Por Isidoro Gracia
Sobre la investidura: Los tiempos y espacios en política, confunden al analista.
La vida mediática necesita combustible novedoso a un ritmo que la realidad política no puede suministrar, ello está llevando a transformar a algunos analistas en redactores de horóscopos.
Si los tiempos políticos, incluso en estos días acelerados, van a un ritmo muy distante al de emisoras, televisiones y diarios, los tiempos sociales que tienen una inercia mucho mayor, por lo que las novedades, como los grandes cambios de tendencias en los ejes que la articulan, y que terminan por configurar el voto, no es que sean escasas, son inexistentes en plazos de días o semanas, por lo que si volvemos la vista hacia algunas encuestas, sondeos y consultas tendremos que llegar a la conclusión que mucho de lo que se publica no tiene como objetivo conocer la evolución demoscópica, sino contribuir a su modificación, vamos, que lo que se hace es “arrimar el ascua a la sardina” de quien los encarga.
Contribuyamos de buena fe y lo más objetivamente posible (la objetividad absoluta es inalcanzable) a aportar elementos para que cada cual realice su propio análisis y proyección del voto.
Primer dato, en Democracia, los tiempos los marcan las normas a respetar, si tomamos este referente, veamos las alternativas, que a tres meses vista ya se han contrastado, el futuro ya se verá, hay un par de inciertos meses por delante y ningún analista tiene una bola de cristal: A.- Si estuviéramos en la propuesta concreta de Rajoy, seguiríamos con un gobierno en funciones, tomando decisiones importantes, sin plazo de caducidad de lo de “en funciones” y las leyes en riesgo de derogación o de sufrir grandes modificaciones continuando impactando y haciendo más irreversibles sus efectos, en temas tan importantes como la educación y la seguridad ciudadana; en el caso de las investigaciones en curso sobre corrupción está corriendo el plazo de cierre obligado y en consecuencia favoreciendo sobreseimientos. B.- La investidura, fallida según muchos, es cierto que no ha logrado el primer intento de formar nuevo gobierno, pero sí que ha puesto fecha de caducidad al gobierno “en funciones” y a muchos de sus efectos. La importancia del objetivo logrado debe valorarla cada uno.
Segundo dato, los espacios que ocupa cada fuerza política no tienen que ser aquellos que sus dirigentes eligen sino los que los electores, la historia y sobre todo los hechos logrados y los votos emitidos por sus representantes institucionales les asignan. El referente principal aquí es la historia, en el eje izquierda – derecha la seña de identidad siempre ha sido la defensa de que intereses defiende cada fuerza, la derecha ha venido defendiendo el status quo, lo que suele convenir a los más favorecidos, la izquierda la modificación de esa situación a favor de los desfavorecidos, que suelen ser mayoría; una seña de identidad de todas las fuerza de izquierdas en sus orígenes fue su internacionalismo, la defensa de los desfavorecidos por encima de las fronteras, este hecho histórico entra en contradicción con la actual tendencia a calificar como de izquierdas a fuerzas nacionalistas (es un tema de prioridades, históricamente para la izquierda los intereses de los que viven de su trabajo son el primer objetivo, hoy algunos priorizan la defensa de los que viven o residen en un territorio concreto). Precisamente otra seña de identidad histórica en la derecha europea ha sido, al menos hasta la creación de la CE, el intento de imponer la forma de convivencia y relación que le era más caro a sus dirigentes nacionales, al resto de estados vecinos (al menos ahora en la UE, si se intenta, se hace descartando la fuerza militar, procedimiento utilizado en repetidas intentonas habidas durante siglos). En lo que respeta a la consideración por la mayoría de los ciudadanos europeos de que izquierda es por la que históricamente han apostado, no ha sido en base a qué discurso más o menos ambicioso (no quiero utilizar el término radical) han expresado sus dirigentes, sino a los logros de los gobiernos autodefinidos de izquierda, lo que ha limitado como proyecto de éxito los de los socialdemócratas, más o menos avanzados, valorando como de mayor confianza de la mayoría a los que han construido y avanzado en el llamado “Estado de Bienestar”. Posiblemente hemos asistido a la primera excepción: el acceso y confirmación del gobierno de Syriza + ANEL (Partido ultranacionalista y derechista) en Grecia. Asumiendo el riesgo de perder objetividad, mi opinión es que la fórmula está resultando poco o nada beneficiosa para los ciudadanos griegos, y muy perjudicial para los desfavorecidos.
Alguna teoría establece que los partidos políticos, en Democracia, tienen las siguientes fases, para fijar sus parámetros en el espacio – tiempo: Constitución y Articulación interna, Autodirección e Identificación por los ciudadanos y por último Articulación por Condensación de los procesos sociales. Es evidente que algunas de las fuerzas en liza aún no han superado por completo la primera de las fases, por lo que para sus mismos militantes, y para muchos ciudadanos, la dirección en la que trabajan y el espacio en que se sitúan es poco claro, lo que nos lleva a cuestionar su eficacia para articular de forma útil las aspiraciones sociales. También es muy evidente que muchas de las fuerzas “clásicas” han realizado el ciclo completo y están en fase de rearticulación e incluso reconstitución (el ejemplo más radical es el catalán, pero no existe excepción prácticamente en ningún eje).
Intento que mis reflexiones contribuyan a que los lectores saquen las suyas, basándose en los datos y referencias que muchos años de experiencia en sindicalismo y política activa me han aportado y yo les aporto, pero siendo sincero, y asumiendo un cierto grado de subjetividad, yo no comparto la idea de que lo que está sucediendo es responsabilidad única de los políticos. Los electores al dejarse llevar por los inevitables cantos de sirena y manipulación interesada por todos los actores de cualquier proceso electoral, sin pasarlos por su sentido común, en vez de por los sentimientos de simpatía o antipatía, se hacen corresponsables de todos los resultados, por ello y como mantuve en mi primera reflexión justo después del 20D, como Luis Mejias en el Tenorio afirmo “…con lo que habéis osado, imposible la haís dejado para vos y para mí”. Asumamos cada cual nuestra parte de responsabilidad, y hagamos que los “expertos” se expliquen mejor.
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