miércoles, 13 de mayo de 2020

MI DIARIO EN EL RAID PARIS KABOUL PARIS 1970

Día 26 de julio de 1970 (Domingo)

Salida de Madrid sobre las 10 horas de la mañana.

El viaje sin novedad, nos quedamos sin gasolina.

Anécdota relativa a la esposa del Cid.

Dormimos en Irún.


Cuando se cumplen cincuenta años del viaje Paris Kabul Paris 1970, ha sido mi deseo extraer del Blog RAID PARIS KABOUL PARIS, el Diario de Abordo, autógrafo  perdido durante muchos años. 
Pedro Taracena Gil


50º ANIVERSARIO DEL PARIS KABOUL PARIS 1970-2020



Foto: Ángel Fernández


 
CAPÍTULO VMi particular viaje con el 2CV DIARIO DE ABORDO



Abordo del Cascorro II

 Pedro Taracena Gil, en la cota cero de su viaje.

Diario del Raid
París-kaboul-París
Agosto 1970
    
Preparación del viaje:



Atrás quedaban muchas jornadas de organización y preparación técnica del vehículo. Protección de los bajos del motor, acoplar depósitos supletorios de gasolina, incorporar neumáticos más duros, aunque menos confortables, dotarse una pequeña cantidad de piezas de recambios más urgentes. Platinos, bujías, alguna transmisión, plástico duro en prevención de rotura del parabrisas, cámaras de neumático, cables de acero, herramientas en general, etc.



En el orden administrativo, tramitamos un pasaporte para transitar por Bulgaria y Yugoslavia, estos países están prohibidos para los españoles. Con un certificado que acreditaba que el viaje era con fines culturales y deportivos, obtuvimos el pasaporte especial, quedando retenido en la Dirección General de Seguridad, el pasaporte vigente.


Como moneda, nos recomendaron llevar Traveler Check, en dólares. En ruta fui marcando los diferentes valores e las divisas, según pasábamos por las diferentes aduanas. Esta es la tabla que me fue sirviendo de intérprete monetario, según las siguientes cotizaciones:

1 $                                                   70 Pts
1 Peseta                                           7 Centavos
1 Nuevo franco francés                     12,82 Pts.
1 $                                                     5,46 Francos nuevos
1 Lira italiana                                     0,11 Pts.
1 $                                                     618 Liras
1 Dinar                                              5,60 Pts.
1 $                                                     12.5 Dínares
1 Leva                                               54 Pts.
1 $                                                     0,80 Levas
1 Lira turca                                        5 Pts.
1 $                                                     14.80 Liras turcas
1 Rial                                                 0.90 Pts.
1 $                                                     76 Riales
1 Afgani                                             0.80 Pts.
1 $                                                     82,50 Afganis

Recorrido del Raid Paris Kaboul-Paris.
Siguiendo los pasos de Alejandro Magno

Visado  de Bulgaria

La organización francesa, nos ha dotado de un carné de ruta, donde nos informaban del itinerario, de las características de cada país por donde pasábamos, lugares de concentración y fechas de las diferentes etapas.
La marca Total proporcionó vales de carburante y de aceite, canjeables en los países donde existen estaciones de servicio de esta petrolera. La Radio y Televisión de Luxemburgo, convocaron un concurso durante las primeras 24 horas del Raid, es decir París Venecia sin parar.



                                                              
  Visado de Yugoslavia

Contemplando los cerca de 8000 Kms, que teníamos por delante y los ocho países que nos quedaban por recorrer, establecimos un planing donde distribuimos días y kilómetros, ajustados a los lugares donde había control obligatorio. Más tarde la experiencia nos demostró que la realidad era otra...



Visado de Afganistán

Y hasta aquí los aspectos más relevantes de los preparativos de un viaje, en el cual, todos éramos inexpertos. Nuestro equipaje estaba repleto de ilusiones y fantasías y poco importaban los riesgos. La idea estaba fijada: Llegar a Kaboul conduciendo un 2 CV. Así se planteó y sí se llego a cabo. 


Diario Raid Paris Kaboul Paris

Este diario escrito durante el viaje de ida y vuelta, ha permanecido en paradero desconocido hasta el verano de 2002. Fue  hallado por su autor en la cámara  de la casa del pueblo, junto con 10 revistas de Citroën haciéndose eco del viaje, la documentación utilizada en el evento, así como libros técnicos del 2 CV.

Día 26 de julio, domingo

Salida de Madrid, sede de la filial de CITROËN, calle de doctor Esquerdo, 62, a las 10 horas. En la primera jornada de viaje, salvo que nos quedamos sin gasolina a la altura de Burgos, trascurrió sin novedad. Dormimos en Irum. (Anécdota relativa a la espada del Cid Campeador).


Día 27 lunes

Llegada a Behovia, Paso fronterizo en el Puente de Santiago. Allí controles y visados. Salimos de España: Dos chavales de Valencia, un joven de Vigo y su compañera irlandesa, dos más en otro 2 CV con matrícula de Alicante. Total ocho, pasamos a Francia y tomamos la ruta de Bayona, Bordeaux, Angonlen, Poitier, Tours, Chartres, hasta París.
Es la primera vez que viajo a París y toda Francia la contemplo como muy llana, fértil y con muchos bosques. No hay duda que donde hay agua, hay riqueza agrícola. Las landas quedan a nuestra derecha. Aquí el país galo, lucha contra la invasión de las arenas del mar, sobre la tierra firme. La desertización contra la fertilidad. Ese segundo día de viaje, comimos una comida muy extraña y muy cara.
Nos hospedamos en un pueblo llamado Chatellerault, en un hotel, donde se celebraba una fiesta familiar, despidiendo a uno de sus familiares que salía para Chicago. Esta jornada ha tenido su broche de oro, cenando una baguette enorme de jamón con mantequilla, participando de ese ambiente familiar y escuchando música de cantantes franceses. Hasta mañana.


Día 28 martes



Salimos a las diez de la mañana, después de desayunar y haber descansado muy bien. El nivel de vida de Francia es muy elevado, los pueblos tienen cierto aire de ciudad. Parece como si todo se hubiera restaurado o reconstruido de nuevo. Buenas carreteras y parece todo un vergel.
Tour es una ciudad maravillosa. Nos gusta mucho. Tiene una universidad muy bonita. Casas muy iguales, buena construcción y buenos accesos.
Llegamos a Chartres, cuya catedral visitamos y nos gustó mucho. Es de estilo gótico francés, altísima. Con un conjunto de vidrieras monumental. En el rosetón del altar mayor, se puede contemplar la Asunción de Ntra. Señora, de estilo barroco. El coro es muy amplio. El ábside es gótico, aunque se encuentran unas desnudas columnas, que desentonan con la armonía ojival. La planta corresponde a una estructura en forma de cruz latina, de gran altura.
Llegamos a París, cuya entrada realizamos por la Puerta de Versalles. Fue impresionante, accedimos a la ciudad por un túnel que al final, nos mostraba, la capital francesa a nuestros pies. Por París la circulación es de verdadero vértigo. De París, hoy  sólo puedo hablar de Bois de Bologne. Este pulmón de París es sensacional con sus ríos, lagos, islas, paseos y prados inmensos. Al final terminamos nuestro viaje nos hospedamos en un camping de las afueras de París, al no encontrar lugar en el Camping del Turín club en el parque antes mencionado. Este día cenamos con Pipo y su pareja irlandesa. Después de instalar nuestras tiendas de campaña. Descansamos muy bien.

 Día 29 de Julio miércoles.



Durante la mañana salimos del camping, cumplimentamos los impresos para solicitar el visado en la embajada de Afganistán en París. España, no tiene relaciones diplomáticas con el reino de aquel país y disponemos de un solo día para obtener el pasaporte con la autorización de la embajada. La Real Embajada de Afganistán en París, es de estilo clásico, situada en un barrio céntrico de París.

 Día 30 de Julio jueves.

Seguimos tramitando documentos para obtener los visados de Yugoslavia y Bulgaria, en ambas embajadas. Sobre estos países pesa una prohibición por parte del Gobierno español. A los españoles les está vetado viajar a todos los países del área de influencia comunista o soviética. En este viaje, a los españoles se nos ha retirado el pasaporte y nos han extendido uno nuevo con una autorización de transito para estos países, pero nos faltaba el visado exigido por las autoridades yugoslavas y búlgaras. La comprensión del personal diplomático, fue capaz de hacernos la tramitación en solo tres días, el visado de las tres embajadas. Toda una experiencia y un poco de vergüenza...

Día 31 de Julio viernes.

Una vez retirado el último pasaporte, decidimos hacer un poco de turismo. Visitamos el Louvre. Me impresionó la Venus de Milo, la Gioconda y las momias de Egipto.
Con la torre Eiffel, el arco del Triunfo y Notre Damme, comenzamos el  descubrimiento de la gran ciudad que es París.
De mi estancia en parís, destaco el caso insólito de conseguir que todos los participantes españoles, circularan en caravana por todo París sin perderse. En el bulevar Periespherique, nos quedamos sin gasolina, organizando un buen tapón.

