jueves, 8 de agosto de 2013

LA MAYORÍA INDECISA

Por Pedro Taracena Gil


"Nadie se baña en el río dos veces..."

El espectro resultante de las elecciones generales en España, es analizado desde los primeros comicios abordado desde diversos puntos de vista. Pero el electorado en no pocas ocasiones se propone que los analistas, comentaristas políticos y tertulianos, como vulgarmente se dice, no den ni una.
El tema vuelve a ser candente frente a unos hipotéticos comicios dentro de los dos próximos años. Después de cinco años de crisis sangrante, la corrupción política e institucional generalizada, las expectativas presentan un escenario apasionante para escuchar la voz del pueblo.
En primer lugar, podemos contemplar el colectivo fiel a su ideología, al margen del comportamiento corrupto de los políticos. Además de las sensibilidades nacionalistas o soberanistas, en España hay dos bloques marcados por las consecuencias históricas: La derecha franquista victoriosa de la Guerra Civil y protagonista de la dictadura aglutinados en el Partido Popular, por un lado,  y las izquierdas víctimas perdedoras del enfrentamiento fratricida, por otra. Bien es verdad que a lo largo de la historia esta aparente dicotomía ha perdido la hegemonía de antaño. Después de la crisis y del estado de corrupción generalizada que disfrutamos en España, hay quien piensa que a pesar de ser víctima sin distinción toda la ciudadanía, el español adicto a comprar La Razón,  el ABC, El Mundo o El País, va a continuar votando por  ideología.
En segundo lugar, es preciso analizar dos cuestiones previas: Los ciudadanos que no denunciamos la corrupción nos  convertimos en cómplices. Y aquellos que votamos a los corruptos porque nos favorecen sus corruptelas o por fidelidad ideológica, somos también corruptos. Cuando en un país como España que se ha llegado a unas cotas dramáticas de corrupción, fraude fiscal y economía  sumergida, los electores alguna responsabilidad tenemos. Más aún, cuando las políticas perversas emanadas de la troica europea, han causado tantos y tantos crímenes en toda la población, y el electorado vuelve a votar a los mismos políticos que nos han llevado a la ruina nacional, algo o mucho huele a podrido en reino de España.
En tercer lugar, como reacción  a tanto disparate criminal, han formado en la calle el ágora de los indignados. Demagogia lo llaman los responsables políticos. Pero antes de seguir es preciso reafirmar el contenido del vocablo, crimen, con todos los matices y sus acepciones que cada cual es libre de utilizar o no. Los indignados, los desahuciados, los dependientes, los estudiantes, los enfermos, los pensionistas, los inmigrantes, los parados, los funcionarios, los científicos, los profesores, los médicos y enfermeros… todos estamos  sufriendo recortes en los derechos constitucionales. Todo es legal pero manifiestamente injusto, la desigualdad es patente y los bancos, la patronal y la Iglesia están satisfechos con la gobernanza del PP, confundiendo la democrática mayoría absoluta, con el poder absolutista. Aunque su política es legal, su resultado es perverso e inmoral para el conjunto de los ciudadanos. Es un crimen tipificado por la conciencia ciudadana. Los crímenes también se cometen en tiempos de paz y los delitos también se cometen contra la moral, aunque las leyes sean legales. Ahora es el pueblo quien percibe dónde está el crimen. Al margen de la jerga jurídica. No en balde la justicia emana del pueblo. Este ágora aún no tiene forma política viable, pero es sin duda el sentir popular.
Después de estas tres sensibilidades que de ninguna forma acreditan, que se vayan a materializar en las urnas como expresión genuina de cada una de ellas, existe otra sensibilidad que sería la mayoría indecisa. Se ha venido hablando de la mayoría silenciosa, qua ahora es difícil de concretar porque la calle es un hervidero de gritos, denuncias y rechazo. Pero he tenido la oportunidad de debatir con uno de estos ciudadanos y me ha hecho ahondar en este colectivo cuya reflexión es coherente y exhaustiva.
En este cuarto lugar está la mayoría indecisa que lejos de ser el último colectivo a tener en cuenta, es uno de los que tienen planteamientos con base positiva para analizar. La mayoría indecisa, nada tiene que ver con los abstencionistas, los que votan en blanco o aquellos que entregan el voto para que sea considerado como nulo. Los indecisos se hacen un planteamiento de discusión permanente sobre qué ideología política o que personas son las más idóneas para gobernar, en el aquí y ahora de España. Y este debate agota el tiempo hasta el último instante. No se siente ligado a complejos ni prejuicios políticos y religiosos, y tampoco guardan fidelidad ideológica permanente. Son versátiles y su norte está en la Constitución. Su método consiste en cumplir las leyes, garantes del Estado de Derecho. Los logros políticos corregirán los errores cometidos. Para esta corriente de opinión los objetivos políticos se alcanzan con el devenir antropológico, político y hasta filosófico del ser humano. Esta corriente, salvando las distancias milenarias, tiene influencia del estoico Heráclito: "Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña." La realidad entendida como proceso o cambio. Proceso mediante el cual algo se hace o llega a ser, a consumarse. Para los indecisos las ideologías no deben ser dogmáticas, sino pragmáticas.
Estas cuatro formas de abordar las próximas elecciones en España, invitan a la reflexión seria y huir de las quinielas de encuestas interesadas, periodismo ramplón y publicidad engañosa.




1 comentario:

  1. Heráclito creo que dejó escrito en realidad: "nadie se baña dos veces en el mismo rio". Y por su parte Angel Gonzalez con su retranca poética nos dejó escrito "nadie se baña dos veces en el mismo rio, excepto los muy pobres".
    Te envio un abrazo. Alfonso.

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