Exdiputado
Felipe VI
De por qué hoy no es posible un gobierno de izquierdas.
A la vista de los resultados del 20D y con los condicionantes constitucionales, complicado cualquier gobierno, imposible uno de izquierdas.
En el Tenorio tras el engaño a Doña Inés de Ulloa, Luís Mejías le dice a Juan Tenorio: “… con lo que habéis osado, imposible la haís dejado para vos y para mí”. Pues bien el electorado hablar ha hablado pero, quizá con cierto desconocimiento que ni los partidos, y aún menos los expertos analistas que pululan por televisiones, emisoras y papel escrito, se han molestado en disipar, de claridad de sus intenciones al emitir el voto poco o nada.
Empecemos por la ausencia de debate e información sobre el papel del Senado, del que si alguien ha dicho alguna cosa ha sido para predicar su escasa o nula importancia (incluso ha habido quien ha propuesto no votar senadores para protestar y, a juzgar por las cifras, bastantes votantes han seguido la propuesta) y siendo importantes los resultados del Congreso, la clave de lo que puede deparar el futuro de las decisiones de gobierno y de las modificaciones o novedades legislativas, está en los resultados del Senado.
Pues bien, se ha olvidado que el Senado tiene una capacidad de iniciativa legislativa igual que el Congreso. Que puede vetar las leyes y otras decisiones que el Congreso aprueba, lo que obliga a un proceso muy complejo que dura meses para desbloquearlas. Que sólo el Senado puede autorizar la utilización del articulo155 de la Constitución. Que es imprescindible su acuerdo para ratificar muchos Convenios internacionales, o los convenios de colaboración entre CCAA, o la distribución del Fondo de Compensación interterritorial (unos cuantos miles de millones de €) etc. y para muchos de esos temas hace falta mayoría absoluta y no vale la simple, por lo que la abstención no llega.
O sea que dada la mayoría absoluta (muy absoluta) del PP en el Senado, si en la actual situación, en el Congreso se consigue una coalición para cualquier iniciativa de izquierdas todas sus medidas, menos la investidura del Presidente de Gobierno, pueden ser vetadas. Esto es lo normal para la gestión el día a día, sin embargo si escuchamos las intenciones de modificación de la Constitución, nos metemos en un terreno más complejo.
Empecemos por una reforma de las fáciles, para empezar superados los tres quintos necesarios para que exista un proyecto de reforma, como mínimo y después de algunas idas y venidas, incluyendo comisiones paritarias conjuntas de Congreso y Senado, seguirán siendo necesarias la mayoría absoluta del Senado (134 senadores) y de dos tercios del Congreso (234 diputados), además de un referéndum con que lo pidan solo 35 diputados o 27 senadores.
Pero si hacemos caso a que lo que se propone como reforma es hacer la reforma que toca temas profundos, el procedimiento exige: A.- Contar con la aprobación de los dos tercios de las actuales Cámaras; B.- Disolver y hacer nuevas elecciones; C.- Volver a contar con los dos tercios de las nuevas; y D.- Referéndum obligatorio.
Un par de conclusiones. Cierto es que el pueblo ha hablado pero claro no ha dicho nada. Suponiendo que se consiga una mayoría de izquierdas, más nacionalistas, cualquier tema importante tendrá que contar con la voluntad de los ciudadanos conservadores, que han dado una minoría mayoritaria de derechas en el Congreso y absoluta en el Senado.
Pues bien, se ha olvidado que el Senado tiene una capacidad de iniciativa legislativa igual que el Congreso. Que puede vetar las leyes y otras decisiones que el Congreso aprueba, lo que obliga a un proceso muy complejo que dura meses para desbloquearlas. Que sólo el Senado puede autorizar la utilización del articulo155 de la Constitución. Que es imprescindible su acuerdo para ratificar muchos Convenios internacionales, o los convenios de colaboración entre CCAA, o la distribución del Fondo de Compensación interterritorial (unos cuantos miles de millones de €) etc. y para muchos de esos temas hace falta mayoría absoluta y no vale la simple, por lo que la abstención no llega.
O sea que dada la mayoría absoluta (muy absoluta) del PP en el Senado, si en la actual situación, en el Congreso se consigue una coalición para cualquier iniciativa de izquierdas todas sus medidas, menos la investidura del Presidente de Gobierno, pueden ser vetadas. Esto es lo normal para la gestión el día a día, sin embargo si escuchamos las intenciones de modificación de la Constitución, nos metemos en un terreno más complejo.
Empecemos por una reforma de las fáciles, para empezar superados los tres quintos necesarios para que exista un proyecto de reforma, como mínimo y después de algunas idas y venidas, incluyendo comisiones paritarias conjuntas de Congreso y Senado, seguirán siendo necesarias la mayoría absoluta del Senado (134 senadores) y de dos tercios del Congreso (234 diputados), además de un referéndum con que lo pidan solo 35 diputados o 27 senadores.
Pero si hacemos caso a que lo que se propone como reforma es hacer la reforma que toca temas profundos, el procedimiento exige: A.- Contar con la aprobación de los dos tercios de las actuales Cámaras; B.- Disolver y hacer nuevas elecciones; C.- Volver a contar con los dos tercios de las nuevas; y D.- Referéndum obligatorio.
Un par de conclusiones. Cierto es que el pueblo ha hablado pero claro no ha dicho nada. Suponiendo que se consiga una mayoría de izquierdas, más nacionalistas, cualquier tema importante tendrá que contar con la voluntad de los ciudadanos conservadores, que han dado una minoría mayoritaria de derechas en el Congreso y absoluta en el Senado.
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