Día 1 de Agosto sábado.

Concentración del equipo español en el cine de verano, no muy lejos del lugar donde nos encontrábamos. Pasamos el control a primeras horas de la tarde. La organización fue perfecta, mucha animación por parte de los aproximadamente 1300 chicas y chicos de entre 18 y 27 años, procedentes de todos los países de Europa occidental, Argentina, Nueva Caledonia y los equipos de apoyo de Citroën, Michelín, Total, la Radio y Televisión de Luxemburgo, el Ministerio de la Juventud francés y periodistas y fotógrafos de medios de comunicación. Como dato curioso, vimos que participaba un joven matrimonio con un niño de días. También participan chicas que pilotaban sus propios coches.
Hemos logrado encontrar a Jöel que conducía una furgoneta de muy antigua fabricación. Este joven francés era el hijo del Jefe de Taller de la filial de Citroën en Madrid.
Los jóvenes acatamos las instrucciones, que la organización que nos trasmite por megafonía, en varios idiomas. Ante la emoción y expectativa de todos vamos a salir... Rafa, mi compañero, llama a un perro que cruza delante de nuestro coche: “Mesieur le chien”
La salida se da sobre las ocho de la tarde. Cada diez minutos, cincuenta coches salen del cine de verano, improvisado como aparcamiento de salida, camino de la autorrute de Lyon. Todo el mundo nos despedía con entusiasmo. La juventud europea se lanza con alegría a una nueva aventura. Los coches habían sido preparados con entusiasmo y hasta con gracia. Como más tarde contemplaremos en las fotos, los acabados de los coches son de todos los gustos y estilos.
Salimos por la autorrute N-6 dirección Lyon, que parte de ella es de peaje. La carretera estaba abarrotada de vehículos, coincidiendo con la salida de los parisinos hacia las playas del sur de Francia. Pero hasta aquí se circulaba bien. Al finalizar la autorrute, había un embotellamiento producido por un accidente de un compañero de viaje suizo.
Participan en el Raid, jóvenes con coches matriculados en Francia, Noruega, Suiza, Argentina, Irán, Austria, Alemania, Suecia, Yugoslavia, etc. Por la carretera hay un ambiente sensacional. Por todas las rutas y en todas las ciudades del recorrido, nos encontramos con jóvenes con el mismo ideal. El de llegar a Kaboul, capital de Afganistán.

 

Salimos de París a las ocho y media de la tarde, pasamos la frontera suiza por Ginebra, a las siete y media de la mañana. Desayunamos, visitamos la parte antigua y moderna de la ciudad. Entramos en una iglesia sobre la cual había esta inscripción: Iglesia Católica Romana. Para un español esto suponía una novedad, ya que no estamos acostumbrados a otro culto que el oficial. Volvimos a pasar a Francia y por el túnel de Mont Blanc, llegamos a Italia. El cuenta kilómetros del coche nos dice que tiene 11 Kms de longitud.
 Ya en Italia tomamos la autoestrada de Turín a Venecia por Milán. Hemos conducido toda la noche. Tenemos un lío de libras y francos de impresión. Nos hemos sorprendido curiosamente que cuando nuestros relojes marcaban las dos de la tarde, hora de París. En Turín, eran las tres. Después de quedarme dormido mientras mi compañero conducía, al despertar, había quedado atrás la ciudad de Millán y su catedral. Ahora vamos aproximándonos a la ciudad de Mestre, a cinco kilómetros de Venecia. Los jóvenes seguimos saludándonos y nosotros a ellos. Llevamos 24 horas sin parar y saliendo del coche sólo para repostar y comer. Nos quedan pocos kilómetros para pasar por la ciudad de Verona, donde Shakespere se inspiró para desarrollar la acción de su inmortal Romeo y Julieta. Por los países del Mercado Común no hemos tenido problemas con los pasaportes. Dormimos la noche del día dos en un hotel en la ciudad de Mestre.
  

Extraña forma de cruzar una frontera.


Joël y su compañero se disponen a reparar el cambio de velocidades de su furgoneta 2 CV en un control en Teherán
 
Día 3 agosto lunes

Hemos salido de Mestre, donde hemos pasado la noche a las 9 de la mañana, hora de España, con rumbo a la frontera de Yugoslavia  cercana a la ciudad de Trieste. Nos han entretenido más de una  hora en la aduana. Hemos entablado amistad con Pascal. Un joven muy simpático del Gran Ducado de Luxemburgo. Mientras la pesada estancia en la aduana, otros jóvenes, han entablado conversación conmigo y con agrado y sorpresa exclamaban: ¡Madrid! ¡España!
Entramos en Yugoslavia y hasta ahora, hemos pasado por una zona muy parecida a nuestra Galicia, pero con un nivel superior. Hemos visitado Zagred, que me parece una ciudad con un nivel bastante bueno. Los camiones que nos cruzamos son casi todos del Estado. En un supermercado hemos comprado pan  y vino. Presidiendo la tienda tenían un cuadro del presidente Tito. Los guardias de la ciudad visten de blanco y son todos muy jóvenes. Por las calles había alguna monja. Por el campo pudimos ver dos capillas de la Virgen. La geografía ha cambiado, es más llana pero con mucha vegetación.
Llegamos a Belgrado, la capital, sobre las 12 y media de la noche local. Muchos camiones, nos hemos encontrado por la carretera. En este trayecto coincidimos con Joël y cenamos juntos. El control de Belgrado tiene lugar en el Hotel Internacional y dormimos en tiendas de campaña en sus alrededores. Allí encontramos a nuestros compañeros. Aquí se ha producido el primer control de Raid. Salimos a las 6 de la mañana. Al salir de Yugoslavia hemos visto un cura.

Día 4 de agosto martes

Vamos camino de Sofía. Nos comunican que unos jóvenes que conocimos en la frontera de Yugoslavia se han dado un golpe y están heridos en un hospital. Hemos cruzado Belgrado y a estas horas de la mañana, las calles están llenas de gente para ir al trabajo. Cruzamos una zona nueva muy espaciosa y otra con solera antigua. Parece como si los comercios y los bares, ya los preparasen para abrirlos. Por fin salimos de Yugoslavia y entramos en Bulgaria. Este país es deprimente. Geográficamente, es más irregular y más seco. Hicimos una pequeña escala en Sofía. Una ciudad muy triste. Hemos sido un atractivo en la vía pública. Pocos coches en las calles. Casi todos los productos se venden en almacenes tipo supermercados. La capital de Bulgaria dispone de una red de tranvías. Hemos comprado una sandía en un puesto en la calle. Intentamos meternos en un restaurante y una vez sentados en una mesa, había que ir al mostrador y del mostrador a la mesa con la comida en una bandeja. Hemos tenido que optar por comprar unas “cosas” rarísimas de carne y pescado y comérnoslo. Apenas hay coches por la ciudad, a pesar de ser medio día. Ya por el campo se ven cierta cantidad de máquinas modernas de labranza. Las mujeres se ven con frecuencia, arreglando carreteras y jardines de la ciudad. Todo es muy extraño en este país. Hay fotografías de Lenín por todos los sitios. En Sofía vi un Iglesia. El ambiente en nuestra ruta sigue igual. Los jóvenes se saludan, no importando la matrícula que lleven sus coches. El claxon y el saludo no entienden de nacionalidades. A nuestro paso sorprendimos a unas mujeres hilando. La gente búlgara nos sonríe y nos saluda. En la frontera de Turquía con Bulgaria, la gente nos dice: ¡España! ¡Andalucía!

La parte turca era una verbena, si la comparamos con la estricta aduana búlgara. Llegamos a tiempo de instalar nuestra tienda de campaña en un camping en la ciudad de Edirne. Al atardecer, presenciamos un rito musulmán en una mezquita.
 
Día 5 de agosto miércoles



Vamos camino de Estambul. Nos encontramos muchos nómadas en la carretera. Los niños y los pastores nos piden tabaco. Por fin llegamos a Estambul (Istambul), antigua Constantinopla y antigua Bizancio. La ciudad es muy grande, dos millones y medio de habitantes. Hay infinidad de mercados. Perece como si todo el mundo vendiera. Hemos comido en un restaurante judías en ensalada de tomate muy bien aderezadas. Hay mucha pobreza y una gran anarquía en la circulación. En general es muy vieja toda la ciudad. Los mercaderes salen de sus comercios para vender sus mercancías. Todos los mercados son típicos y muy envejecidos. Visito Santa Sofía, un templo cristiano cerrado al culto, pero abierto al público como museo. Sensacional. Una vez en el interior, las explicaciones me las dio un italiano. La gente que nos encontramos, hablan unas cuantas palabras en todos los idiomas. Era gracioso escuchar a un turco hablándonos de la “Madona y el pícolo bambino”. Refiriéndose a los mosaicos magistralmente conservados en las cúpulas de Santa Sofía. Por otro lado no se bebe vino. Se toma Coca Cola, zumos y té, hecho en samobac. Al visitar dos mezquitas, una de ellas la maravilloso Mezquita Azul, me descalzaron y por llevar pantalones cortos, me vistieron con una bata hasta los pies de color azul. Y así pude pisar el alfombrado sagrado. Hemos tomado comida típica en una galería de una vieja taberna, ubicada en una calle de un mercado. A pesar de estar prohibido el vino, abusando de nuestra condición de turistas, hemos tomado un vino rarísimo.


