Fernan
Ónega
rememora, en declaraciones a Efe, la faceta más personal del
primer presidente de la democracia española de sus años
de trabajo junto a él, a quien le escribió una docena de
sus discursos y al que creó la célebre frase electoral "puedo prometer y
prometo".
Para mejor identificar a este insigne
periodista como el “negro” del presidente más conciliador y demócrata, es preciso
explicar este extraño vocablo. Cuando
un escritor siempre en la sombra escribe sin firma algo para otro, se dice que es
un “negro literario”. Aunque este término se acuñó para los escritores denostados, se puede utilizar para todos los
asesores, secretarios o ayudantes de los políticos de cualquier país o de cualquier
ideología. También se utiliza para los responsables de prensa,
relaciones públicas o asesores de imagen de altos ejecutivos de
empresa, a la hora de exponer sus programas de trabajo y sus discursos
institucionales.
Fernando Ónega ha llegado más lejos. Ha
revelado públicamente que
era él quien escribía los discursos
del presidente Suárez. No conforme
con dar a conocer este hecho cuando el presidente ya no tenía la capacidad de dar su consentimiento o vetar la noticia,
lo ha volcado en un libro utilizando la frase textual que le hizo más popular: “Puedo prometer y prometo”. Una vez
fallecido el primer presidente de la democracia, el “escribidor” Ónega, así es como se declara en un canal de televisión, pasea su libro PUEDO PROMETER Y PROMETO Mis años con Adolfo Suárez, por todos los platós de televisión y estudios de
radio. No conozco el libro pero no ha debido de aportar él mucha creatividad, cuando
ha utilizado el contenido de los discursos del presidente para arrogarse la autoría, despojando a su antiguo jefe de su iniciativa política, democrática y léxica. Como periodista libre e independiente, me permito tachar
de inmoral al señor Ónega y a todos los periodistas y tertulianos que se
han convertido en voceros de tal dislate. Es difícil encontrar en las hemerotecas que un escritor que dé forma literaria
y quizás brillantez al discurso de un presidente, monarca o líder de cualquier naturaleza, vaya vociferando que tal
declaración no es propia
del orador y sí del “negro literario”.
En los medios de comunicación españoles, es imposible que ante un hecho semejante renuncien al corporativismo
para denunciar esta falta de sigilo profesional, de lealtad y de respeto a la
voluntad del afectado. Voluntad secuestrada por la enajenación mental o la muerte. Sus hijos tampoco están libres ante este atropello, atrapados quizás por el agobio del momento. ¡Qué fácil es homenajear a Suárez sin comprometerse con la verdad histórica! Todos los miembros del Partido Popular y los medios afines que
son todos, salvo muy escasas excepciones, han exhibido de forma esperpéntica su
vocación de herederos y seguidores de Suárez. ¡Hipócritas!
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