Los muchos falsos debates sobre la energía nuclear y sus residuos
Por Isidoro Gracia
Exdiputado
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Se reabre polémica sobre el mal llamado cementerio nuclear, lo que vuelve a plantear otros temas: Centrales, costes, etc. y vuelven a plantearse sobre creencias en vez de datos.Empecemos por decir que casi todo el debate está plagado de falsedades muy evidentes.
Primero, el cementerio tiene como nombre oficial Almacén Temporal Centralizado (ATC), claro que, en contra de lo que el nombre quiere indicar, se trata de algo que puede durar unos pocos de miles de años, o sea temporal sí es pero para mucho, mucho tiempo, si la I + D asociada al proyecto no encuentra remedio. No quedan mejor parados los que se empeñan en calificarlo como “cementerio”, no solo no tiene nada que ver con enterrar nada allí, sino que lo que intenta es que si hay que enterrar algo, en algún otro sitio, sea la menor fracción posible.
Segundo, los opositores al ATC (y a cualquier otra solución de almacenamiento) son los más fervientes partidarios del abandono de la fuente nuclear como alternativa de producción energética, y claro ambas cosas no solo son incompatibles de origen sino que, en un exceso de realismo fantástico, intentan ignorar que muchos de los residuos de alta actividad y larga vida ya existen y algo habrá que hacer con ellos. Para hacer algo se estudian cuatro alternativas: reciclado, almacenamiento en superficie, enterramiento y transmutación (sí, el mismo proceso que intentaban los alquimistas medievales).
Tercero, y los opositores a cualquier ubicación de cualquier tipo siempre van a existir, en el argumento de las distancias a poblaciones, aves u otras especies, suelen ignorar un par de cosas, una, que todos los incidentes y accidentes graves se han producido en instalaciones de producción y no de almacenamiento, y dos, que cuando se han producido la distancia no ha evitado sufrir consecuencias. Supongamos, que es mucho suponer, que el ATC se instala en Galicia (lejos de la costa por la experiencia de Fukushima) y hay un accidente grave, pues es altamente probable que las verduras que se cultivan en Almería o Murcia se vean contaminadas en mayor o menor medida, como es sabido, aún cuando poco recordado verduras del Maresme catalán se retiraron de la comercialización afectadas por Chernobyl.
Cuarto, los que defienden que no se realice ningún tipo de transporte de residuos en los territorios próximos, en ocasiones con acciones bastante insensatas (todos hemos visto por Tv trenes y camiones que han tenido que ser protegidos incluso por el ejército) olvidan que de alguna forma se han tenido que llevar los residuos a las actuales 8 instalaciones activas en Europa. El mayor riesgo al que han estado sometidos los transportes han sido las acciones de ecologismos radicales transformados en religión.
Algunas conclusiones. Ninguna de las cuatro alternativas es absolutamente segura, todas tienen problemas por lo que más importante que el ATC, o cualquier otra instalación, va a ser lo que sea capaz de generar el Parque Tecnológico, previsto en el proyecto del ATC, y es casi seguro que la “buena solución” sea una mezcla de las cuatro. Entre tener 7 u 8 instalaciones provisionales dispersas por toda la geografía, y gestionadas por empresas en las que el beneficio y coste es una variable al menos tan importante como la seguridad, y una sola instalación de gestión y control público, yo me quedo con esta última opción.
Aún cuando los costes no son lo más importante, hay que recordar que no puede ser más barato seguir manteniendo el alquiler de instalaciones ajenas que tener unas propias, que además permitirán buscar soluciones algo más definitivas y mejores que almacenar por miles de años toneladas de residuos ya existentes y los que se generarán cuando se desmonten las centrales y otras instalaciones productoras de los del alta actividad y larga vida.
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