Se me había olvidado que al entrar en Estambul, la Oficina de Turismo de Turquía, fue la encargada de concentrarnos en grupos y guiarnos con la ayuda de la policía, hasta el lugar donde se pasaba el segundo control de Raid y donde nos iban a hospedar. Es un inmueble de varios pisos que corresponde a una residencia de estudiantes vacía en verano. Nos instalamos de cuatro en cuatro. Aquí ha sido la primera vez que he compartido habitación con chicas. Nos proporcionaron cambio y bebidas. Se dio la anécdota, en aquella etapa, de que había jóvenes cambiando el cigüeñal, el embrague y reparando cambio de velocidades. Hasta la TV y la prensa se han hecho eco de estas escenas. Era impresionante con la  frialdad que reparaban los coches aquellos improvisados mecánicos. El ambiente creado en la residencia de Estambul, era muy bueno. Joel y su compañero de viaje, durmieron aquella noche en nuestra habitación.

 Día 6 de agosto jueves



A la mañana siguiente, Joel y su colega, han tenido una aventura con el latiguillo de freno trasero derecho. Hoy hemos pasado el estrecho. A nuestra derecha queda el Mar del Mármara. Ahora recuerdo que ayer me dijeron que no era lícito ir con los pantalones cortos. Estambul desde el estrecho a bordo del barco es preciosa. Una vez ya en la parte asiática, hemos comido no muy lejos de Estambul, camino de Ankara. Hoy hemos contemplado que hemos salido como noticia en los periódicos de la mañana. Hasta ahora tanto en fronteras como en las ciudades se han portado muy  bien con nosotros.  Al salir hoy de la mezquita un niño me repetía que era yo su amigo si me dejaba limpiarme las sandalias y al final de he dado 5 liras turcas. Los limpiabotas y los niños que limpian parabrisas y calzado abundan en esta ciudad.

 Día 7 de agosto viernes


 Amanecimos ante el Monte Ararat

Hemos llegado a Ankara. Es una ciudad muy moderna. Las chicas tienen minifalda. Había más en la calle que en Estambul. La gente sigue teniendo la costumbre de ir cogidos del brazo, aunque se ve más en hombres que en mujeres. Todos seguimos con mucho entusiasmo en el Raid. A los suburbios de la ciudad había muchas casitas poblando una serie de colinas que rodean Ankara. La gente sigue pidiendo tabaco a nuestro paso. Durante el camino vimos muchas eras trillando a la antigua usanza. Hay mucho contraste entre el campo y la ciudad. El viaje de Ankara a Érzurum resulta muy aburrido, el terreno es más adusto y agreste que nuestra Castilla. Los chavales nos tiran las primeras piedras. Otros nos ofrecen fruta y nos saludan. Nos hospedamos en un hotel. La ciudad de Chivas. A nuestra llagada la ciudad sufrió un apagón y estuvimos sin luz unas horas. Los taxis son carruajes. Nos hemos encontrado una señora que habla español por su contacto con unos españoles y sudamericanos.
 
Día 8 de agosto sábado



Hemos iniciado la etapa más dura que hasta ahora habíamos encontrado. La carretera es de tierra. Nos siguen tirando piedras. Hemos pasado por un pueblo y una infinidad de niños se han agolpado sobre nuestros coches. Nos piden tabaco. Me he sentido agobiado por la gran cantidad de caras extrañas que rodeaban la ventanilla. La geografía sigue siendo austera y muy árida. Es una gran meseta con enormes bajadas y subidas. No pudimos pasar de 60 Kms por hora. Cerca de la carretera identificamos lo que podría ser un cementerio. El camino es infernal, muchas piedras, tierra y mucho polvo. Hemos tenido que cruzar dos ríos sin puente. Los participantes nos inventamos una forma que unos copiamos de los otros. El piloto conducía y el copiloto se colgaba literalmente del para golpes trasero para que el vehículo se levantara lo más posible de la parte delantera. Acelerando a tope en primera velocidad, cruzábamos desalojando el agua a la máxima velocidad posible. Los demás aplaudían, tomaban fotos y rodaban películas. Todo se desarrollaba en un clima deportivo y juvenil. Los chavales siguen tirando piedras a los coches y palos a la calzada. Como la velocidad era lenta y el polvo invadía la ruta, éramos presa fácil de nuestros agresores. Ahora la geografía ha cambiado un poco, es más verde. Al final de esta nefasta jornada, llegamos a hospedarnos en la universidad de Érzurum. Al final la policía nos acompaña y nos sentimos un poco más tranquilos. Nos vimos reconfortados por una ducha turca, que nos alivió del calor y del polvo. Allí se trasladó el banco para cambiar dinero. Durante la noche hace mucho frío. Érzurum es una ciudad fea. Muchos participantes, sobre todo franceses desahogaban su indignación haciendo bromas  sobre la demanda de cigarrillos y el lanzamiento de piedras. Hemos llegado al control dentro de la hora establecida 459 vehículos y a Érzurum 409.




La desviación de la ruta establecida nos deparó estos paisajes sobrecogedores, aportando más alicientes a nuestra aventura.

Día 9 de agosto domingo

Hoy es domingo no voy a oír misa porque va a ser imposible encontrar una templo católico. Acabamos de recorrer Turquía, hemos pasado la frontera de Persia. Aquí llevan dos horas de adelanto con respecto a España.  En este país va a ser un lío ya que los caracteres de sus letras son totalmente árabes. Sólo los nombres más importantes vienen en letras latinas. Persia tiene pocas ciudades pero se ve un nivel de vida mayor que el de Turquía. Hemos pasado por las ciudades de Maku y Tabriz, esta última con unas avenidas enormes. La carretera sensacional. Hemos bajado a los valles durante mucho tiempo y hay una vega muy fértil. Las mujeres aunque se ve que visten a la europea llevan una especie de velo que les cubre desde la cabeza a los pies. Pero con el viento descubren sus minifaldas y su atuendo totalmente occidental. El trayecto comprendido entre Érzurum (Turquía) y Tabriz (Irán), permite cruzar la comarca o región denominada Kusdistán. Dejamos al norte Armenia. Es una zona donde habitan los kurdos tomando parte de Turquía, Irán e Irak.

Día 10 de Agosto lunes




Nos encontramos concentrados a unos kilómetros de la ciudad de Teherán para que la policía nos escolte al lugar del control. (Se me olvidó escribir que las comidas turcas en general no me han gustado, la comida la tenían hecha y tú elegías) Hoy a las seis de la mañana he comido por primera vez en Irán huevos para desayunar y me han gustado mucho. Ahora son las nueve y media, hora persa y nos encaminamos con un policía a la cabeza hacia la capital del Estado. En general me ha causado buena impresión Persia (Irán). Teherán es preciosa, una ciudad espaciosa y muy moderna. La policía se ha volcado con nosotros. Nos han instalado en un colegio donde hacemos el aparcamiento y la acampada. Comimos en un restaurante y nos pusieron para comer huevos crudos, una especie de leche agria y un pollo con arroz. Al principio nos dieron la carta en letras iraníes. Por la tarde pude comprobar la amabilidad del pueblo persa. Colaboraron varias personas para la solución de un problema de nuestros pasaportes en un hotel; poniendo incluso a nuestra disposición sus coches. Un joven musulmán me acompañó bastante tiempo hasta encontrar el colegio donde nos hospedamos. Me llevo por el barrio católico, más que católico, cristiano. Más tarde tuvimos una recepción en el colegio patrocinado por el Automóvil Club de Teherán. Nos pusieron la piscina a nuestra disposición. Como dato curioso, la piscina se usa hasta las 5 de la tarde por las mujeres y a partir de esa hora, los hombres. Evidentemente nosotros hicimos uso mixto del baño con la extrañeza de los nativos. Dormimos en el colegio, la mayoría en el césped del campo de rugby. Se han portado con nosotros sensacionalmente. He paseado por las calles de Teherán, dan más nivel que Turquía. La fotografía del sha y de su esposa, se ven en todas partes. Se ha cercado un joven al coche y me ha pedido un autógrafo. Hemos recibido azucarillos con mensajes de bienvenida en inglés.



