Por Pedro Taracena
LOS OJOS DEL FRANQUISMO
La mordaza de la Transición
impuesta al pueblo español, pretendía conseguir que nos olvidáramos de los
crímenes del franquismo y así quedarían impunes. Los herederos legítimos de
Franco impusieron de forma sutil, camuflando su intención de perpetuarse en el
poder, el llamado consenso, al cual le otorgaron toda clase de aciertos y bendiciones.
La democracia formal llegó pero fue una democracia vigilada por los ojos del
franquismo. Treinta y siete años después de la desaparición del Caudillo de
España, que lo fue por la Gracia de Dios, los hijos de la versión española del
fascismo y del nacionalcatolicismo, fieles a los principios del Movimiento
Nacional defendido por aquel fratricida 18 de Julio, son los actuales gobernantes
constitucionales de nuestra querida España. Todo sigue “atado y bien atado”. El
principal partido de la oposición cómplice de aquel perverso consenso, no tiene
legitimidad para defender a los españoles de los atropellos franquistas. Cuando
pudo no lo hizo; condenando por ley la
dictadura, el reconocimiento de la legitimidad de la República; conmemorando su
efeméride; obligando al Rey de España que secunde estas iniciativas; constriñendo
al franquismo al ostracismo e ilegalidad más absolutas; penando el más mínimo
atisbo de apología de la dictadura. Los
ojos del franquismo han llegado demasiado lejos. A los socialistas solamente les
queda lamentar sus propios errores, además de algunos pactados con los
herederos del dictador: reforma de la Constitución en contra de la voluntad de
los españoles, mutilar el principio de Justicia Universal de la legislación
española, homologarse con la Europa de los mercaderes, usureros, defraudadores
de hacienda y banqueros ladrones y criminales, mencionando los tres vetos que
han puesto a la reforma de la ley que provoca los sangrientos desahucios. Además
el socialismo español ha mantenido los perversos y anticonstitucionales acuerdos
con la Santa Sede, cómplice de mantener el régimen de Franco y ahora el nacionalcatolicismo.
Los ojos del franquismo están en “todos” los medios de comunicación comerciales
y públicos, “todos”. Salvo escasos tertulianos francotiradores del progreso y
la información de La Sexta. Y todos los partidos, nacionales o nacionalistas, a
excepción de la izquierda que huye de colocarse el prefijo “centro”, por activa
o por pasiva, pertenecen al santo consenso que se gestó bajo los ojos del
franquismo, yugo que les coloca en difícil situación de retorno a la democracia
real. El centro es la huída del franquismo hacia su eterno viaje a Ítaca, lugar
donde ni pretenden llegar. El espectro político actual es complejo pero fácil
de clasificar: El poder absoluto está en las mismas manos que estuvo en aquella
tarde aciaga del 17 de julio de 1936: el capital, la Iglesia, los empresarios
(antiguos caciques), la monarquía y los políticos lacayos haciendo comparsa.
Este lenguaje es demagogia a los ojos de los franquistas, pero no tardaremos de
asumirlo para que nuestro lenguaje refleje “vivir en la verdad”, como escribe
Vaclav Havel en su libro El poder de los sin poder. La derecha franquista en
contra del pueblo: sindicatos, funcionarios, trabajadores por cuenta ajena,
estudiantes, pensionistas, dependientes, jueces, fiscales, abogados, pequeño y
mediano empresario… La sombra del franquismo es alargada y ante los ojos del
franquismo nada queda oculto. La fractura social se ha consumado. La creciente
desigualdad entre pobres y ricos es un hecho patente en nuestra sociedad.
Estamos en los prolegómenos de la guerra civil, que no se rasguen las
vestiduras los hipócritas, un enfrentamiento sin bombas ni pistolas, pero sí
con sangre, miseria, pobreza, hambre, paro, desahucios, frustración juvenil y
ausencia total de futuro. La Europa del Norte es el verdugo de La Europa del
Sur y los franquistas han traicionado a su pueblo, escribiendo al dictado de Merkel
la sentencia de muerte de su propio pueblo. Esta demagogia no mata la suya sí…
¡¡LA VERGÜENZA NACIONAL!!