Las cosas por su nombre…
Por Pedro Taracena Gil
En
el caso de España el pensamiento político situado en la extrema derecha,
antagónico al comunismo más radical, es decir la extrema izquierda, no se puede
homologar con el extremismo de la derecha allende los pirineos o en el resto de
Europa. El extremismo hispano violento de signo derechista no tiene ninguna
relación ni con el movimiento neonazi y tampoco con el fascismo italiano. La
historia nos muestra como padre del
nazismo a Hitler y como el inductor del fascismo a Mussolini. En España, sin
embrago, el origen de la extrema derecha la tenemos en el franquismo. Francisco
Franco Bahamonde cuando lleva a cabo el golpe de estado contra la República,
legal y legítimamente establecida, se apoya en las fuerzas armadas y en la
derecha capitalista y caciquil, en la Iglesia y en Falange Española, versión
hispana del fascismo italiano fundada por José Antonio Primo de Rivera. Cuando Franco
obtiene la victoria después de tres años de enfrentamiento fratricida, implanta
un régimen despótico, es decir, una dictadura en base a los Principios del
Movimiento Nacional. Un régimen fascista con base en el nacionalcatolicismo y
el nacionalsindicalismo. Una dictadura homologable históricamente en lo
político con la ideología de la extrema derecha. Una vez muerto el dictador el
pueblo español se dotó de la Constitución
en el año 1978, que instauró el estado de derecho destruido por Franco en 1936.
No
obstante y al margen de la Constitución, los franquistas consensuaron con los
que vinieron de la clandestinidad o el exilio, el no condenar el franquismo y
sellaron un pacto no escrito donde quedaban impunes los crímenes del
franquismo. A esta etapa se le llamó la
Transición. Después de la muerte del dictador esta fórmula ha permitido al Rey
desde el primer día de su reinado, hacer apología del franquismo y a la derecha
española albergar en su seno a toda la gama del franquismo existente; haciendo compatibles
los valores constitucionales con el olvido de las víctimas y el recuerdo
permanente de los verdugos. El Rey en su primer discurso de la Corona hizo apología
de Franco, circunstancia histórica justificable, pero que aún no haya jurado la
Constitución y no propicie la condena del franquismo por respeto a sus
víctimas, muestra una conducta moralmente detestable y políticamente anti
democrática.
Los
símbolos que ostentaban los miembros del grupo de violentos que asaltaron los
locales de la Generalitat de Catalunya en Madrid, son símbolos franquistas,
falangistas y de fidelidad al yugo y las flechas. Es decir, los franquistas de
toda la vida, que si no hubieran tenido una actitud violenta, nadie y el Partido
Popular y su Gobierno menos, les hubiera llamado la atención. Porque los
franquistas gozan de muy buena salud política. Los franquistas son los que
ahora nos gobiernan. La mal llamada Transacción modélica es un pacto tan
perverso y envenenado que salvo honrosas minorías de la izquierda, nadie
incluyendo los medios de comunicación se atreve a llamar las cosas por su nombre. Estos bárbaros son los franquistas,
versión fascista de cuño español. El yugo y las flechas que presidía el salvaje
asalto a la sede catalana, es el mismo escudo que Manuel Fraga Iribarne
ostentaba en su pecho con orgullo hasta que le entregó el cetro del fascismo a
Josemari Aznar y éste a Rajoy; manteniendo una copia de este cetro testigo,
toda la derecha española. Podemos incluir sin reparos en esta grey y con todos
los honores a la Iglesia, los banqueros, los empresarios y toda la pléyade de
franquistas peperos o peperos franquistas, que tanto monta tanto monta. Llamarse
con el nombre de su fundador debería ser tan honorable como para los jesuitas
que pertenecer a la Compañía de Jesús; estando muy orgullosos de San Ignacio de
Loyola, su fundador. Pero hay un pacto tácito que nadie se atreve a llamar las
cosas por su nombre. La derecha española en su viaje eterno hacia el
centro, aún no ha salido del extremo situado en la más rancia de las derechas.
Están gobernando al margen de la Constitución administrando su mayoría absoluta
como si de un poder absolutista se tratara. La apología del genocidio franquista
no es delito porque así lo han querido los que sellaron el pacto de la Santa
Transición.
La mordaza colocada al pueblo español ante la Memoria Histórica, es
un crimen, sí una crimen porque se hace cómplice de los delitos de lesa humanidad.
Por el contrario los mismos responsables de esta ignominia, han decretado que
la Constitución española sea un credo
cuyos administradores de su infalibilidad sean los dos grandes partidos ostentando ambos
la mayor de las corrupciones que se han dado en la España democrática. Sin embargo
socialistas y populares consideran que la Constitución es un conjunto de artículos de fe, según les conviene.
Evocan la unidad española como una herencia franquista y cambian la Constitución
con nocturnidad y alevosía según el dictado de las políticas criminales de la
Unión Europea. Que nadie se rasgue las vestiduras porque llamemos las cosa por su nombre. En España todas
las manifestaciones pacíficas o violentas que ostenten los símbolos de Falange Española
o del Movimiento Nacional, han hundido sus raíces en el franquismo. Mientras el
Rey y el pacto de la Transición no condenen el franquismo y añadan a la
Constitución que la apología del franquismo es un delito, el franquismo seguirá
instalado en nuestra querida España.
Los franqusitas están en el poder.
ResponderEliminarNunca condenarán al franquismo.
La apología del franquismo no es delito porque el Rey de España es el primer franquista.
Los socialistas y los nacionalistas tampoco les interesa denunciar la farsa de la Transición.
La oposición al franquismo entregaron en la Transición sus "derechos de primogenitura por un plato de lentejas".
Ahora han perdido el tren de la historia...