LA VOZ DE IÑAKI GABILONDO
1. El rey, con sus
palabras, se jugó ayer noche la corona. Hasta ayer se la estaba jugando
con su silencio.
2. El jefe del Estado tenía que intervenir, era imposible
que no lo hiciera cuando estamos a punto de asistir a la declaración de
independencia de Cataluña.
3. El contenido del discurso no podía ser otro que el de la
rotunda defensa de la Constitución y la denuncia de quienes la habían
desafiado, denuncia por cierto en términos durísimos.
4. Punto central de discurso, clave para la futura evolución
de los acontecimientos. El rey aseguro que las autoridades del Estado
restablecerán el orden constitucional, una afirmación que no era ni un
pronóstico, ni la expresión de un deseo, era de hecho una orden a esas
autoridades del Estado. ¿Cómo se va a sustanciar? ¿Con qué medidas? ¿Con qué
medios?
5. Felipe VI tuvo ayer su 23-F con una diferencia de
importancia trascendental. El 23-F las palabras del Rey Juan Carlos frenaron el
golpe, las de Felipe VI no detendrán la revuelta, tal vez lo contrario. Y
son cientos de miles con la irritación a flor de piel.
6. La locución del rey provocó sin duda una reacción muy
favorable en grandes sectores ciudadanos que necesitaban oír palabras de
esa contundencia, principalmente entre los catalanes no independentistas. A
cambio, se cierra otras puertas en Cataluña, tal vez para siempre. Ante la
extrema gravedad de la situación la corona sacrificó ayer uno de sus principales
atributos: su capacidad arbitral.
7. La intervención del rey, in extremis, apunto de
sonar la campana de la secesión de Cataluña, constituye el acta notarial y
el colosal fracaso del Gobierno y de todos los partidos nacionales, que
mientras los independentistas sumaban sus fuerzas, han sido incapaces de hallar
un mínimo punto común para enfrentarlo políticamente y para unir a los
ciudadanos españoles. Rajoy, pero también Sánchez, Iglesias y Rivera; el
PP, pero también el PSOE, Podemos y Ciudadanos, son responsables -en muy
distinto grado, desde luego-de no haber construido en años ni una base de
entendimiento desde la que frenar el crescendo soberanista, y dar
alguna salida al conflicto cuando aún era posible. Su incompetencia
histórica ha facilitado el independentismo, el camino hacia su objetivo, y ha
empujado al Jefe del Estado al borde del abismo al que ayer se asomó. Los
próximos capítulos de esta historia son un enigma, y dan miedo.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA
22 de Julio de 2010
LA OTRA ESPAÑA
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