martes, 3 de mayo de 2011

ESPERANZA AGUIRRE, LA EMBUSTERA

Este es el único idioma que entiende esta señora. Está situada en un mitin perpetuo de una permanente campaña electoral, con dos propósitos claros y evidentes: Todo lo mal que funciona en la Comunidad de Madrid, tiene la culpa directamente Zapatero. Pero sobre todo su objetivo final es desbancar a Rajoy y colocarse ella en la Moncloa. Como se dice popularmente, miente más que habla. Miente que algo queda... Las mentiras la desbordan: Sus listas para las elecciones del 22 de mayo, eran inmaculadas y un día más tarde la verdad es que sus imputados lo son por “cosas estrafalarias”. Para Aguirre la presunta financiación irregular del PP, y la implicación de políticos de su partido en delitos de corrupción, son conductas “estrafalarias”. Es decir, desaliñadas en el vestuario o el porte. O extravagantes en el modo de pensar o en las acciones. Siguiendo con ese desparpajo frívolo con el que declama en sus improvisados encuentros con los medios, se atrevió a volver a la campaña de la conspiración; afirmando que Osama Bin Laden, jamás relacionó los atentados del 11-M con Al Qaeda. A las pocas horas ya habían desautorizado como embustes estas declaraciones de la condesa, al menos en diez ocasiones. Sus mentiras las utiliza para encubrir sus mutiles carencias y para atacar a propios y extraños. A sus correligionarios del PP y al Gobierno. Aunque la principal víctima es el pueblo, que tiene que soportar la privación de derechos constitucionales, agravio comparativo con el resto de las comunidades, que su neoliberalismo económico, nos tiene acostumbrados. Educación para élites y para la Iglesia, Opus Dei sobre todo. Dependencia, muriéndose los mayores en la lista de espera, para obtener una plaza digna en una residencia pública. Sanidad, una revisión de post-operatorio de cáncer de próstata, anunciada en septiembre de 2010 y aún sin fijar fecha. El esperpento llamado Esperanza Aguirre, es un fenómeno considerado como una excelente tesis doctoral, sobre la respuesta de un pueblo que valida con sus votos, los desmanes del despotismo ilustrado de una condesa. Bien es verdad que esta noble dama no sería nadie sin Telemadrid y los medios interesados en su postura conservadora, sobre todo los empresarios que algunos no disimulan su admiración.


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