Por Pedro Taracena Gil
"Nadie se baña en el río dos veces..."
El espectro resultante de
las elecciones generales en España, es analizado desde los primeros comicios abordado
desde diversos puntos de vista. Pero el electorado en no pocas ocasiones se
propone que los analistas, comentaristas políticos y tertulianos, como
vulgarmente se dice, no den ni una.
El tema vuelve a ser
candente frente a unos hipotéticos comicios dentro de los dos próximos años.
Después de cinco años de crisis sangrante, la corrupción política e
institucional generalizada, las expectativas presentan un escenario apasionante
para escuchar la voz del pueblo.
En primer lugar, podemos
contemplar el colectivo fiel a su ideología, al margen del comportamiento
corrupto de los políticos. Además de las sensibilidades nacionalistas o
soberanistas, en España hay dos bloques marcados por las consecuencias
históricas: La derecha franquista victoriosa de la Guerra Civil y protagonista
de la dictadura aglutinados en el Partido Popular, por un lado, y las izquierdas víctimas perdedoras del
enfrentamiento fratricida, por otra. Bien es verdad que a lo largo de la
historia esta aparente dicotomía ha perdido la hegemonía de antaño. Después de
la crisis y del estado de corrupción generalizada que disfrutamos en España, hay quien piensa que a pesar de ser víctima
sin distinción toda la ciudadanía, el español adicto a comprar La Razón, el ABC, El Mundo o El País, va a continuar
votando por ideología.
En segundo lugar, es preciso
analizar dos cuestiones previas: Los ciudadanos que no denunciamos la
corrupción nos convertimos en cómplices.
Y aquellos que votamos a los corruptos porque nos favorecen sus corruptelas o
por fidelidad ideológica, somos también corruptos. Cuando en un país como
España que se ha llegado a unas cotas dramáticas de corrupción, fraude fiscal y
economía sumergida, los electores alguna
responsabilidad tenemos. Más aún, cuando las políticas perversas emanadas de la
troica europea, han causado tantos y tantos crímenes en toda la población, y el
electorado vuelve a votar a los mismos políticos que nos han llevado a la ruina
nacional, algo o mucho huele a podrido en
reino de España.
En tercer lugar, como
reacción a tanto disparate criminal, han
formado en la calle el ágora de los indignados. Demagogia lo llaman los
responsables políticos. Pero antes de seguir es preciso reafirmar el contenido
del vocablo, crimen, con todos los
matices y sus acepciones que cada cual es libre de utilizar o no. Los
indignados, los desahuciados, los dependientes, los estudiantes, los enfermos,
los pensionistas, los inmigrantes, los parados, los funcionarios, los
científicos, los profesores, los médicos y enfermeros… todos estamos sufriendo recortes en los derechos
constitucionales. Todo es legal pero manifiestamente injusto, la desigualdad es
patente y los bancos, la patronal y la Iglesia están satisfechos con la
gobernanza del PP, confundiendo la democrática mayoría absoluta, con el poder
absolutista. Aunque su política es legal, su resultado es perverso e inmoral
para el conjunto de los ciudadanos. Es un crimen tipificado por la conciencia
ciudadana. Los crímenes también se cometen en tiempos de paz y los delitos
también se cometen contra la moral, aunque las leyes sean legales. Ahora es el
pueblo quien percibe dónde está el crimen. Al margen de la jerga jurídica. No
en balde la justicia emana del pueblo. Este
ágora aún no tiene forma política viable, pero es sin duda el sentir popular.
Después de estas tres
sensibilidades que de ninguna forma acreditan, que se vayan a materializar en
las urnas como expresión genuina de cada una de ellas, existe otra sensibilidad
que sería la mayoría indecisa. Se ha
venido hablando de la mayoría silenciosa, qua ahora es difícil de concretar
porque la calle es un hervidero de gritos, denuncias y rechazo. Pero he tenido
la oportunidad de debatir con uno de estos ciudadanos y me ha hecho ahondar en
este colectivo cuya reflexión es coherente y exhaustiva.
En este cuarto lugar está la
mayoría indecisa que lejos de ser el último colectivo a tener en cuenta, es uno
de los que tienen planteamientos con base positiva para analizar. La mayoría
indecisa, nada tiene que ver con los abstencionistas, los que votan en blanco o
aquellos que entregan el voto para que sea considerado como nulo. Los indecisos
se hacen un planteamiento de discusión permanente sobre qué ideología política
o que personas son las más idóneas para gobernar, en el aquí y ahora de España. Y este debate agota el tiempo hasta el
último instante. No se siente ligado a complejos ni prejuicios políticos y
religiosos, y tampoco guardan fidelidad ideológica permanente. Son versátiles y
su norte está en la Constitución. Su método consiste en cumplir las leyes,
garantes del Estado de Derecho. Los logros políticos corregirán los errores
cometidos. Para esta corriente de opinión los objetivos políticos se alcanzan
con el devenir antropológico, político y hasta filosófico del ser humano. Esta
corriente, salvando las distancias milenarias, tiene influencia del estoico
Heráclito: "Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río
y en el que se baña." La realidad entendida como proceso o cambio. Proceso mediante el cual algo se hace o llega a ser, a
consumarse. Para los indecisos las ideologías no deben ser dogmáticas, sino
pragmáticas.
Estas cuatro formas de
abordar las próximas elecciones en España, invitan a la reflexión seria y huir
de las quinielas de encuestas interesadas, periodismo ramplón y publicidad
engañosa.
Heráclito creo que dejó escrito en realidad: "nadie se baña dos veces en el mismo rio". Y por su parte Angel Gonzalez con su retranca poética nos dejó escrito "nadie se baña dos veces en el mismo rio, excepto los muy pobres".
ResponderEliminarTe envio un abrazo. Alfonso.