Por Pedro Taracena Gil
Primera parte
Para comenzar es improbable
que alguien sepa a ciencia cierta cuál es la ideología de la derecha española.
Lo que no alberga ninguna duda es que es una fuerza política emanada del
franquismo, cuya dinastía está encabezada por el mismísimo Francisco Franco.
Caudillo de la dictadura que lo fue por la Gracia de Dios. Así constaba en las
mondadas de la época. El digno sucesor del dictador fue Manuel Fraga,
falangista y ministro estrella del gobierno de la dictadura. Falso converso a la democracia
constitucional. Encabeza la segunda
generación del neofranquismo,
José María Aznar, soldado insigne de la unidad de la patria; perpetuando el
nacionalcatolicismo y el nacionalsindicalismo, con la creación una institución para pensar España. FAES, Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales. Esta escuela del pensamiento hispano nutre de ideas al tercero de los líderes
que encabeza la generación de políticos que han de dar respuesta a los
problemas de la España del siglo XXI. Aunque la Constitución Española vino a
cerrar la ilegitimidad del franquismo y restablecer el Estado de Derecho, el
Rey de España y el Partido Popular hacen causa común y no condenan a Franco y
su dictadura. La condena del régimen anterior lejos de restarles legitimidad,
el no hacerlo, les hace cómplices del genocidio y les resta credibilidad moral
para propiciar la reconciliación de los españoles. Nuestra Carta Magna es una
de las constituciones más progresistas del mundo, y está cimentada en la Declaración
Universal de los derechos Humanos. Además no es confesional y determina que el
Estado es laico. No obstante, el Rey de España y el Partido Popular están más
obsesionados con la ruptura de España por parte de los que desean la
autodeterminación, que restablecer la Memoria Histórica; quedando impunes los
crímenes de la dictadura. La naturaleza de los populares no les permite
condenar a quien consideran padre fundador de su ideología y digno de ser
elevado a los altares. Pero el Rey no tiene un solo motivo legal, legítimo,
político, constitucional y moral para negarse a condenar la dictadura. Más aún,
debería reconocer la legitimidad de la República, cuya constitución estuvo
refrendada por el mismo pueblo español que legitimó la corona que ciñe sus sienes.
Es anacrónico que todavía vaya de la mano del PP por la historia del
franquismo. La Iglesia es la otra institución que tuvo arte y parte en la
dictadura, y materializa la alianza trono altar y el maridaje Iglesia Estado, que
el gobierno de Rajoy pretende mantener de facto, al margen de la Constitución. Vemos
cómo Rajoy gobierna al margen de los valores constituciones.
EL SEXO Y EL PARTIDO POPULAR
Segunda parte
Para el Partido Popular la
libertad sexual, lejos de ser un derecho natural, fundamental y constitucional,
es un pecado visto bajo el prisma de la moral católica. Son muchas las leyes
que los gobiernos más progresistas han legislado, alcanzando cotas muy
superiores a otros países de nuestro entorno. El PP en materia de Educación
mantiene y financia la segregación por el sexo, en los colegios de la Iglesia,
más concretamente del Opus Dei. Es hipócrita mantener que no hay discriminación
porque la motivación sea el rendimiento escolar. Y el ministro Wert así lo
defiende. Pero la moral religiosa impone la separación para evitar las posibles
relaciones sexuales prematuras. Además la educación sobre la libertad sexual ha
sido eliminada; suprimiendo la asignatura de la Educación para la Ciudadanía. No
obstante, cuando los jóvenes lo desean mantienen relaciones sexuales y tienen
para ello los anticonceptivos, y en caso de imprevisto, la píldora del día después.
A pesar de estar legalizada, algunos farmacéuticos ejercen la hipócrita
objeción de conciencia. El tener hijos es un derecho, no una obligación, y pueden
ir por caminos diferentes la sexualidad y la procreación. En este tema, Gallardón,
el protodiácono de la moral, se
propone imponer a las mujeres la voluntad de los obispos. Tampoco miran con
buenos ojos que tengamos una ley de divorcio con efecto rápido. Y donde las
espadas están en alto es que en España solo exista un matrimonio, símbolo real
de la igualdad. La legislación sobre la familia constituye un gran avance,
donde se contemplan tantos tipos de familia como los sentimientos, el cariño y
el amor permita. Para el PP y la Iglesia sólo las imitaciones de la Sagrada
Familia, son la verdadera y genuina
familia, el resto son otra cosa. Este cinismo lo demuestra el propio Rajoy cuando declara que su disconformidad
sólo está en el nombre. Este ambiguo personaje sabe que no es un problema de
denominación, es que la Iglesia lo condena. En todas las leyes donde el
Gobierno está restringiendo los derechos, detrás está el sexo. Es un disparate
y un esperpento, que los religiosos célibes y las vírgenes, digan cómo tienen
que comportarse los laicos, que libremente se realizan sexualmente. En este
peligroso terreno el PSOE ha cedido demasiado terreno. Debía de haber
denunciado los acuerdos con la Santa Sede contrarios a la Constitución, y haber
dejado a la Iglesia con el rango de una ONG. Los españoles no deben nada a esta
institución religiosa. La iglesia fue corresponsable del genocidio de Franco y
lejos de pedir perdón y renunciar a sus privilegios, están imponiendo el
anacrónico nacionalcatolicismo.