sábado, 30 de mayo de 2015

LA CENTRALIDAD


Por Pedro Taracena Gil






La cultura política y democrática de nuestro país es escasa y con vicios rancios, tendenciosos y sin lugar a dudas caciquiles. Utilizan una jerga al servicio de la dispersión, el enfrentamiento y la descalificación, sin voluntad de diálogo entre posturas políticas diferentes, así  como de ideologías antagónicas. Cada partido se atrinchera detrás de los artículos de la fe de su credo político sin moverse un ápice en sus posturas. 




Es verdad que estos vicios se han engendrado en la perversa hegemonía del bipartidismo. La izquierda y la derecha, tanto una como otra siempre se han disputado el centro. Han huido de los extremos donde se encontraba la extrema derecha, es decir, los más nostálgicos franquistas sin ninguna moderación constitucional. Como organización visible solamente conocemos una carta de presentación que procede de Falange Española y de la JONS. En el extremo opuesto los republicanos, socialista y comunistas, disputándose la izquierda: ERC, IU, Bloque Nacionalista Galego y Ecologistas. Este espectro político se ha reducido a un bipartidismo PP y PSOE que según las circunstancias de unos y otros, han establecido maridajes de conveniencia con los nacionalistas vascos y catalanes. Los ayuntamientos más deshonestos han sido cuando los dos grandes partidos han acordado políticas para favorecer al pueblo sin contar con él pueblo. Dos ejemplos sangrantes: La reforma constitucional del artículo 135  para satisfacer a los mercados en perjuicio de los ciudadanos, y la mutilación del principio de Justicia Universal como lacayos de EEUU, Israel y China. Sin olvidar el pacto permanente entre PP y PSOE en las instituciones europeas en contra de los ciudadanos y a favor de los poderes financieros.




Desde que surgiera el 15-M hasta el día de hoy la indignación de la población y la materialización en formaciones políticas, han descolocado a La Casta, no acostumbrada al diálogo y el pacto. Es curioso analizar la semántica de la jerga utilizada. En principio todos ansían la “centralidad”. En el centro político está no solamente la virtud sino la llave del éxito. El PP y el PSOE son de “centro centro” pero los primeros con la palabra derecha a modo sufijo ma non troppo, y los segundos con el sufijo también de izquierda pero con vocación moderada y genuina. Fuera del bipartidismo está el populismo, sin conocer su significado ya que la RAE no lo recoge. Por supuesto el insulto de populismo lleva anejo la descalificación de radical; construyendo todo ello una oferta demagógica al pueblo, es decir un engaño. Con el agravante de oportunismo. Los viejos partidos hacedores de la Transición apenas han aprendido lo que es vivir en democracia y en la pluralidad política. Ahora después de que se hayan sedimentado un poco no los ánimos sino los conceptos. Los unos apenas hablan de La Casta, los otros han aparcado los términos hirientes de populismo, demagogia y oportunismo. Los que han perdido cota de poder el PP y el PSOE están descubriendo que el lenguaje de la calle no entiende esos términos y sí otros sobre corrupción, paro, hambre infantil, desahucios de familias, exilio de jóvenes, muerte prematura de la población más frágil, abandono de los dependientes, de los crímenes legales hechos con sumo placer en nombre de la Unión Europea, para salvar la macroeconomía pero contra la población española. Aunque estos vocablos se tratan de evitar, han surgido los empresarios y la extrema derecha que quieren salvarnos del riesgo de caer en manos de los extremismos sembrando el pánico más injustificado. Los que vivimos los tiempos del franquismo donde se hablaba de la conjura jodeomasónica y comunista, nos recuerda el célebre mini cuento de Augusto Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.









Reportaje GUERNICA Hayedo de Zilberti (Navarra)


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