Por Pedro Taracena Gil
La Piedad
Sí, vencedores y vencidos, como al
final de la Guerra Civil, como durante la dictadura y como en la democracia
constitucional. De esta manera el pueblo español se aleja cada vez más de su propia reconciliación. Las
consecuencias de una ley del franquismo, han puesto en tela de juicio una
sentencia del mismísimo Tribunal de
los Derechos Humanos de Estrasburgo. El Gobierno democrático ha
manifestado de forma clara y rotunda que está más de acuerdo con
la doctrina Parot, que suponía un parche chapuza a una ley de la
dictadura, que con una sentencia del máximo tribunal europeo que
interpreta nada más y nada menos, que la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948.
Es muy difícil encontrar en
el mundo civilizado, donde incluyo a Europa y excluyo en asuntos de Justicia
Universal a EEUU, que un jefe de gobierno declare que esta sentencia unánime del Tribunal
de los Derechos Humanos de Estrasburgo, sea “injusta y equivocada”. No obstante es
coherente con la trayectoria de Rajoy y sus orígenes. No podemos
negar históricamente que El Partido Popular fue fundado en el seno del franquismo
por un insigne franquista (falangista), Manuel Fraga Iribarne. Este baluarte del
franquismo (nacionalcatolicismo) formó una de las asociaciones políticas; esperpento
autorizado por el Caudillo de España que lo fue por la Gracia de
Dios.
En tiempos de la democracia esta asociación política que se
denominó
Alianza Popular, por obra y gracia de la conversión de los franquistas
a la democracia, se trasformó en un partido político, como Dios
manda, que dijera el actual inquilino de la Moncloa. Para homologarse con los
nuevos tiempos se cambió el nombre por el de Partido Popular. Pero su ideología siguió anclada en el franquismo.
Después de Fraga vino Aznar y después Rajoy. Todos, fieles lacayos del dictador
Franco y Generalísmo de los Ejércitos Tierra, Mar y Aire. Tomaron
parte en la elaboración de la Constitución Española pero jamás condenaron ni
condenarán la dictadura y el genocidio franquista. Este planteamiento es demagógico a ojos de
quienes crearon la gran farsa de la Transición con dos objetivos: dejar impunes
los crímenes del franquismo y fosilizar el espíritu
constitucional.
Cuando los Padres de la Constitución creyeron con
toda ausencia de ingenuidad y buena voluntad, que las heridas de las dos Españas estaban
cerradas, surgió el terrorismo de ETA; sembrando al pánico, la muerte y
el sufrimiento en España y fuera de España. No me permito adjudicar de
forma prematura la victoria, ni al Estado ni a la organización terrorista,
mientras no se firme un armisticio y su control sea fehaciente. Aunque no se
trate de dos ejércitos en contienda, la realidad nos dice que ha sido una
guerra larvada y en ocasiones sucia.
La frase "Justicia para un final con
vencedores y vencidos" no puede huir más de la reconciliación entre los españoles. Otra oportunidad
perdida para ganar la auténtica paz que es algo más que solamente
ausencia de violencia. Desde el 18 de julio de 1936 las dos Españas siguen
enfrentadas. La España católica y de derechas obtuvo la victoria
sobre la España republicana y de izquierdas. Hubo “vencedores y vencidos” pero no
hubo justicia, porque no hay guerra justa. Los “vencedores” capitaneados por el
invicto Caudillo impusieron a los “vencidos” una dictadura sanguinaria que
gobernó España como si de un botín de guerra se tratara. Tampoco hubo
justicia, más aún, imperó la tiranía y el despotismo, sin restaurar
el Estado de Derecho hasta la Constitución de 1978.
Situados en 2013 podemos constatar que las
dos Españas siguen enfrentadas, no por un nuevo conflicto,
sino por las secuelas del conflicto original. Si no se hubiera derribado la República la España actual sería otra y otro su
peso específico en Europa.
No es para enorgullecernos porque en el siglo XXI una España enarbole la pancarta de: "Justicia para un
final con vencedores y vencidos". La palabra justicia colocada como premisa
para sentenciar quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos, está llena de odio, revanchismo y venganza. Porque los
tribunales de justicia españoles que emanan
de un Estado de Derecho ya han impartido Justicia. Ha sido una ley que imperaba
cuando España no era un
Estado de Derecho, la causante de que bajo una interpretación a conveniencia del Gobierno de turno, el Tribunal
de los Derechos Humanos de Estrasburgo haya dictado una sentencia conforme a
los acuerdos firmados por España. ¿A quien señala el eslogan de la pancarta como vencedores y a
quienes como vencidos? Que cada cual que se coloque en la trinchera que más
le convenga..
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