Por Pedro Taracena
¿Villa y Corte o la Capital del Reino? La
monarquía española iba a ser moderna donde el rey reina pero no gobierna, tampoco
tendría cortesanos y los caciques se perdían en las épocas borbónicas más ancestrales.
Durante todo este tiempo ha habido en España un culto a la persona inviolable del Rey, entre adulador y
oscurantista. Nadie se ha atrevido a formular la más mínima crítica, como si todos los españoles hubiéramos sido monárquicos de toda la vida. Esta falsedad se cubría con el eufemismo de que en realidad éramos “juancarlistas”,
en agradecimiento, infundado en mi opinión, por habernos salvado de los militares y civiles golpistas.
Si bien es verdad que en Madrid no se había constituido una corte formalmente, el monarca
siempre tuvo sus “amistades”. Con el tiempo hemos ido observando que el Rey de
España no era un hombre de libros y que la cultura y las
disciplinas aconsejables para un jefe
del estado, estuvieron siempre ausentes. Vamos, que su cultura nunca estuvo a
la altura de su categoría. No obstante, los aduladores, la
opacidad y aquellos que estaban interesados en tapar los defectos reales, lo
hacían porque habían aceptado la monarquía como un mal
menor, frente a la eterna amenaza involucionista.
No se ha conocido que se relacionara con
la cultura y la intelectualidad, fuera de los actos oficiales, donde leía parcamente el discurso correspondiente. Pero sí se filtraba que el Rey disfrutaba de cierto
prestigio y hermandad, entre monarcas de dudosa vocación democrática en el exterior, y en el interior, sus colaboradores más o menos cercanos no eran los más idóneos. No obstante
se le han atribuido logros conseguidos por su intermediación
a favor de empresarios españoles, donde la acción del Gobierno parecía menos
eficaz. El
pueblo ha percibido que el último de los
Borbones, es uno más en la dinastía.
Seguidor
de su padre que fue cómplice del golpe
de estado que derribó la República. Volviendo a la corte y empezando por el primer
jefe de la Casa Real, así como personajes extranjeros sin ningún
prestigio y personajes del interior que nunca se desligaron del
franquismo, hasta los Duques
de Palma, han constituido la “corte” que da nombre a la Villa de Madrid. Una
corte en la sombra o como poco en la penumbra.
Fotos de la transparencia: Pedro Taracena
Fotos de la transparencia: Pedro Taracena
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