Rutas de Alejandro Magno

                                                                                                 Citroën
Día 11 de Agosto martes



Hemos visitado el bazar, es un mercado impresionante y he comprado tres platos persas de metal. La circunvalación a las capitales es amplísima. Otro joven me ha obsequiado con un limón. La gente es muy amable con todos los del Raid. Vamos camino de la costa del mar Caspio. Hemos hecho un alto en el camino bañándonos en una piscina que había al paso. Un gran número de policías nos acompañan al mando de un coronel. Un coche de los mismos nos acompañan en el baño. Ha cambiado el paisaje, hemos pasado de una zona montañosa y agreste a un verdadero vergel y además está lloviendo. Me recuerda Galicia. Continuamos hacia el mar Caspio y cruzamos una llanura verde. (Ah, se me olvidaba escribir que en Turquía vimos lavar la ropa a palos).
He visto por primera vez el mar Caspio. Me ha llenado de sorpresa al ver que el agua no es salada. Hemos armado un lío impresionante en una gasolinera. Nos habían cobrado de más y hemos deshecho el lío en cuatro o cinco idiomas. Español, iraní, inglés, francés y por si fuera poco el interprete era italiano. Nos hospedamos en un pueblo llamado Gorgden.
 
Día 12 de Agosto miércoles.

Ha sido un día agotador. Unos 400 Kms. De camino infernal. Todos los coches hasta los topes de polvo. Los Meharis de una forma increíble y los tripulantes más. Hemos hecho un alto en el camino, en una especie de cantina en medio de aquella desolación. Todo es austero, polvoriento y sin vida. Cuando hacemos una parada en un pueblo, es un acontecimiento. Todos los chavales alrededor de nosotros pidiéndonos pitillos. Comimos en un restaurante y entramos en la cocina para elegir la comida y cogieron la carne de la cazuela con la mano. Las comidas en general no las aguanto. Por la tarde la carretera sigue igual o peor; teniendo que cruzar un pequeño río sin puente. Los pinchazos se suceden. Hemos visto dos tribus de nómadas. Nos hospedamos por la noche en un hotel de la ciudad de Mascad. Esta ciudad tiene una entrada impresionante. Consta de grandes avenidas paralelas. Entramos en la ciudad por un larguísimo paseo y con una enorme pancarta nos daban la bienvenida a los participantes de Raid Citroën. Tiene una iluminación perfecta. En general sus mercados y bazares son geniales.

Día 13 de agosto Jueves


Encontramos muchos camellos y animales que cruzan la carretera. Hemos pasado por una zona que era prácticamente un desierto. El aire abrasa y es muy veloz. Hace mucho calor. Pasamos la frontera con Afganistán. Primero la aduana de Persia, muy complicada. Hemos estado en ella cerca de dos horas. El control de los vehículos es muy severo. A 20 Kms se encuentra la frontera y aduana afgana. También muy complicada. A pocos kilómetros de ella nos han tirado las primeras piedras. La frontera sólo está marcada en el mapa. Sólo hay desierto y ante nuestra visita han improvisado unas tiendas para la gestión de visados y la presencia del banco para facilitar el cambio del dinero. Se ve que es un país muy poco poblado. La geografía sigue muy agreste y los pueblos de barro muy pequeños. Todos usan turbante. En la frontera persa hemos podido comprobar la poca educación de los franceses. Nos han hecho guardar cola y parecían borregos. A más de cuarenta grados y con un viento abrasador. Llegamos al Hotel Herat y ya habían llagado nuestros compañeros. Cenamos una comida típica, arroz con carne. A nuestros compañeros Jorge y Vicente, se les ha roto la suspensión. He dormido en una de las terrazas del hotel. Los jardines estaban llenos de gente. Según nos comentan es un país tremendamente religioso. La pobreza debe ser general. Un pueblo que apenas ha avanzado. Los soldados visten de una forma desigual y con uniformes muy viejos.
 
Día 14 de Agosto viernes


Salimos a las ocho de la mañana, cinco en España. A lo largo de la carretera hay soldados con uniformes militares muy viejos. Aún no hemos visto una mujer. Este país es una monarquía. Parece un país de leyenda. He recorrido ya casi 1000 Kms. por todo el Afganistán. El calor es abrasador, 45 grados dentro del coche. Todo lo que nos rodea es un verdadero desierto. Todo es un páramo sin fin. No hay vegetación apenas y la que hay  está seca. Hasta ahora, sólo dos ciudades semejantes a pueblos y no vemos más habitantes. De vez en cuando se ven grupos aislados de nómadas. Coches apenas se ven en la carretera. Se nos ha quemado la instalación de los faros antiniebla. Hay una bruma que apenas se ve el fin del horizonte. Hemos encontrado con ansia un caudaloso río y todo el mundo se ha tirado al agua. Una joven se ha bañado en bikini. Entonces los nativos han venido en manada y un guardia nos ha hecho retirar los coches del río. Continuamos la ruta y pasamos a la ciudad de Kandahar. He visto a mujeres tapadas por completo menos una especie de rejilla en los ojos. Después de comer sobre las cinco de la tarde en un parador muy rústico, después nos han desviado al aeródromo. Éste es muy moderno, europeo y además es internacional. Tomamos coñac con hielo que nos invitó Pipo. Pipo lleva hasta Kaboul a un hippy norteamericano y allí se encontrará  con una chica que viaja con él en auto stop.




En el aeropuerto cenamos con Vicente y Jorge. Después de cenar vimos a dos chicas afganas. Tenían un magnetófono con música europea. Les prestamos cintas españolas y estuvimos tomando wisky escocés. Nos acostamos en una residencia que hay en el mismo aeropuerto. Como normalmente el calor del día es abrasador, el cuarto estaba como un verdadero horno. Apenas hemos podido dormir. Este aeropuerto parece ser que está previsto que sirva de escala para los vuelos que cruzan Asia hacia oriente lejano.

Día 15 de Agosto sábado



                                                                                                                                      Citroën
Día de la Ascensión del Señor en el mundo católico. (Treinta y cuatro años más tarde cuando se está pasando al ordenador este diario, es  evidente que su autor cometió un error. El 15 de Agosto es la Asunción de la Virgen María a los cielos). El día se presenta caluroso. La carretera que cruza el Afganistán es una calzada sensacional, obra de rusos y americanos. Está construida de hormigón armado con juntas de dilatación y sobreelevada un metro para evitar la invasión de las dunas. La pista está muy bien señalizada, cruzando infinidad de ríos, la mayoría secos, a través de un buen trazado de puentes. Nos encontramos a menos de 350 Kms. de Kaboul. Unos kilómetros antes y después de las ciudades y en los puntos estratégicos hay guardias haciendo carrera.  En un restaurante vimos un cartel de toros de España en español. En las carreteras hay una señalización muy curiosa. Hay curvas con unos relieves tan altos en el centro de la calzada que es imposible pasar de una parte de la calzada a la contraria. Hemos hecho una pausa en el parador de Ghazni y nos han servido una Coca Cola de bote. Para abrirla ha sido un poema... Al final han encontrado el abridor y nada más pinchar ha salido una proyección de bebida que me ha puesto perdido. Por tres cocas 140 afganis ¡No está mal! Estamos llegando a Kaboul. La geografía ha cambiado. El páramo lo hemos dejado atrás y vamos ribeteando unas montañas de relativa importancia. A nuestra izquierda, es decir al Oeste, queda una gran vértebra del Hidu - Kush  (4708 y 4236 metros de altura sobre el nivel del mar). El cielo está semi nublado y la temperatura dentro del coche es de 30º Hoy ha corrido viento fresco del Norte. Hace tiempo venimos viendo guardias a lo largo de la carretera. Diviso unas banderas y pancarta de bienvenida... ¡Ya hemos llegado a Kaboul!


                                                                                                                     
  Citroën
Día 16 de Agosto domingo

Ayer no pude escribir nada más, no tuve tiempo. Kaboul me ha impresionado. La llegada fue apoteósica. Llena de guardias, policías, etc. Nos hospedamos en la Universidad de Kaboul. En nuestra habitación están los tres de Valladolid, la catalana y su esposo Miguel. Visitamos Kaboul y me sorprendió el mercado, la falta de higiene. Las comidas colectivas. Se venden muchas pieles de astracán. Visitamos con frecuencia el restaurante europeo. Hemos conocido dos hermanos catalanes muy simpáticos, ella es novia de un chico afgano. Aquí en la Universidad han montado un gran bazar. Hoy he visto a Joel que mañana se va a la excusión de las minas de una gran buda. Ahora son las doce y los chicos de Valencia y los hermanos acaban de abandonar la universidad y se instalarán en el camping. Todas estas experiencias me están emocionando mucho. El viaje, las anécdotas, las aventuras... Este verano para mí es sensacional. Es el trampolín para lanzarse al agua de los viajes. Los de Valladolid y el matrimonio han salido para el regreso a occidente. Los comercios están llenos de gente del Raid. Las anécdotas se suceden sobre todo con el idioma. Las drogas se venden con facilidad. Se comentaba que hoy había algún compañero drogado en la universidad. Las mujeres están totalmente tapadas. Hay alguna, sobre todo jóvenes que visten a la europea. Me voy a la cama, hasta mañana. Hoy no he podido oír misa, creo que había una a las diez de la mañana...


