Por Pedro Taracena Gil
La hecatombe de los refugiados ante
sus atónitos ojos, y las actitudes criminales de los políticos de los estados
de la Unión Europea, deslegitiman cualquier reclamación de incumplimiento de
los compromisos contraídos por sus miembros de cualquier naturaleza. Sí,
crímenes legales pero crímenes a la postre.
Por si estos problemas que
acucian a Europa en sus fronteras no fueran preocupantes, hay que añadir el
hundimiento moral y legítimo del nefasto sistema económico mundial globalizado.
La miseria para el pueblo y las riquezas para los ladrones criminales que
protegen sus caudales en paraísos fiscales. Auténticas cuevas de Alí Babá del
latrocinio mundial. Red mafiosa globalizada donde con el pretexto de la seguridad
jurídica favorable a las sociedades mercantiles, se negocia cambiando soberanía
nacional y democracia por libertad de mercado, al margen de los estados.
Autentico crimen legal organizado.
Con estas dos premisas podemos
tratar de constatar que España se ha constituido en la sociedad del crimen
organizado, las mafias proliferan compitiendo en corrupción económica y
política, acaparando todos los delitos tipificados en nuestras leyes vigentes.
Además ya podemos asegurar que nuestros delincuentes de guante blanco están
globalizados. Disfrutamos de un Gobierno que soporta, por acción u omisión, la
mayor presunción de culpabilidad de la historia. Los dos grandes partidos
compiten en corrupción política y económica. La prensa ha sido cómplice
necesario por omisión de los casos similares
a los clanes de Jordi Pujol, Ruíz Mateos y Mario Conde. El cinismo del
Gobierno llega al colmo de la hipocresía, cuando asevera que, de los 47
millones de españoles, solamente una pequeña parte está corrompida, y como
consecuencia la corrupción política supone una manzana podrida en la cesta de
los partidos.
La situación social española es
crítica pero con perspectiva de avanzar. Es imperativo escuchar la voz de las
urnas que muestra la lógica del espectro político en el actual Congreso de los
Diputados. Han sido los ciudadanos los que han dicho ¡No! al Partido Popular.
¡No! al pacto PSOE-CIUDADANOS por dos veces, y sin embargo ese “no” se puede
convertir en ¡Sí! para una alternativa de progreso donde las izquierdas, todas,
estarían apoyadas por las opciones nacionalistas, aunque no les guste a los
barones del PSOE. Los dogmas del franquismo de que España es: UNA GRANDE Y
LIBRE, y que España es una única NACIÓN, suponen una quimera, o si se prefiere
una mentira, una falacia plasmada en la Constitución de 1978. España ha sido una
nación de naciones y será una nación de naciones, legal y legítimamente constituida.
Basta de vivir en la mentira.
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