domingo, 27 de septiembre de 2015

ROSA MARÍA CALAF




Ex periodista de RTVE cuenta la verdad sobre los medios españoles







Ex periodista de RTVE cuenta la verdad sobre los medios españoles. En una entrevista concedida al portal alternativo Attac.tv, la veterana experiodista de la Radiotelevisión española (RTVE), Rosa María Calaf, nos cuenta la realidad que viven los medios españoles e internacionales que están al servicio de los intereses económicos que dominan a la sociedad.

Rosa María denuncia el pensamiento único y normalizador que ejercen desde estas empresas de comunicación, que implementan estereotipos para el consumo y la sumisión de la ciudadanía. Además que no cuentan cómo funciona el sistema, para mantener a la ignorancia como instrumento principal del dominio.

En este sentido, también critica la legitimación que hacen los medios al poder económico: "La economía es un cuerpo doctrinal, los mercados son un brazo armado del dominio", aseveró.

Condenó a la tergiversación y a las mentiras mediáticas, como un elemento principal para tomar malas decisiones como personas.

Ante esto, Calaf recomendó "hacer dieta de medios": así como una mala alimentación te hace tener un cuerpo enfermo, una mala información te hace tener una sociedad enferma.

"La sociedad tiene que cuestionar quién hace la información, por qué la envía y cuáles son sus intereses: Un lector responsable en un ciudadano responsable (...) si no nos hacemos preguntas, alguien va a pensar y a decidir por nosotros", puntualizó.

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jueves, 24 de septiembre de 2015

SOBRE LA CONTINUIDAD DE "ENCE" EN LA RÍA DE PONTEVEDRA Y MARÍN



Por Isidoro Gracia


Foto: Pedro Taracena

Los partidarios del cierre y desmantelamiento deberían explicar una posición que no es posible sostener ni desde el punto de vista económico, ni desde el medioambiental.
Al final de la década de los 80 del pasado siglo tuve que visitar Suecia en un viaje oficial para estudiar decisiones tecnológicas suecas, que podrían ser aplicables aquí en el sur de Europa, hicimos parada en una pequeña villa en cuya proximidad (cerca, pero que muy cerca, de viviendas) existía una factoría de pasta de celulosa y papel, ni las aguas del rio cercano mostraban señal alguna de contaminación, ni en la atmósfera se percibía gran olor desagradable, sí un ligero aroma absolutamente admisible. Como ya entonces había debate sobre la permanencia y efectos de la factoría de Lourizán, me interesé en el tema, para descubrir que utilizaban una tecnología que unos lustros después se comenzó a aplicar en Lourizán.
Yendo al fondo, en cifras redondas, los 350 trabajadores propios y los 150 auxiliares que trabajan habitualmente en la planta inducen, al ser una industria de primera transformación, aproximadamente otros 10 por cada puesto directo en el entorno próximo (Galicia), sin entrar en los millones de € de actividades diversas generados (selvicultura, energía, transporte terrestre, actividad portuaria, etc) la pregunta a responder es: ¿Qué decisión, por benéfica que sea su primera apariencia, justifica hoy un claro riesgo para la estabilidad de 5.000 puestos de trabajo?
Parece más razonable trabajar en favorecer una segunda transformación, fabricar papel de calidad (igual que hacia la planta sueca), e incrementar así valor añadido y empleo en el entorno inmediato a la planta. Además se evitarían, o al menos mejorarían, procesos de tratamiento de residuos y energéticos.
Para hacerse una idea de la importancia de la sugerencia, baste saber que de las 9 o 10 fases de un proceso estándar de obtención de celulosa desde la madera, al menos  4 de ellas tienen como objetivo asegurar que el proceso productivo se desarrolle en armonía con el medio ambiente, el simple hecho de evitar o facilitar algunas de ellas (p/e el desecado, el transporte y el rehidratado de la pasta) además de una atractiva  reducción de costes, favorece y reduce las necesidades de tratamiento de efluentes y de recuperación de energía.
La última frase del párrafo anterior nos da píe para afrontar el tema medioambiental. La normativa europea sobre emisiones atmosféricas, establece tres niveles de protección: Valor límite horario para la protección a la salud humana (1 hora), Valor límite diario para la protección a la salud humana (1 día) y Valor límite para la protección de los ecosistema (1 año) y evolucionan en incremento paulatino de las exigencias, sin otra tolerancia que los periodos de aplicación. En el caso de los efluentes líquidos la administración competente es la Comunidad Autónoma, en un marco más general europeo y estatal, por lo que el nivel de exigencia sobre los vertidos depende de los propios gallegos. En todo caso hoy ya hablamos siempre de mg/m3 o partes por millón, temperatura, pH, color, etc, es decir de parámetros exigentes.
Aceptando que en años anteriores los vertidos y emisiones impactaron en el entorno de Lourizán, y que esos impactos aún no han sido corregidos en su totalidad, estudiemos las alternativas:
1ª.-  No se prorroga la concesión y se hace necesario los procesos de desmantelamiento de las instalaciones, descontaminación y recuperación de terrenos y fondos marinos. Costosos y con un responsable teórico nada interesado en aportar nada, o lo mínimo posible.
2ª.- Se prorroga la concesión y se liga a un programa de recuperación medioambiental referenciado a la facturación y/o a la cuenta de resultados de la planta.
Pregunta del millón: ¿Cuál le parece a usted la decisión que mejor le irá al medio ambiente?

miércoles, 16 de septiembre de 2015

CATALANIZAR ESPAÑA


Sin complejos y sin prejuicios acojo de mil amores este conciso ensayo, sobre lo que siempre tuvo que ser en esta España ciega y franquista y nunca se planteó.Pedro Taracena Gil



JOSE MARIA CARRASCAL

No se asusten. No se trata de abogar por el dominio del catalán sobre el resto de los españoles; no se trata de sustituir la hegemonía madrileña por la barcelonesa. Además, dudo que a los catalanes les interesase. Los catalanes perdieron, hace mucho tiempo, sus ambiciones hegemonistas - más o menos desde aquel episodio fulgurante de los almogávares (*) - y desde entonces se han dedicado a su propio florecimiento, en vez de malgastar energías en subyugar a los demás.