                                                                                                 Citroën

Día 18 de Agosto martes

Ayer no pude escribir el diario. Por la mañana preparamos los coches. Sobre las doce fuimos a comer al restaurante europeo. Por la tarde de compras. Compramos gorros de astracán, pieles, abrigos, objetos de adorno y algunas joyas. Se podía adquirir sables antiguos y fusiles de la reina Victoria. Por los mercados nos acompañaron María Rosa y Sana, el afgano. Cenamos en el restaurante europeo y regresamos a la universidad. Al principio Kaboul me deprimía, pero al final de este día me agradaba más. Regateaba con los tenderos en la calle de las pieles sobre los precios. Hoy salimos de Kaboul sobre las seis de la mañana. Sólo quedan en la universidad Miguel y Maria Rosa. He sentido nostalgia al dejar la universidad, aquellas paredes que me han albergado... En Kaboul quedan muy pocos coches ya. ¡Adiós Kaboul! A muy pocos kilómetros hemos visto un accidente de un 2 CV que por el distintivo de la puerta supimos que se trataba de un compañero del Raid. Posteriormente nos comunican que uno de ocupantes ha muerto y otro está gravemente herido. El camino de regreso sigue siendo ardiente.
En el mismo río que al ir, me he dado un baño. El día ha sido agotador muchos kilómetros y mucho calor. La gente está poco disciplinada en la carretera. Se paran sin dar las luces de noche. Todos lo pueblos se preparan para fiesta de la independencia. Hay chicas ensayando el desfile. Dormimos en el Parador de Herat. A las tres de la mañana vinieron María Rosa y Miguel.


                                                                                                                   
 Citroën
Día 19 Agosto miércoles

Salimos camino de la frontera ¡Adiós Afganistán! Nos encontramos con una gran tribu de nómadas acampados con motivo de una feria de ganado. Ya hemos cruzado la frontera de Afganistán. Nos encaminamos hacia Mash’had para dormir en Sirvan. Antes de salir de Afganistán se voló mi gorro de piel con gran disgusto por mi parte. Lo busqué hasta que un viajante que caminaba por la carretera lo encontró. La carretera hasta Mash’had es, menos algunos tramos muy malos, el resto es bastante bueno. Hemos comido en una casa de barro abandonada, he podido comprobar el estilo de construcción iraní. Hacia las diez de la noche hemos llegado a Sirvan porque hemos quedado con Miguel y su hermana. Cerca de nosotros acampan unos franceses. Hay un ruido de agua cerca de un arroyuelo.

 
La carretera está próxima y es muy mala. Estamos en una llanura y el suelo presenta un aspecto como si hubiera habido corriente de agua o inundaciones. Después de acampar, sin tienda de campaña porque la noche era muy cálida, metido en mi saco de dormir, puede contemplar un espectáculo inédito para mí. El cielo estaba saturado de constelaciones y la ausencia de luces cerca, permitían brillar a las estrellas y alumbrarnos en plena noche como nunca lo había visto. No era necesario encender ninguna lámpara, el reflejo era suficiente. Era como un crepúsculo interminable.
Al cruzar Mash’had hemos visto que todo el país está en fiestas y desfilaban por las calles tres camiones que portaban los retratos del Sha, el emperador, su esposa, la emperatriz y  su hijo, el príncipe heredero, acompañado con una gran algarabía de los chavales.



Día 20 de Agosto jueves

Cruzamos el tramo peor de la nefasta carretera, por llamarla de alguna forma. El calor es sofocante, el camino será malo hasta llegar a una ciudad llamada Psat. Después la geografía cambia y nos encontramos con un vergel muy cerca del mar Caspio de nuevo. Dormimos muy cerca de Amol. Cenamos con unos alemanes muy cachondos. Algunas casuchas del camino, me recuerdan a nuestra Galicia. El hotel donde hemos pasado la noche era muy bueno.


Día 21 de agosto viernes

Vamos camino de la capital de Teheram, la zona sigue siendo verdosa. La vegetación y los árboles suben hasta las mismas cimas de las montañas. Es cierto que nos hemos perdido de la ruta preconizada oficialmente y estamos conociendo nuevos itinerarios, por supuesto diferentes al viaje hacia Kaboul. Pero nos alegra ver que todos los pueblos que cruzamos están en fiesta, se debe de tratar de una fiesta de índole nacional. El cielo está nublado y la temperatura es más bien baja. Llegamos a Teheram. De nuevo en esta bella ciudad. Al llegar a esta ciudad, nos informan que la chica de Barcelona se ha quedado en Mash’had con síntomas de tifus. Lo cual comunicamos que causa baja en el Raid. Vicente y Jorge han tenido problemas con el radiador. Miguel y María Rosa han llegado bien al control. El coche de Joel ha tenido un problema con el cambio, les he prestado mi ayuda.


Día 22 de Agosto sábado

Nos encontramos en la autovía de circunvalación hacia la salida de la ciudad. Anoche cenamos en un restaurante de estilo europeo con aire acondicionado y música ambiental. También comimos en un auto servicio. Persia me ha encantado, hemos cruzado ciudades modernas, llenas de vida. Muy bien urbanizadas. Teheram me ha gustado mucho. A la salida vemos el barrio industrial. La juventud la veo muy moderna y progresista. Se ven muchas chicas vestidas a la europea, aunque muchas llevan encima una túnica como si fuera un velo. No lo utilizan para cubrirse, más bien para coquetear sujetándose el velo con la boca. Nos hemos bañado cerca de un puente derruido. Algunas personas nos contaron que había sido el agua y otros que había sido un terremoto. El puente estaba muy bonito y tiene una inscripción que debe de hacer constar la fecha de su construcción. Después hemos comido en el campo.
Acabamos de pasar por Tabriz, ciudad enorme y tremendamente iluminada. Nos faltan para la frontera con Turquía más de 200Kms. Dormimos cerca de la aduana para cruzar temprano.


Día 23 de Agosto Domingo

Hemos amanecido en la frontera turca con otros dos compañeros. Anoche pasó un incidente lamentable entre Jorge y Vicente, los valencianos, hoy ya se ha solucionado. Al amanecer contemplamos que estábamos cerca del monte, del cual habla las Sagradas Escrituras, que fue donde se paró frente a él el Arca de Noé. El monte Ararat (5165 m. De altura). Así se le denomina en Armenia. Y entre los turcos y persas, respectivamente, con los nombres de Aghri Dangh (monte áspero) y Kuhi Nuh (montaña de Noé). El día transcurrió sin novedad. Yo conduje el coche de Miguel y María Rosa pero con mi compañero de viaje. Dormimos en una arboleda. Pasamos por un puente colgante muy estrecho y nos sorprendió  que unos chavales, posiblemente pastores, se dedicaban a coger a las cabras y tirarlas al río. Hemos acampado con muchos franceses y belgas en un lugar cerca de la carretera. El camino de regreso nos ofrece el mismo aspecto que a la ida. Parece que Turquía, toda ella está ocupada militarmente. Unos militares apuntándonos con sus fusiles nos dicen que nos paremos. Nos piden el certificado de vacunación del cólera.




Día 24 de Agosto  Lunes

Salimos de Recinchan, habíamos acampado en sus afueras y nos encaminamos hacia la zona mala de los vados. Cruzamos este nefasto terreno y viajamos hasta Ankara y en un hotel nos hospedamos. Los niños nos siguen tirando piedras.

Día 25 de Agosto Martes

Vamos camino de Estambul que dista de aquí unos 400 Kms. Ya sólo nos quedan cuatro días para llegar a París.  Hoy cruzaremos en el ferry a la parte europea de Turquía. Asia me ha gustado como aliciente y experiencia. El mejor país de los tres asiáticos que hemos visitado, el mejor sin lugar a dudas, ha sido Persia. Después Turquía y por último Afganistán. Esto sobre el nivel de vida, pero en cuanto a atracción en plan personal y como simpatía, Irán y luego Afganistán. En Persia la gente es muy cariñosa y muy amable. Me han quedado muy buenos recuerdos de Irán. Por otro lado Miguel  quiere quejarse al Gobierno Militar por el comportamiento de los soldados con nosotros en la carretera. De pararnos para pedir tabaco y echar al alto apuntando con el arma.
Llegamos a Estambul. Todo bien. Tenemos noticias sobre el estado de la compañera catalana. Se encuentra en Teherán mejorada. A media tarde emprendimos viaje a Edirne. Dormimos en la misma habitación con los franceses. En Estambul la pareja de la chica catalana, como anécdota, nos contaron que habían buscado la torre de Pisa en Venecia.


