vencen y convencen.
Su
negritud mancha de blanco la nieve,
o
es fuerza que me embriaga.
No
lo sé y tampoco me importa.
Tus
haladas vidrieras,
lanzan
al cielo agresiones de belleza,
dardos
de libertad,
contaminación
de tu locura,
o
es enajenación que me contagia.
No
lo sé y tampoco me importa.
EL AMANTE LESBIANO
Me entregué a ti cual mujer,
como si de un hombre se tratara.
Embriagaste mi cuerpo
con el deseo de mis sentidos.
No supe si venías de allá arriba,
o habitabas en lo más hondo de mí.
Penetraste cual falo hambriento,
como si de una hembra se tratara.
Arropaste mi desnudez virginal,
cubriéndome con el manto de tu lujuria.
Saboreando como novicio,
las mieles prohibidas de lo místico.
Quebraste mi virginidad,
con las ansias de Príapo desbocado,
como si de un mancebo se tratara.
Con el fuego de mis carnes hambrientas,
nos abrasamos en un espasmo infinito.
Tú, me poseíste como hembra.
Yo, recibí tu recio cuerpo como macho.
Yo fui amante de Dafnis y tú de Cloe,
como si de pares se tratara.
Como eunucos escapados del cenobio,
preñados con el orgasmo de Eros,
nos engolfamos con el néctar de la pasión,
y el polen de lo impúdico.
Me entregué a ti cual hombre,
como si de un mujer se tratara.
El
Éxtasis de Santa Teresa es también conocido como la
Transverberación de Santa Teresa. Aquí podemos observar cómo se retrata la
imagen de Teresa de Ávila durante el don místico de la transverberación. La
transverberación es una experiencia mística que, según la iglesia católica,
ha sido descrito como un fenómeno en el cual la persona que logra una unión
íntima con Dios, siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural.
Lorenzo
Bernini representa este éxtasis místico en dicha transverberación que la
colmaba de dicha y amor. Este conjunto escultórico se conserva en la iglesia de
Santa María de la Victoria de Roma. Según está escrito en el Libro de la
Vida que la propia Santa escribió:
TRANSCRIPCIÓN
“Vi a un ángel cabe mí
hacia el lado izquierdo en forma corporal… No era grande, sino pequeño, hermoso
mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que
parece todos se abrasan… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin
del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el
corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía
las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan
grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad
que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se
contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual,
aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan
suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar
a quien pensare que miento… Los días que duraba esto andaba como embobada, no
quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor
gloria, que cuantas hayan tomado lo criado”.
Vida
de Santa Teresa, cap. XXIX
Libro conservado en la biblioteca del autor de ¿Poesía?
Versión PDFde ¿Poesía?
Fin de la colección de poemas e imágenes:
Letras y Sensaciones
Letras y Sensaciones

Retrato realizado por Rafael Sanz Lobato
PREMIO NACIONAL DE FOTOGRAFÍA 2011
PEDRO TARACENA GIL
Se considera amante de la escritura en prosa y un admirador de la poesía. A la hora de ponerse ante el teclado del ordenador, escribir se convierte en una necesidad imperiosa de contar lo que sucede en su entorno, ya sea a través de artículos o ensayos donde vierte sus opiniones y sus puntos de vista.
La lírica del verso es, como dirían los castizos, harina de otro costal. Cuando era adolescente se compró el libro de LOS 25000 MEJORES VERSOS DE LA LENGUA CASTELLANA que aún conserva. Allí descubrió lo que nuestros ancestros fueron capaces de escribir con sensibilidad y pasión; expresando sus emociones utilizando las palabras de nuestro propio idioma. Nos dejaron un legado gigantesco difícil de superar en otra lengua. A medida que iba avanzando sobre aquel mosaico de versos de toda métrica y rima, su respeto por los poetas españoles iba creciendo, y el temor a su incapacidad de escribir un simple pareado se consumaba en cada instante.
En un momento determinado su osadía llegó a pretender escribir un puñado de versos esparcidos por la pantalla del ordenador. Sin rima ni concierto y bajo el epitafio de ¿Poesía? A modo de partida de nacimiento confundida con la partida de defunción… Si las emociones pretendidamente atrapadas en estos versos, erizan la sensibilidad de quien los leyera, su autor daría por bien albergados sus versos y por mejor empleada su escritura.
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