Tal vez porque fueron los primeros, entre los pueblos de Europa, que comprendieron que imperialismo es contrario a democracia. Hay que temer muy pocas cosas de los catalanes, y la que menos, afanes de señorío.

Lo que aquí sugerimos es cosa muy distinta y más profunda: que la catalanidad pase a ser parte operante del alma española, hasta ahora no fecundada por ella: que el hecho catalán no se reduzca a aquella esquina, sino que se incluya en el resto de la nación, no para aplastar lo que es genuino de cada tierra, sino para ensancharlo, potenciarlo y enriquecerlo, haciéndolo más apto para la nueva situación que España inicia.

Una de las mayores desgracias que ha sufrido nuestro país, es lo que ha venido presentándose como "espíritu español", apenas impregnado de catalanismo, cuando debería haber sido uno de sus ingredientes principales. Bien distinto nos hubiera ido, muchas desventuras nos hubiésemos ahorrado, de haber ocurrido así. Pues pudo haber tiempos en que, para ser algo en el mundo, lo mejor era descabezar moros, cruzar cordilleras o conquistar imperios con una docena de hombres.

Pero esos tiempos han pasado hace muchos siglos, y al empeñarnos en sujetar el alma española a tales características, la hemos empequeñecido, mutilándola y haciéndola poco apta para las nuevas circunstancias. 

No recuerdo quién dijo, que la única forma de hacer una nación moderna de España, era llenar el país de suizos o ingleses. ¡Y eso teniendo al lado a los catalanes! ¡Qué ceguera ¡ ¡Qué desatino!

Cataluña ha sido la gran desconocida para el resto de España; desde luego más desconocida que Francia, Italia, Inglaterra o la misma Alemania. Se conoce más la literatura rusa que la catalana, y nuestro conocimiento de Cataluña, está hecho a base de cuatro lugares comunes, todos ellos erróneos cuando no agravantes.

Sólo los que, por azares de la vida, hemos tenido la suerte de que nuestras familias fueran a residir allí, pudimos darnos cuenta de las enormes diferencias que hay, entre lo que se cree en el resto de España que son los catalanes, y lo que son en realidad.

España no tiene que ir fuera de sus fronteras a buscar virtudes cívicas modernas: las tiene dentro de ella misma en Cataluña, y no me refiero sólo a la laboriosidad, al sentido organizador y de empresa, a la iniciativa. Me refiero a algo más valioso y raro: a la mezcla de tradición y modernidad que hace a los países a la vez estables y dinámicos, al espíritu de cooperación, sin el que una nación no pasa de reino de taifas; al respeto a la intimidad ajena, algo prácticamente desconocido en el resto de España, y que tal vez sea la cualidad más preciosa del espíritu catalán. Todo ello lo necesita España, hoy más que nunca, pues es con esos mimbres con los que se teje auténtica democracia. Sin ellos de poco sirven Constituciones, partidos, urnas.

Cataluña viene adelantándose durante los últimos siglos al resto de España, y la gran tragedia de ésta ha sido no seguir la dirección que le marcaba la que, a fin de cuentas, era su avanzadilla europea. ¿Ocurrirá otra vez algo parecido? ¿Se construirá la nueva democracia española con la colaboración de los políticos catalanes, o seguirá ignorándoseles? Y cuando hablo de políticos catalanes no me refiero a los de allí nacidos, para pasar luego por el filtro de Madrid: me refiero a los catalanes cien por cien, gentes que nos digan las cosas un poco bruscamente, sin rodeos: que nos transmitan su sentido común, su instinto práctico, su conciencia de responsabilidad individual y colectiva. Algo que estamos necesitando cada vez más angustiosamente.

Cuando oigo decir a personas sensibles, inteligentes, que Cataluña no puede separarse "porque el Ejército no lo permitiría", siento como un puñetazo en plena cara. ¿Pero todavía estamos con éstas? ¿Todavía no hemos aprendido?

No. Cataluña no puede separarse porque la necesitamos, hoy más que nunca, y hay que decírselo cuanto antes, bien alto, sin rubores, sin vergüenzas.

Necesitamos no sólo su industria, su arte, su organización, su modernidad, sino también su espíritu, su ejemplo, sus líderes, su "seny".

Y espero que ella también nos necesite a nosotros, para ser algo más que un rincón delicioso, cultivado y pintoresco en el Mediterráneo, y proyectar continentalmente, a través de España, el espíritu catalán, que todavía tiene mucho que decir en esa Europa por hacer.

José María Carrascal

Periodista de «ABC" (Madrid)

(*) almogávar.

(Del ár. hisp. almuḡáwir, y este del ár. clás. muḡāwir).


1. m. En la milicia antigua, soldado de una tropa escogida y muy diestra en la guerra, que se empleaba en hacer entradas y correrías en las tierras de los enemigos.

2. m. Hombre del campo que, formando tropa, entraba a correr tierra de enemigos.

3. m. pl. Antiguas tropas de Cataluña y Aragón.
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ÁLBUM DE FAMILIA