Día 26 de Agosto Miércoles

Pasamos frontera de Bulgaria. Hemos recorrido toda Bulgaria. Ahora me ha gustado más que antes, en el viaje de ida. Hemos comido maravillosamente y barato. Cruzamos Sofía por todo el centro y me ha gustado mucho más que la vez anterior. Es de suponer que crucé la ciudad por otros lugares menos importante que la parte céntrica e histórica de la capital. Me parece una ciudad muy dinámica y con solera europea. Por la tarde hemos pasado la aduana, en la cual, un policía búlgaro ha exclamado: ¡La España de Franco!
La agricultura en Bulgaria es sensacional. Amplias zonas de frutales y vides. Las mujeres las hemos encontrado trabajando en las carreteras y el campo. Hemos pasado la noche en un motel de carretera hacia Belgrado a unos 100 Kms. de la ciudad. La mayoría de los coches de la ruta son de matrícula alemana.



Día 27 de Agosto Jueves
 
Vamos camino de Belgrado. La mañana está muy húmeda, hay relente y una pequeña neblina, me recuerda las mañanas de Galicia. Hoy pasaremos a Italia para dormir en Venecia. Comimos en un motel de carretera. Proseguimos viaje hasta Trieste, pasamos la frontera y dormimos en Mestre, en el hotel Sirio. Esta ciudad es la parte terrena más cercana a Venecia. Cenamos en un restaurante muy elegante. Fue un momento bueno, me acordé de Margarita, ya que había una italiana que se parecía a ella. Además, la música de fondo me recordaba viejos tiempos.


Día 28 de Agosto Viernes

He recorrido Venecia en vaporetto hasta la  célebre plaza de San Marcos. He recordado a Juan XXIII que fue patriarca de Venecia unos años. Me ha gustado mucho esta ciudad. Es una ciudad para volver a gozarla. Sus casas sobre el agua, las palomas de la plaza. El templo de San Marcos donde fue patriarca el Papa bueno. Tanto arte por doquier. Es una ciudad de capricho. Los medios de locomoción son todos marítimos. Es muy romántico el ambiente de sus calles, de sus canales. 




Ahora nos encamonamos hacia la frontera de Francia recorriendo hasta Turín la auto estrada del Norte de Italia. Me agrada escuchar como hablan los italianos. Hemos hecho un alto en un restaurante, donde había un gran supermercado. Un mirador nos permitía contemplar la velocidad de los coches en la autopista. Circunvalamos Turín que se ofrecía como una gran ciudad industrial. He evocado mis viejos tiempos en mi educación salesiana. He recordado a Don Bosco y la casa madre de la congregación salesiana. Salimos de Turín camino de los Alpes. En la cima de un tremendo puerto se encuentra la aduana. Encontramos a dos coches españoles que no correspondían a nuestro viaje, matrícula de Barcelona y de Gran Canaria. 




Por recomendación de la organización del Raid, debíamos eludir Suiza, porque iban a realizar un severo control sobre plantas, flores y especies. Por este motivo hubo una gran dispersión hasta encontrarnos otra vez todos en Francia. El monte que cruzamos era el Mont-Canis (3320 metros) y la frontera está situada en el Paso de Mont Cenis  a 2083 metros de altura. Los paisajes son sensacionales y los pueblos se ocultan entre las bruscas montañas. Hemos visto un viejo monasterio que al parecer lleva el nombre del monte que cruzamos. Se ve que puede ser del Cluny. Nos encaminamos hacia Lyon. Es ya casi de noche y viajamos a 2384 metros ya comenzando a descender este monte. La temperatura la hemos tenido de 18º y algo de niebla. En estos momentos comienza a llover. Es la primera vez que llueve en el viaje y lo hace relativamente de forma copiosa. Un río burlando los pequeños pueblos se deja escapar de las montañas alpinas.




Jorge, el valenciano estudiante de periodismo, sin lugar a dudas es el español que con más vehemencia está viviendo esta locura...

Día 29 de Agosto Sábado 

Hemos dormido en el coche. Por la autorruta N-6 nos encaminamos a la ciudad de París. El cielo está nublado y llueve de forma intermitente. ¡Hoy acaba el Raid París Kaboul París, 29 de Agosto de 1970! Dentro de unas horas, París de nuevo. Por la tarde fuimos al control. Los familiares de los participantes franceses se agolpaban para saludar a sus familiares que llegaban del largo viaje. Nos ofrecieron una cena donde todos celebramos el regreso felizmente. Jorge y Vicente llegaron los últimos. Celebramos la despedida con la catalana y el chico de Lyón con champán. Por la noche dimos un paseo por San Germen de Pret. Había nostalgia por la finalización del viaje. Dos chicas se vistieron de afganas con el burca. Los de Valladolid, tienen un problema de dinero y hay que ir al aeropuerto de Orly para prestarles dinero.


Día 30 de Agosto Domingo

Salimos de París por la autorruta A-6 camino de Madrid. Los demás españoles salieron a las 12 de la mañana y entrarán a España por Endaya. Nosotros decidimos entrar en España por Lepertus y seguir toda la costa Mediterránea hasta Valencia y después hasta Madrid. Años más tarde mi padre me informó que por esta misma frontera abandonó España hacia el exilio...
Adjunto documentos transcritos de los originales
Trabajos que todos los participantes en el Raid PARIS KABOUL PARIS 1970, tuvimos que presentar. Esta es la muestra de dos de ellos:




El Melonero

Hacía ya varias horas que habíamos salido del control de Herat, el Sol nos caía encima con toda fuerza, envuelto en una fina calima que dejaba borroso el espejismo en el que se perdía la carretera. Era la última etapa antes de llegar a Kabul, mil cien kilómetros de desierto en línea recta. El calor nos aturdía y discutíamos sobre cualquier tema con tal de romper la monotonía y el sordo ronroneo del motor. Cincuenta grados marcaba el termómetro.
Vimos camellos solitarios que rebuscaban con el hocico debajo de las piedras para encontrar algo de humedad o una brizna de hierba, y levantaban la cabeza al oírnos pasar, mirándonos extrañados con su cara de aburrimiento. De vez en cuando, alguna caravana se recortaba en la nube de calima. Cruzaban la carretera y volvían a desaparecer, y nos hacíamos preguntas con un involuntario matiz filosófico.
¿De dónde vendrían por ahí?
¿A dónde irá, si no hay nada?
Y seguíamos tragando kilómetros, pero parecía que siempre estábamos en el mismo sitio. Cada dos o tres horas parábamos y nos mojábamos la ropa con el agua del bidón y aprovechábamos para comer una tajada de sandía. Nunca hubiéramos pensado que las sandías se conservaran tan frescas por dentro. Pasó un Mehari suizo y nos saludamos. A bocinazos, como si hubiera en el desierto otra cosa que nos pudiera distraer de su pasada. Iban los dos con la cabeza envuelta en turbantes blancos que habrían comparado en el bazar de Herat. Esperamos unos minutos hasta que desapareció el rumor a lo lejos. Ni un solo ruido. El silencio pesaba tanto como el sol o el polvo…
¿Vamos?
¿Sí, vámonos?




