Por
Pedro Taracena
Tic
franquista
La Constitución vino a
recuperar el Estado de Derecho perdido con el golpe de 1936 y desde 1978 España vive en
democracia formal. No obstante, manteniendo no pocos atisbos de un tic
franquista. Además de la impunidad con la cual la Transición liquidó los crímenes de lesa
humanidad, se mantiene la inmunidad bien vista hacia todo aquello que tenga
relación con las múltiples formas de hacer apología del franquismo,
como algo consustancial a la falsa reconciliación entre los españoles.
Los
indultos
Otro vicio heredado y nunca rechazado por
los gobiernos democráticos, es el indulto arbitrario y al margen de
cualquier control judicial. Se ha constituido en una práctica perversa y
anticonstitucional. Pero no existe ninguna voluntad de reconducirlo hacia
pautas constitucionales.
Postergación del comunismo
La ley electoral fue consensuada por los
principales partidos: PSOE venido del exilio y la clandestinidad y PP venido
del franquismo. Fue un pacto con escaso espíritu democrático porque
pretendió y consiguió que el temido Partido Comunista de España, nunca alcanzara
una mayoría para influenciar en el Gobierno; argumentando que evitando la
fragmentación de partidos España era más gobernable. En ninguna agenda
de estos grandes partidos se incluye corregir este sesgo franquista. La Ley D’Hondt
será legal pero manifiestamente injusta, para las minorías y menos democrática.
Administraciones
públicas
arbitrarias
El Gobierno, la Administración del Estado, las
administraciones locales, provinciales y autonómicas, incluyendo
el Congreso de los Diputados y el Senado, no están dotados de la más mínima
transparencia. Tampoco hay voluntad de regular con equidad, no solamente los
gastos públicos, sino los salarios de todo funcionario público. Entre
ellos existe la desigualdad más arbitraria con la opacidad más absoluta.
Siendo el escandaloso grupo de los llamados asesores, que son elegidos a dedo,
tanto en cantidad como en calidad,
aquellos que se alejan más del espíritu constitucional de la función pública.
Opacidad
en las cuentas públicas
Otra secuela dictatorial es el Tribunal
de Cuentas, al no ser un ente independiente del poder, no tiene la capacidad de
auditar y perseguir los abusos de las administraciones públicas,
sindicatos y partidos políticos. Solamente
las minorías políticas están interesadas en controlar estos
desmanes, donde la mayoría de los asuntos denunciados son archivados porque habrían prescrito. Es
como si se hubiera institucionalizado la desidia y el descontrol intencionado.
Contaminación de los Poderes del Estado
La Constitución ha separado los
Poderes del Estado y de hecho son una realidad formal, pero el Fiscal General
del Estado, que no es un Poder del Estado, rinde obediencia institucional al
Gobierno, que es quien le nombra. Esta perversión no es de la Fiscalía en sí misma, es del sistema. Al poder le viene siempre muy
bien articular acusaciones o defensas, para que el mismo fiscal obre en
consecuencia a gusto y conveniencia del Gobierno de turno. Esta evidencia
tampoco está en ninguno de los programas electorales de los partidos más relevantes. Es
evidente que este asunto necesita una adaptación para
homologarse a la Constitución para abandonar la tentación de defender al
poder del pueblo, cuando debía de acontecer al contrario.
Violación constitucional
La reforma de la Constitución hecha por los
dos grandes partidos, legalmente, pero de espaldas al pueblo, debe de ser
suprimida, porque se ha comprobado que cuando se ciñe el déficit público a lo preconizado
por la UE, se quebranta el Artículo 1º de la Carta Magna: ”España se constituye
en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político”. Nos hemos homologado con las
exigencias de los mercados, pero nos hemos olvidado de la cuestión social, único objetivo de
todo Estado de Derecho y del Estado del Bienestar.
Justicia
universal cercenada
En nuestro país hemos sido testigos de una gran paradoja: Hemos
dejado impune un genocidio, muy difícil de asimilar por el espíritu de la propia Constitución, pero nos dotamos de una legislación sobre el principio de Justicia Universal, pudiendo perseguir los
delitos de lesa humanidad, allí donde se
cometieron sin prescribir ante la ley. No obstante, un gobierno socialista
apoyado por la derecha franquista, mutila este principio para dejar sin efecto
la persecución de estos
delitos, si no hubiera ningún español implicado. ¿Para sobreproteger a los españoles? ¡No!, para contentar a los gobiernos de EEUU,
Israel y China. Y la gran paradoja se produce cuando tribunales extranjeros están reclamando hacer justicia sobre los crímenes del franquismo, que España a través de la Transición dejó impunes.
Contaminación inconstitucional de los jueces
Continuando con los vicios no tan ocultos
de nuestras instituciones procedentes de la dictadura, tropezamos con el
Consejo General del Poder Judicial. Un órgano que colegiadamente prostituye y corrompe la independencia del
Juez, legítimo Poder del
Estado. Los escándalos de no
pocos jueces apartándose de la pauta
constitucional, se han ganado la desconfianza de la sociedad. Cuando el pueblo
percibe corrupción en la
judicatura, es difícil de que el
pueblo se equivoque, porque según dice la Constitución en el Artículo 117 “La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del
Rey por los Jueces y Magistrados”.
Corrupción política y déficit
democrático
Tan pronto ha estallado la crisis en el
mundo de forma global y en España en particular,
se ha demostrado que nuestra democracia estaba demasiado aburguesada,
corrompida, y con demasiados vicios traídos de la época franquistas, eso sí, adaptados a nuestros tiempos. Cuando el Movimiento 15-M exclamaba
¡Democracia Real Ya! No era un eslogan más, era un clamor de denuncia ante la incapacidad de que los actuales
políticos garantizaran la gobernanza del Estado. Si las
próximas elecciones europeas no devuelven el poder político al pueblo, y éste controla a los mercados, el
estallido social será un hecho
imposible de evitar. Y en España se precipitará por la ineptitud de los políticos, que, mientras la muerte, el hambre, la
miseria, la marginación y exclusión social,
desahucios y abandono de niños, juventud y
mayores, se agudiza sin esperanza, ellos, siguen ostentando gastos superfluos y
en absoluto imprescindibles: Convenciones, comilonas, coches, viajes,
sueldos y sobre sueldos, asesores a dedo
y muy bien pagados y despilfarro criminal. Cada vez que los políticos celebran un ágape ¿A cuántos ciudadanos
que se les ha negado la dependencia podrían atender?
Reflexión
demagógica y políticamente incorrecta
Me
gustaría que quienes me juzgan como demagogo tuvieran razón. Pero los ánimos del pueblo están razonablemente
indignados, aunque se pueden tornar en emocionalmente alterados y terminar con una
explosión cargada de razón, por la sinrazón del poder.
Fotos: Pedro Taracena
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