En España se disfruta de un Estado de Derecho legítimo y de una Constitución acorde con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero también es cierto que las personas que interpretan sus preceptos y legislan conforme a sus valores, vienen del sedimento cultural, religioso, social y político, que dejó la dictadura del nacionalcatolicismo. Deberán pasar varias generaciones hasta que un juez de cualquier naturaleza, dicte sentencias y siente jurisprudencia, como si Dios no existiera.
EL ABORTO Y LA ABLACIÓN
El aborto y la ablación, comparación gratuita.
Jueces del Tribunal Constitucional
afianzan sus sentencias con argumentos que no son jurídicos. No es
necesario ser un experto en Derecho para saber que estos jueces están bajo la influencia
de aspectos ajenos a un Estado laico. Equiparar el aborto con la ablación del clítoris, les hace
acreedores de una merecida falta de confianza y de respeto. Sólo se justifican
estos argumentos cuando se analiza su arraigo, su procedencia. Todavía hay jueces que
mentalmente pertenecen a la época franquista. Donde el Derecho Canónigo era ley
civil, y la religión marcaba, más aún, imponía la conducta a
seguir por la sociedad española. El respeto que los Jueces del Alto
Tribunal y los miembros del Consejo Superior del Poder Judicial, no es algo que
se les otorga sin merecerlo. A medida que pasa el tiempo se confirma que la
Transición no trajo la reconciliación entre los españoles y que la
letra de la Constitución, por sí misma, no es el bálsamo que todo lo
cura. Ciertas conductas de no escasos jueces, están lejos de ser el
reflejo del espíritu de nuestra Carta Magna. La interrupción voluntaria del
embarazo es un derecho de la mujer. La ablación es un crimen
execrable contra su dignidad. La mutilación física atenta
contra la libertad y el derecho a su realización sexual. Además es la expresión más vil del
machismo salvaje, es víctima de esta agresión porque a la
mujer se le considera propiedad exclusiva del hombre, aunque es una mujer quien
comete el crimen, lo realiza por un
mandato ancestral del patriarcado. Parece increíble que un
magistrado utilice estos dos hechos, pero la raíz está en la influencia
moral y religiosa. El derecho que se protege prohibiendo la ablación, es la libertad
sexual de la mujer, ajeno a la procreación. Pero la ablación garantiza el
placer y la propiedad sexual al hombre y además, no evita
la procreación. La ablación no afecta a la moral tradicional
católica. El ejemplo lo tenemos en la inmaculada concepción de María, virgen y madre,
sin intervención de varón alguno. En el caso del aborto, el juez piensa en
proteger la vida y reinterpreta, influenciado por causas jurídicas ajenas, que
la vida en abstracto a proteger está por encima de la decisión de la mujer. Su
conciencia moral, no jurídica, le lleva a evitar a toda costa la mayor
cantidad de abortos posibles, porque la interrupción voluntaria del
embarazo, es un hecho malo en sí. Es verdad que estos jueces
pertenecen al tejido social de la España actual y son correa de transmisión de los partidos
que aún piensan como ellos. En nombre de la Constitución, los jueces
deberían evitar argumentar sus votos particulares y sus sentencias con
afirmaciones ex cátedra, que son agresivas para los que no pensamos
como ellos. Pedro Taracena Gil
LA ABLACIÓN
En nuestro país, sin ir más
lejos, no pocas niñas están siendo víctimas de otro atropello fanático: La
ablación. Pero estemos tranquilos, que los obispos no elevarán su voz contra
estas castraciones. Esta actitud también tiene una interpretación cristiana. A
una niña a la que se le extirpa el clítoris, mediante el acto carnicero y criminal de la ablación, le
han privado para siempre de las sensaciones que su cuerpo, según ha sido
creado, le llevarían al orgasmo, máximo placer femenino. Para los obispos la
ablación no aparta a la mujer de su fin, que es la maternidad. De esta manera,
una mujer sin clítoris se acerca más a la Inmaculada Concepción, símbolo de la
maternidad sin placer y sin dolor. Si se ha violado el quinto mandamiento que
condena toda agresión a la vida humana y su integridad física, es menos
importante que la pureza y la virginidad. En el Congreso de los Diputados, la
España de izquierdas, laica y demócrata, explicaba el otro día ante el espanto
y la intolerancia de las derecha, una solución médica y científica para
reconstruir el clítoris de la mujeres, Sí, para que puedan realizarse
sexualmente como mujeres, al margen de que deseen ser madres. No se me ocurre
añadir más… Pedro Taracena Gil
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