El Hindu Kush

Echamos agua en los asientos y otra vez en marcha. Cuando arrancábamos pasaron unos franceses con los que habíamos cenado un par de días antes y nos saludaron y se perdieron envueltos en el lago de aire caliente que brillaba tembloroso a lo lejos.
Sabíamos que a la derecha estaba en Hindu Kush y a veces, fijándonos bien, se adivinaba su impresionante silueta. ¿No hubiera sido mejor atacar sus puertos a cuatro mil metros que eternizarnos en esta interminable recta? Pero ya en Mashad unos canadienses que venían de Calcuta nos habían advertido que se tardaba una semana en jeep. Y sólo teníamos día y medio. Prometimos volver algún día y atravesar el imponente macizo.
Ya comenzaban a verse algunos huertos, apretados en las riberas de algún pequeño arroyuelo, chupándole la escasa agua que les traía de la montaña. Pero ahora nadie los cultiva, estaban todos los campesinos al borde de la carretera.
Los niños corrían y gritaban alborotados, y los viejos enturbantados, sentados en cuclillas, nos miraban pasar filosóficamente sin parecer que le importara mucho. Los niños nos extendían dos dedos en uve, como signos churchilianos de victoria, y gritaban “Mister, sigaret, sigaret, mister” “Lo siento, no sigaret, finiahed”. Y, resignados, se volvían a poner en cuclillas, esperando al otro mister. Excepto algún que otro inconformista que nos despedían amistosamente a pedradas.
Kandahar debía estar cerca, pues ya se veían más rebaños de ovejas y más camellos. Y también se veían casas de adobe, con pequeñas cúpulas que se multiplicaban y se confundían con las dunas donde morían las estribaciones del Hindu Kush.
La avenida de entrada en Kandahar estaba bordeada de pinos. Eran la primera sombra que veíamos desde Harat, y había un militar bajo cada árbol. Llevaba uniforme de gala para recibirnos, los pantalones azules o grises y hacíamos esfuerzos por ver dos soldados vestidos de igual manera.
Desde muy antiguo, Kandahar era el centro de enlace de las caravanas que unían Kabul con Herat, Handahar, Karachi o Teherán. Después de comer nuestro tradicional ahish kebab en un hotel (que anunciaba “paychedelio ambianco” a los hippis en busca de paraísos artifíciales), fuimos a ver el bazar.
Bazar de Kandahar… Sólo meses atrás estas palabras nos sonaban a sueño inaccesible. Bazar de Kandahar, con sus sedas, lapislázulis, pulseras de oro y topacio y alfombras de Boukhara. Por la estrecha callejuela del bazar circulaban burros, bicicletas, y algún motorista con aire de mucha dignidad. Estos últimos solían ir vestidos con un amplio y elegante pijama azul y tocados con un gorro como el de Nehru.
Nadie vocea su mercancía. Frente a una tienda de relucientes cacerolas un panadero tenía amontonados sus panes (pan-suela o pan-servilleta, como los llamábamos) y compramos unos cuantos para acompañar una lata de sardinas que todavía teníamos en reserva. Como de costumbre, una manada de niños nos sigue, riéndose de nuestros pantalones cortos, pidiendo cigaret, mister (¿creerán que es una sola palabra?) y tratando guiarnos cada cual a la tienda de su padre. Los viejos, ellos, siguen en cuclillas con su actitud de eterna espera, como si desde hace siglos esperasen a que ocurriera algo por lo que valiera la pena moverse.
El colorido está en todas partes: en las frutas, en los vestidos de las mujeres, en los camiones aparcados que están pintados como si fueran guiñoles, en las fabulosas boukharas que se encuentran hasta en la más humilde casa de té y que respetan los nativos descalzándose religiosamente antes de entrar a tomar su “chai”. Entramos en una de estas casas – nuestra escolta se quedó fuera – y pedimos “two chai” a un individuo con cara de haber participado en la matanza del Khiber. Ensayamos la posición de loto, pero nuestras caderas dolían y probamos a ponernos en cuclillas, como la hilera de afganos que estaban tomando el té en la alfombra de enfrente. Al rato desistimos, mientras los afganos reían llenos júbilo, y nos sentamos llanamente en el suelo a tomar nuestro té verde. Afuera se oía el murmullo del bazar, pero los clientes estaban en total silencio, bebiendo a pequeños sorbos, mojando en el té un terrón de pan de azúcar y dejando que se les derritiera en la lengua, como si se tratara de algún misterioso ritual.
Nos calzamos y salimos. Las hordas de niños se habían disuelto y pudimos pasearnos tranquilos. Dos herreros daban forma a una gran paila a golpes de martillo que retumbaban por toda la calle. Nos alejamos de ahí huyendo del ensordecedor ruido y doblando una esquina aparecimos frente a una tienda donde un anciano de ojos mongoles vendía espingardas y rifles viejos, seguramente parte del botín que quitaron a los ingleses en el paso de Khiber. Las espingardas tenían arabescos de marfil, y varias de ellas todavía funcionaban. El viejo nos miraba con los ojos casi cerrados y no parecía molestarle que estuviéramos hurgado en los mecanismos. Husmeando en la trastienda descubrimos un samovar de cobre que desplegó bajo una capa de polvo una docena de medallas de premios concedidos en ferias. Logramos distinguir entra las retahílas de caracteres cirílicos algunos nombres que nos eran familiares: Moscú, San Petersburgo, Odesa y, naturalmente, las fechas que evocaban tiempos de los Romanov: 1900, 1899, 1901.No lo pensamos más:
¿Cuánto? … ehh… How much? Y frotábamos pulgar contra índice.
El anciano sonrió, cerrando todavía más sus ojos, y negó con la cabeza.
Debe de ser algún recuerdo. No insistas.
Pero debió de comprender y rápidamente abrió dos veces sus manos con los dedos extendidos. “¿Twenty?” le dijimos, “No, no, ¡ten!”
El anciano, como indignado, empezó a frotar las medallas con el borde de la manga y nos soltó una perorata en árabe, señalando las inscripciones,
Twenty, twenty, y seguía frotando las medallas y abriendo y cerrando el grifito. “Ten dollars, o nos vamos”, e hicimos ademán de salir. Soltó un gruñido o una palabra en árabe y extendió la mano para recibir su billete de diez dólares que se quedó examinando.
Salimos encantados con nuestra tetera rusa, y ya en la calle nos paramos a observarla mejor. Tenía en la parte baja más detalles, algunas en francés, y excepto un asa que faltaba, estaba en buen estado.
Se iba haciendo tarde y Kabul quedaba todavía lejos. Íbamos hacia el coche cuando pasamos por un puesto de sandías y melones, custodiado por un hombre de piel coloreada y suave y ojos oblicuos. Estaba con varios amigos, todos en cuclillas y silenciosos, en eterna espera.
Al vernos las piernas desnudas rompió a reír, enseñando una reluciente dentadura de oro, y sus acompañantes le corearon. Nosotros dos nos mirábamos sin comprender muy bien tanto escándalo, pero al cabo de un rato se calmaron y nuestro hombre se levantó y muy decidido, sin preguntarnos nada, cogió un melón y lo puso en un platillo.
No, no, queremos una sandía, y le señalábamos el otro melón. Nuestro hombre nos sonrió comprensivo, cogió otros tres melones, los puso en el otro platillo y alzó victorioso su balanza. Pero no parecía estás bien la medida, así que tomó un ladrillo y lo añadió a los tres melones.
Pero, oiga, queremos una sandía, san-di-a, y nos acercamos a coger una. Nos paró levantándonos los brazos, y empezó a explicarnos algo muy seriamente, mientras sus amigos asentían sonriendo. No sabíamos si reírnos o coger una sandía, y ponerla en el platillo a la fuerza. Seguía hablándonos, y ahora había dejado a balanza en el suelo y hacía grandes gestos, señalando sus melones y sus sandías, y pedía su opinión a los otros y todos decían que sí y sonreían.
Oye, vamos a sacarle una foto con sus melones. Pero al ver brillar la cámara, todos se pusieron en pie de un salto y se colocaron alrededor del melonero. Por nada del mundo iban a perderse el salir en una foto. Y el melonero, no dispuesto a que le fotografiaran haciendo trampa con las medidas, paró por fin de hablar, cogió las dos primeras piedras que encontró, las puso en el otro platillo y alzó la balanza comprobando triunfalmente que ambos lados pesaban lo mismo.
Sonó el chasquido, y no aguantando más, soltamos a carcajada. El melonero nos miró sorprendido, miró a sus compañeros, y acabaron todos riendo con nosotros.
Siendo al parecer imposible comprarle una sandía, y viendo el trabajo que había costado pesar el melón, le ofrecimos unos afganis para que lo cobrara. Muy ofendido, nos puso el melón en las manos y se negó rotundamente a recibir nada.
Bueno, no comprendimos muy bien lo que había pasado y nos despedimos de él agradeciéndole el regalo. Sonreía, y miraba orgulloso a sus amigos que le correspondían la sonrisa, y mientras montábamos en el coche nos decía adiós con la mano.
Dispersamos los niños que se arremolinaban alrededor del Dyane y tomamos la ruta de Kabul. Todavía quedaban unos trescientos o quinientos kilómetros.

