lunes, 9 de marzo de 2015

YO SERVÍ AL EJÉRCITO ESPAÑOL


Por Pedro Taracena Gil

Jordi Évole: "Cuando el superior que acosó a Zaida acabe su condena va a ser coronel porque ha sido ascendido"



El programa 'Salvados' ha contado la historia de Zaida Cantera, la capitán del Ejército de Tierra acosada por un superior. Salvados cuenta los aspectos de la oficial del Ejército y en qué situación se encuentra el coronel Isidro José de Lezcano-Mújica, superior que la acosó. El teniente coronel ha sido condenado a dos años y diez meses, por lo que no ha sido inhabilitado porque la condena no ha sido de tres años. Ahora, le han dado la libertad condicional y cuando acabe su condena se va a reincorporar no ya como teniente, sino como coronel.





El programa Salvados, conducido por Jordi Évole me dejo estupefacto pero no sorprendido.  Yo he vivido en parte y  he sido testigo en primera persona, de muchas de  las de sinrazones que cuenta la capitán Zaida Cantero. El haber servido en el Ejército que propició el golpe de estado del 36 y que mantenía una dictadura militarista, me permitió soportar aquella abominable y denigrante situación, pero a cambió descubrí la libertad, la dignidad y creó en mi una conciencia no solamente resistente a la tiranía sino antimilitarista. Aún recuerdo el orgullo con el cual  proclamaban los mandos y oficiales, que las Ordenanzas Militares se habían mantenido intactas desde los tiempos del rey Carlos III.
El llamado consenso y la misma Constitución Española, no marcaron una ruptura con la dictadura, sino que en virtud de un mal menor y por temor a una involución, el Ejército, la  Iglesia y los franquistas, impusieron sus reglas para que el genocidio que comenzó el 17 de julio de 1936 quedara impune. A todo este disparate se le denominó Transición con el apelativo de modélica. La gran aberración fue que las Fuerzas Armadas mantuvieran su propio cuerpo jurídico militar, al margen del concepto de justicia recogido por la Constitución de 1978. En el caso de la capitán Zaida, cuestiones organizativas, laborales o civiles, se han forzado para que los mismos militares asumieran una competencia de dudosa atribución constitucional.





Ahora se está calificando de casta a todos aquellos que han ejercido su influencia con tiranía y despotismo, nada ilustrados. Los gobiernos se arrogan el éxito de haber terminado con la amenaza golpista y la modernización de las Fuerzas Armadas. Es verdad que se ha logrado en parte la homologación con la OTAN, pero mantienen un estatus franquista que sus antepasados se han garantizado en la propia Carta Magna. He aquí La Casta Militar.
A pesar del gran escándalo que este asunto ha despertado en muchos españoles, el Gobierno y el mismo estamento miliar están ahítos de satisfacción con los resultados obtenidos por el Ejército Español en el mundo entero. No obstante los ciudadanos sabemos discernir entre la profesionalidad de nuestros militares y la perversión de sus mandos. El Ejército se comporta como un estado dentro de otro estado. Una casta al margen de la otra casta. Mientras los tres Poderes del Estado, no sean independientes entre sí y no abandonen para siempre el tic dictatorial militarista franquista y del nacional-catolicismo, no nos homologaremos con las naciones democráticas de nuestro entorno. Pero sin la reforma constitucional y su adaptación al siglo XXI, el Gobierno de turno siempre se aferrará a la letra de la Constitución, que no a su espíritu. Las nuevas generaciones no votarían hoy la Constitución tal y como se la hemos presentado.


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