Por Pedro Taracena
No solamente conozco a Manuela Carmena
por el rastro y la huella que ha dejado en España, desde la dictadura
a la democracia, sino porque coincidimos en llevar a nuestros hijos al mismo
colegio y tuve la fortuna de conocer personalmente su talla humana. También he seguido
los Círculos de Podemos donde se ha debatido y profundizado en todos los
temas que soportan los indignados y afectados por los crímenes legales que se están cometiendo contra el pueblo soberano: Economía, Educación, Deuda Ilegítima y un larguísimo etcétera. Con estas premisas se puede demostrar que la periodista
Ana Pastor abordó la entrevista
con el programa de Ahora Madrid y con los tópicos típicos de las
promesas incumplidas de los políticos, asistida
por la más supina de las ignorancias. Sí, ignorancia que sometió a la nueva Alcaldesa de Madrid a un cuestionario acelerado, típico de esta periodista, para que respondiera inmisericorde
sobre la capacidad realista de sus propuestas, dignas del periodismo más ramplón. Perdió el tiempo en
tratar casos de declaraciones perversas de sus concejales in illo tempore, para
demostrar que el partido de Carmena podría ser uno más con sus luces y
sombras. Cuestionó el cómo se iban a pagar los primeros auxilios para sacar a
parte de la población del hambre, la
miseria y los desahucios.
Para ello se apoyo en su personaje más esperpéntico, El Españolisto, que entre jocosas observaciones ponía en duda su posible viabilidad. Manuela Carmena con
la serenidad que le otorga su autoridad moral, ética y conocimiento jurídico, explicó todos los pormenores que ya habían sido estudiados con instituciones que podrían ser colaboradoras necesarias del desarrollo práctico del programa. Ana Pastor le interesaba más no apartarse del guión del periodista buitre… Esta entrevista la ha situada más cerca de los tertulianos que repiten su guión todos los días que del periodismo de alto nivel como lo es: Iñaki Gabilondo, Pepa Bueno, Gonzo, Jordi Évole, Gran Wyoming, Antonio García
Ferreras
y un largo etcétera. Goza no obstante de la protección corporativa que impera en España. Nadie de su gremio le va a criticar, pero su
ignorancia y falta de conocimiento sobre lo que debe de preguntar a un personaje
significativo como Manuela Carmena, son los ciudadanos los que no se lo
perdonarán, aunque ella siga pensando que es estupenda como líder de audiencia. Que Ana Pastor no se arrogue la
falacia de que ella habla en nombre de la calle. La calle está muy bien informada y el periodismo que ella trata de
perpetuar ya está caduco. Las
Redes Sociales y los periodistas independientes (Blogueros) como es mi caso,
hemos relegado a los medios impresos a las pantallas de los telediarios. Las
entrevistas tradicionales y los tertulianos, hoy por hoy, están al servicio del poder económico y político. Quizás Ana Pastor (El
Objetivo) e Iñaki López (La sexta Noche) son las excepciones del pujante
periodismo progresista de La Sexta.
Después de la expectación
creada por la entrevista a la Alcaldesa de Madrid, la señora Carmena brilló con
luz propia a pesar de la ineficacia de una periodista inadecuada…
ULIO 02, 2015
ResponderEliminarMamá, yo no quiero ser como Ana Pastor. Autora: Cristina Barrial
COPIADO de la pág. de fb de Felipe Medina en 1/1/2015
Publicat: Barcelona 15 dic.2013
http://lacolumna.cat/mama-yo-no-quiero-ser-como-ana-pastor#.VKRj-9KG_Ss
Una columna de Cristina Barrial Berbén
Mamá, supongo que no te gustará lo que vas a leer a continuación. Sé que, a menudo, cuando estás cansada del día que cargas en la espalda y que te hace caminar cabizbaja, enciendes la televisión. Y no te culpo por ello. Yo también lo haría si tuviera. También sé que, según la época, destacan distintos ídolos mediáticos en la caja tonta que parecen los portadores de la verdad absoluta. Esos ídolos en los que toda madre querría ver reflejados a sus hijos estudiantes de periodismo, o periodistas en paro. Mamá, sé que cuando ves a esa chica que presentaba Los Desayunos de TVE y que ahora lleva un programa en La Sexta piensas en mí. Ana Pastor, la llaman. Sé que piensas en mí y se te iluminan los ojos y ronda por tu cabeza un “y sí…”. Pero no, mamá. Yo no quiero ser como Ana Pastor.
No quiero cortar a mi entrevistado en sus respuestas, no quiero robarle a él el protagonismo para colgármelo yo como trofeo. De las únicas cosas que he aprendido en la Universidad hasta ahora es que el periodista no debe ser noticia, debe dar voz. No quiero leerle al presidente de Ecuador fragmentos aislados de su Ley electoral sacados totalmente de contexto si de esta manera su significado cambia radicalmente. Tampoco poner en su boca cosas que no ha dicho (como aquello de quién financiaba Human Rights) y negarme a rectificar.
Tampoco quiero presentar un programa llamado El Objetivo que diga haber nacido sin ideología. Y esperar que me crean. Hablar de datos como representación de la neutralidad. Tampoco deseo usar términos como fascismo de izquierdas, lo que sí deseo es que, algún día, alguien me explique lo que eso significa. Dedicar un programa a la clase media no es algo hecho para mí, mamá. Yo no voy a seguir alimentando el sueño de muchos de creerse clase media mientras esperan la carta del desahucio. No voy a confundir a Gandhi con Mandela y presentar a este último como la encarnación del pacifismo. No quiero, en resumidas cuentas, mentir.
Si algún día estoy tras una cámara, o tras la mancheta de algún periódico, quiero ser radical. Entendiendo por radical, claro, el ir a la raíz del problema. Si algún día, como ella, tengo la oportunidad de tener a Juan Rosell delante, no desperdiciaré la ocasión de preguntarle por la crisis estructural del capitalismo para hablar, en su lugar, de mera transparencia. Mamá, yo no te prometo la quimera del periodismo objetivo y vacío de ideología como ella hace. Yo entiendo, que como la vida, el periodismo es tomar partido.