En un estudio sociológico
llevado a cabo por la Universidad Rey Juan Carlos, los españoles, al margen de
los resultados de las elecciones propiciados por la Ley D’Hondt, se perciben
como mayoritariamente de izquierdas. La Constitución y las leyes progresistas
han ejercido una pedagogía sobre el pueblo español, que le ha colocado a la
cabeza del mundo. Por este motivo es preciso analizar el porqué de la mayoría
absoluta otorgada a un caudillaje salvador, precisamente, de signo abiertamente
contrario. La amalgama de ciudadanos que el 20 de noviembre de 2011, hizo que el
Partido Popular ganara las elecciones, es posible que no tomara conciencia de que
la mayoría absoluta en manos de Rajoy y los suyos, se convertiría en poder
absoluto de corte despótico, con merma sensible de la democracia y avalado por aseveraciones
inciertas. Para mejor comprender esta muestra social es preciso clasificar a su
electorado en tres colectivos: Los ideológicos,
de fidelidad y adhesión incondicionales. Son los franquistas cobijados todavía
bajo el manto del nacionalcatolicismo. La Iglesia, que habiendo perdido el
púlpito como medio de propaganda, se aferra a la enseñanza privada como baza
irrenunciable. El segundo grupo que apoya con pasión al caudillo Rajoy es el capital. La economía donde la derecha es
genuina. Es el sector que no cree en absoluto en el Estado del Bienestar, más
aún, preconizan que el Estado lejos de regular la vida económica en virtud de
la justicia, se reduzca a un mero personaje simbólico. Apoyan al Gobierno de
derechas con tintes nada disimulados de franquismo y nacionalcatolicismo, el
empresariado, la banca usurera, los mercados especuladores, los defraudadores
de Hacienda, así como los aprovechados de la economía sumergida. Y como tercer
colectivo tenemos que considerar aquella clase media que se siente de derechas
pero asumiendo como valores de la derecha, también, los logros conseguidos con
el Estado de Bienestar y los derechos sociales, que antes se consideraban
patrimonio exclusivo de la izquierda. Sin olvidar que una sociedad avanzada se
cimenta sobre una gran clase media, basando la felicidad como fruto conseguido
a través del derecho al trabajo y a la justicia social. Si el Gobierno salvador
que promete que con sus recortes que él llama reformas, sacará a España de la
crisis, miente o simplemente sigue al compás de Alemania; mostrando su
impotencia para hacer otra política, aunque la haya. Las políticas imperantes
hoy en el mundo no son alternativas de crecimiento y mucho menos de crear
empleo. El dinero no está para crear riqueza, sino para la especulación. La
salvación de España está en manos de los españoles. Un pacto de Estado
histórico donde el capital abandonara su vocación de explotar al hombre por el
hombre. Con un Gobierno que confiara más en España que en las instituciones
europeas, que están en manos de los especuladores, sería el camino más adecuado.
Las mentiras que hoy nos hacen creer, Rajoy y sus ministros, son las mismas
mentirás que estarán en vigor, cuando después de dos años, nos anuncien que los
impuestos lejos de bajar seguirán subiendo. Para entonces, el Estado del
Bienestar ya será historia en España, y la herencia envenenada de Zapatero
seguiría siendo la causante de todos los males que padecen los españoles. Si
los socialistas franceses llegan al poder, nada será igual para el eje
París-Berlín. Y el discurso de Angela Merkel, quizás, calle para siempre.
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