La cultura política y democrática de nuestro
país es escasa y con vicios rancios, tendenciosos y sin lugar a dudas
caciquiles. Utilizan una jerga al servicio de la dispersión, el
enfrentamiento y la descalificación, sin voluntad de diálogo entre
posturas políticas diferentes, así como de ideologías antagónicas. Cada
partido se atrinchera detrás de los artículos de la fe de su credo político sin moverse un ápice en sus posturas.
Es verdad que estos vicios se han engendrado en
la perversa hegemonía del
bipartidismo. La izquierda y la derecha, tanto una como otra siempre se han
disputado el centro. Han huido de los extremos donde se encontraba la extrema
derecha, es decir, los más nostálgicos franquistas sin ninguna moderación constitucional. Como organización visible solamente conocemos una carta de presentación que procede de Falange Española y de la JONS. En el extremo opuesto los
republicanos, socialista y comunistas, disputándose la izquierda: ERC, IU, Bloque Nacionalista Galego y Ecologistas.
Este espectro político se ha
reducido a un bipartidismo PP y PSOE que según las circunstancias de unos y otros, han establecido maridajes de
conveniencia con los nacionalistas vascos y catalanes. Los ayuntamientos más deshonestos han sido cuando los dos grandes
partidos han acordado políticas para
favorecer al pueblo sin contar con él pueblo. Dos ejemplos sangrantes: La
reforma constitucional del artículo 135 para satisfacer a los mercados en perjuicio de los ciudadanos, y la mutilación del principio de Justicia Universal como lacayos de EEUU, Israel y
China. Sin olvidar el pacto permanente entre PP y PSOE en las instituciones
europeas en contra de los ciudadanos y a favor de los poderes financieros.
Desde que surgiera el 15-M hasta el día de hoy la indignación de la población y la
materialización en formaciones
políticas, han descolocado a La Casta, no acostumbrada al
diálogo y el pacto. Es curioso analizar la semántica de la jerga utilizada. En principio todos ansían la “centralidad”. En el centro político está no solamente la virtud sino la llave del éxito. El PP y el PSOE son
de “centro centro” pero los primeros con la palabra derecha a modo sufijo ma non troppo, y los segundos con el
sufijo también de izquierda pero con vocación moderada y genuina. Fuera del bipartidismo está el populismo, sin conocer su significado ya que la
RAE no lo recoge. Por supuesto el insulto de populismo lleva anejo la descalificación de radical;
construyendo todo ello una oferta demagógica al pueblo, es decir un engaño. Con el agravante de oportunismo. Los viejos partidos hacedores de la Transición apenas han aprendido lo que es vivir en democracia
y en la pluralidad política. Ahora
después de que se hayan sedimentado un poco no los ánimos sino los conceptos. Los unos apenas hablan de
La Casta, los otros han aparcado los términos hirientes de populismo, demagogia
y oportunismo. Los que han perdido cota de poder el PP y el PSOE están descubriendo que el lenguaje de la calle no
entiende esos términos y sí otros sobre
corrupción, paro, hambre infantil, desahucios de familias,
exilio de jóvenes, muerte
prematura de la población más frágil, abandono de
los dependientes, de los crímenes legales
hechos con sumo placer en nombre de la Unión Europea, para salvar la macroeconomía pero contra la población española. Aunque estos
vocablos se tratan de evitar, han surgido los empresarios y la extrema derecha
que quieren salvarnos del riesgo de caer en manos de los extremismos sembrando el pánico más injustificado.
Los que vivimos los tiempos del franquismo donde se hablaba de la conjura
jodeomasónica y comunista, nos recuerda el célebre mini cuento
de Augusto Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Reportaje GUERNICA Hayedo de Zilberti (Navarra)
Reportaje GUERNICA Hayedo de Zilberti (Navarra)
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