La lideresa madrileña se supera a sí misma en cada instante. Se ha ganado a pulso el título de EL ENEMIGO DEL PUEBLO NÚMERO UNO. No es fobia, tampoco aversión personal, ni mucho menos manía persecutoria. Esta dama de acero se propone cada día llevar al pie de la letra el liberalismo económico y salvaje, aprendido en las fuentes conservadores del republicanismo americano más recalcitrantes, en la escuela de Margaret Thatcher en el Reino Unido y en el franquismo más genuino. Desea fulminar todo aquello que pueda ser público, en favor de lo privado: educación, sanidad y dependencia. A los sindicatos les niega el pan y la sal y su propia naturaleza constitucional. El único becerro de oro al que rinde honores, esencia de su ideología política, es el capital fluyendo en libertad bajo las reglas de los mercados. Es fácil constatar de qué forma la patronal de Madrid la venera. Aguirre es tosca y parca en las formas; faltando al respeto al pueblo con total soltura. Su objetivo final es liquidar hasta el último atisbo de control del Estado sobre la economía. De la mentira hace su método para desprestigiar al contrincante. No obstante, en estos días se le está cayendo la máscara que mantenía; culpabilizando de todos los males de la Comunidad de Madrid a Zapatero. Los reajustes que están manteniendo sobre todo en Sanidad y Educación, las comunidades de gobiernos no socialistas, dejan al descubierto sus verdaderas intenciones. Es de esperar que los madrileños que se creyeron sus mentiras de que ella era inocente, bajo el chascarrillo ripioso de que: “Pío pío que yo no he sido”, asuman la realidad de que la calidad de la enseñanza, la sanidad y la dependencia están en sus manos porque dependen de ella. Y si sigue empecinada, al menos los votantes no podrán alegar ignorancia. El Partido popular es prolijo en estos personajes, pero superar a Esperanza Aguirre en cinismo y mala educación, es muy difícil. Enemiga del pueblo porque es enemiga de su bienestar y su futuro; gobernando sólo para los que pueden pagarlo todo: colegios privados y si son de la Iglesia, mejor. Medicina privada directa o indirecta, desviando los temas relacionados con la sexualidad y la procreación hacia centros contratados eludiendo la ley.
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