Pedro Taracena
Alberto García Álix
La
llamada movida se da en Madrid,
ciudad que expresa las mil y una formas de libertad, como consecuencia de su
recién estrenada municipalidad democrática, progresista, intelectual y de
izquierdas. Ayuntamiento tolerante, osado e imprudente, propiciador de toda
expresión lúdica, cultural y artística; rompiendo el paradigma de los años
setenta; administrador de los restos de la dictadura; generador del paso hacia
la democracia. La Movida de los años 80, fue una transgresión hecha contra la
estética y la cultura lúdicas; consideradas hasta entonces inamovibles y
políticamente correctas. Libre, espontánea, popular y contagiosa. Ya nada era
lo que parecía. Lo sucio, lo cutre, lo feo, lo esperpéntico, lo desagradable…
tomaba parte de un mismo lenguaje con infinidad de formas de expresarse. La
Movida nadie la pensó. Su final supuso un suicidio colectivo, casi vegetativo.
Sólo la ausencia de otra movida,
permitió la supervivencia de sus protagonistas más significativos. Algunos
permanecieron hasta hoy, como notarios que dan fe de lo que sucedió. De forma
inconsciente, la Movida, quizás, fue la gran explosión de rebeldía contra la
noción de cultura establecida, heredada de movimiento
nacional. No hay duda que se constituyó como el primer hito lúdico, más que
cultural, dentro del Madrid democrático y sobre todo invadiendo todos los
rincones de la noche. Exageraban aquellos que llegaron a decir que fue: “la
explosión de una generación creativa de todas las artes”. Pero, sin embargo, se
acercan más a la realidad quienes opinaban que: “La Movida no era que los
jóvenes se divertían después de la muerta de Franco”. Es verdad que no fue un movimiento
intelectual ni político. Su principal impulso era la transgresión y esto les llevó a inventar la noche madrileña.
Siempre de la mano de lo informal. La Movida tampoco representaba una actitud
bohemia de la vida. Más bien era una expresión de lo burgués. Una clase media
incipiente y aspirante a configurar la base social del futuro, que deseaba huir
de posiciones de estética conservadora. Una nueva forma de relacionarse y de salir de marcha.
Miguel Trillo
Lejos
de ser una élite, se nutría de una base social que sólo deseaba evadirse y
pasar el fin de semana y las noches de la capital; viviendo la nueva aventura
de la libertad y la espontaneidad. Fue un fenómeno que su lógica está en el
binomio acción-reacción. Desaparece la represión y la censura sobre toda
manifestación y surge la movida, el destape y la complicidad colectiva; dando
rienda suelta a su creatividad. Sobre la evaluación objetiva de sus valores
culturales, estéticos o éticos, es difícil pronunciarse. La ruptura con los
valores estéticos impuestos por la dictadura, fueron reemplazados por otros
estilos no exentos de críticas. No obstante de aquella movida, entre otros, han llegado hasta la actualidad,
primeras décadas del siglo XXI, el cine de Almodóvar y dos creadores que han
obtenido el Premio Nacional de Fotografía, Ouka Leele y Alberto García-Álix.
Fue un torbellino de manifestaciones. Todas
ellas tuvieron un denominador común, la imagen y la estética; ruptura con todo
lo que pudiera recordar la represión, la imposición y la censura, es decir, todo
aquello que se identificara con lo retro,
lo carca, sin olvidarse de lo facha o el ser estrechos. Manifestaciones mostrando su desnudez en protesta contra
cualquier aspecto de la vida social. La
sexualidad buscaba su natural lugar en todos los modos de expresión. Formas de vestirse, marcando lo exagerado y
cromático. Se tomaban las calles, plazas y terrazas y todo tipo de local alternativo para llevar a cabo la
exhibición más contestataria. La Movida se abría camino a través de la música.
Canta-autores, solistas y conjuntos, donde las letras de las canciones, iban
marcando en qué consistía aquella forma nueva de expresarse y divertirse.
Aunque no se puede considerar como un movimiento propiamente intelectual,
algunos poetas, creadores, estilistas, periodistas y escritores, se sumaron al
ambiente, aportando su originalidad y en no pocas ocasiones su provocación y
excentricidades.
Pedro Almodóvar
La fotografía irrumpió de forma estridente, provocativa y al
límite de la estética y la cutrez.
También los artistas de la imagen plasmaron el transformismo como expresión de
libertad y de transgresión. Donde la creatividad era cómplice de la
espontaneidad y la frescura. Lo especial ya no era lo establecido o académico,
sino aquello que de forma genuina se creaba en las gélidas o bochornosas noches
de Madrid con tendencias de libertad. La Movida, también, fue capaz de integrar el
nuevo cine disparatado, aunque realista
y poco ortodoxo. Se sacralizaba la frivolidad y el optimismo. El
atrevimiento superaba la raya de lo admitido, pero la tolerancia era cómplice
de todo lo alternativo, donde la decadencia era maravillosa y casi todo era
válido… La Movida madrileña escapó a cualquier escala de valores que la
atrapara en prejuicios que pretendía abolir. Como expresión de libertad, la
sensualidad y sexualidad, se manifestaron en todas sus formas sin pretensiones
concebidas a priori. Fue una explosión de libre expresión sobre todo lúdica,
que tampoco pretendía implantar un nuevo orden al margen de los cauces de la
evolución de la Transición. No tuvo tintes políticos. La Movida fue la
consecuencia de salir de marcha. El
fin de semana y en no pocas ocasiones durante el resto de los días, era el
tiempo donde lo lúdico tenía una nueva oportunidad de vivir la libertad. Y los
lugares de encuentro se convertían en templos de diversión, donde cada cual era
cada noche más… No se sabe exactamente, si más libre, más trasgresor, más artista
o algo que nunca había llegado a llegar a ser.
La Movida era una proposición de sentirse libre como jamás lo habíamos
sido. Escapa a cualquier consideración sobre los objetivos que consiguió, y si
alguna vez se planteó alguna meta. Es vedad que se movía impulsada por su
propia fuerza centrípeta. En ese girar estrepitoso y extravagante, se dejó
acompañar de la droga, el alcohol y de hábitos estimulantes de diversa índole.
Cada cual voló a sus propios paraísos
perdidos o tierras prometidas…
Cada cual vivió su propia movida. De
otro modo no hubiera sido una movida
lúdica. La Movida se consumió cada noche y se agotaba con ella, pero no la
esperanza del día siguiente. Y como toda experiencia en libertad, cada cual
hizo su propio balance. No sería sensato
que alguien se le ocurriera encorsetarla en un análisis crítico para sacar no
se sabe qué conclusiones. La Movida fue hija de la libertad y de la tolerancia,
nacida en una ciudad ávida de alegría. Y tuvo que inventarla. Unos llegaron a
donde iban y otros todavía no han encontrado el camino…
Decadencia de La Movida Madrileña
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