José Manuel Cort Sanz
Santiago Ruiz-Morales


La Ruta de Alejandro Magno
Qué bonito es estar loco

Miste, mister…

Asia es algo muy distinto a lo que esperábamos, a la imagen que nos habíamos formado a través de las novelas o de las películas.
Asia ha superado la época en la que el extranjero se le llamaba “ben saib”, ahora se le llama “mister”. Es 1970 y un continente en trasformación. Es otro paso hacia delante.”
Pero dejemos de teorizar. ¿Por qué nos fuimos al Afganistán en coche? En casa dijeron “porque estáis locos”. Cuando nos entrevistaron por televisión la expresión fue dulcificada “estos jóvenes ‘chiflados’ se van a…”. Pero nosotros considerábamos que estábamos perfectamente cuerdos. En cualquier caso y si alguien creyendo que nuestro viaje fue una acción de personas no demasiado centradas, yo recuerdo el slogan que un amigo mío, publicitario, puso de moda en España: “Déjese querer por una loca”. Por ahí van los tiros. Si esto ha sido una locura es francamente bonito estar loco.
¿Ha sido difícil correr un raid de casi 17.000 kilómetros? Bueno. Para nosotros fue todavía más dificultoso conseguir la documentación… y el dinero.
Cuando todavía en Barcelona, repasábamos los mapas del recorrido imaginábamos las mil y una aventura que podían ocurrirnos, creo que no acortamos casi ninguna. Asia a pesar de los “mass media” sigue quedando muy lejos, plasmada falsamente en unos libros de geografía que, no lo había sabido hasta ahora, merecen la pena ser quemados.
¿Qué hace falta para atravesar Francia, Suiza, Italia, Yogoslavia, Bulgaria, Turquía, Irán y Afganistán, en coche y con solo 29 días de tiempo? Evidentemente pocas cosas: Los 29 días, un coche y sobre todo ganas.
¿Lo pasamos mal en algún momento? Claro. Era parte de la emoción del viaje. Pero, sinceramente, esperábamos encontrar muchas mas dificultades. Pienso que la peor fue la inexperiencia. Hicimos París Belgrado en una sola etapa. Nos íbamos turnando en el volante y llegamos francamente cansados. Nos sirvió para aprender que en un raid de este tipo hay que dosificar fuerzas. Lo importante es dividir las energías. Llegar al control a tiempo, claro, pero sin estar agotados. Y tal como teníamos planeado el recorrido se podía hacer perfectamente. Había, repito, que dosificarlo.
París Belgrado no es una etapa con problemas. Circulamos de noche, nos dieron la salida a las 21 horas, y nos encontramos con toda la circulación que regresaba de vacaciones. Cada 4 o 5 horas nos relevábamos. Para nosotros las carreteras eran totalmente desconocidas, en esto nos llevaban ventaja los coches franceses o suizos, algunos de los cuales las conocían palmo a palmo. No hubo problemas en las paradas para estirar las piernas durante un rato.
Nos causó una cierta emoción la entrada en Yugoslavia. Los españoles solo podemos entrar en los países de Este mediante un pasaporte especial, facilitado para un solo viaje. Era un poco la fruta prohibida, la manzana que Eva nos daba. El país nos sorprendió favorablemente, como nos pasó con Bulgaria donde las características de raza y carácter del hombre centroeuropeo se hicieron sentir con mayor fuerza. Tuvimos problemas para entendernos. Recuerdo una anécdota. Paramos a desayunar en un restaurante situado junto a la carretera. Tratamos de explicar a la camarera cual era el menú   que deseábamos. La muchacha asentía con la cabeza. Probamos en francés y en inglés. En la mesa de al lado otro equipo del raid trataba de hacerse entender en alemán. La camarera seguía diciendo que sí. Al final a todos nos trajeron huevos al plato. Pero ¡qué caramba! Estaban buenos.
Al regreso comimos en Sofía. Indudablemente fue la ciudad que más sorprendió. El contraste era para nosotros mucho más fuerte que el que sentimos en las capitales asiáticas. Su monumentalidad, la frialdad de su gente… Sentimos algo parecido a lo que un habitante de un iglú del Polo Norte sentirá al llegar a París.
Pensamos que Bulgaria era una nación que lucha por abrirse paso, pensamos… muchas cosas y nos desesperaba un tanto no podernos entender con la gente. Estábamos allí, en medio de ellos y sin embargo estábamos incomunicados. ¿Cómo es el hombre de la calle en Bulgaria? No lo sé. Pero sacamos una buena impresión de su silencio.
Por la noche ya estábamos en Turquía. Fueron 29 días devorando países, apartando de nuestra mente la idea de quedarnos en un punto cualquiera y convivir con sus gentes. Para nosotros la carretera era un poco un tubo de cristal que nos permitía ver el paisaje, pero no nos dejaba entrar en él.
Estambul, al final de una recta, era el caos más perfectamente organizado que jamás he visto. Allí había ya que olvidarse de cómo se conducía en nuestra ciudad. Hay que adaptarse a una nueva vida.
Los días que pasamos en el “city center” del fallecido imperio otomano serán difíciles de olvidar. ¿Por qué, por ejemplo, no se respetan las señales de tráfico y en cambio no se producen accidentes? Es difícil de comprender, supongo, para toda mentalidad occidental. Porque, aunque todavía no habíamos cruzado el Bósforo ya estábamos en Asia. Es el pueblo y no la tierra lo que une o separa.
¿Y las noches? ¿Qué se dicen de las noches de Asia? Su cielo parece mucho más estrellado que el nuestro, apto para excitar la imaginación de un poeta.
Nosotros dormíamos dentro del coche, de nuestro Dyane, que habíamos habilitado para convertirlo en casa durante la noche. Es prácticamente imposible explicar lo que se siente cuando tumbado en el coche, la capota recogida, y teniendo como techo una cúpula de estrellas uno comienza a pensar. Quizás eso sea la libertad.
Pero… había que pasar el siguiente control, volver a la realidad. Carretera, carretera, carretera. Los ferris del Bósforo nos avisaron de que cambiábamos de continente. Estábamos atravesando esos lugares que el turismo normal no ve. El interior de los países, la realidad de los problemas.
En Turquía nos chocaban los niños sin escuela y las caravanas militares. Parecían dos castigos a los pecados del hombre. El exotismo que para nosotros pueda representar una mezquita lo rompía la presencia de un tanque o un soldado armado de metralleta.
Atravesamos los primeros trozos de pista. La zona de los vados. Los pasamos de noche, buscábamos alguna emoción y tuvimos emoción y resfriado. Nos despertaron los ladridos de un perro que acompañaba un rebaño de ovejas
Aquella mañana cambiamos las ruedas. Era aconsejable la banda dura. Nuestro Dyane se estaba portando francamente bien. Por cierto, nosotros lo llamábamos “Moshé Dayan” por su similitud de pronunciación con el ministro israelí. No tuvimos ni una sola avería en todo el viaje, ni un solo pinchazo. Eso sí, se nos rompió el parabrisas delantero de noche y en pista. La piedra la había lanzado un compañero que ni tan siquiera se dio cuenta de ello. Estábamos muy cerca de Mashad y la primera agencia de Citroën nos solucionó el problema.
Teherán había sido un paréntesis en nuestro viaje por Asia, presenta el aspecto de una ciudad incorporada plenamente a occidente. Su ritmo de vida, la actitud de sus gentes, la industria que la rodea. El bazar es un rincón aparte aquello sí que es la Persia de los libros de texto. Pero las grandes plazas, las anchas avenidas, las bebidas de cola y las agencias de las grandes compañías aéreas, nos hacían sentirnos como en casa.
De Teherán hacia adelante. Hacia Herat, Kabul y el regreso. Paso de frontera aparentemente improvisado en Persia. Cola, larga cola, por cierto. Allí pude comprobar, como en otros puntos de nuestro viaje que todo lo que tiene de aventura el recorrido que hemos realizado va a desaparecer. Carreteras anchas y bien cuidadas se están construyendo junto a las actuales pistas. El progreso resta belleza salvaje y la sustituye por otra diferente, la belleza del ordenador y la informática a la que nuestras mentalidades no están desde luego acostumbradas.
Herat, ya en Afganistán, era el contraste de nuestro tiempo. Una ciudad moderna con hoteles que envidiarían muchas ciudades europeas y mentalidad oriental. Pasamos el control y seguimos camino. No pudimos resistir la tentación de sentarnos un rato en la carretera, sentir el calor de una noche tibia, mirar las estrellas y charlar un rato. La carretera, sin tráfico, e iluminada tan solo por la Luna era un espectáculo de los que no se repiten con frecuencia. A un lado y a otro del desierto jugando a las sombras. De repente un control de policía: “pueden continuar”. El camina hacia Kabul fue penoso. No estábamos acostumbrados a las temperaturas tan elevadas. Fue quizás el día más desesperante. Un río mitigó la situación.
Kabul se abrió ante nuestros ojos cerca de la una de la madrugada. Estaba vacío. Tan solo los agentes de tráfico que esperaban nuestra llegada. Una ducha y una cena. Un placer de mitología griega de cuento oriental.
Kabul fue el espectáculo distinto con el que nos enfrentamos cada día. Las mujeres cubiertas de pies a cabeza. Los turbantes, las mezclas de razas. Y un contraste: los hippies. Porque Afganistán es la antesala del Asia paradisiaca donde el hippie se ha refugiado. Es el camino hacia el Paquistán, la India, el Nepal. Santuarios de una cultura de una cultura distinta, mitificada, con razón, por la intelectualidad occidental.
París Kabul, faltaba Kabul París y lo logramos. El regreso, aunque más apretado de tiempo fue más fácil, teníamos ya una experiencia.
¿Qué fue lo más importante del viaje? Haber: convivido con gente tan distinta de lugares tan lejanos. Habernos acercado a ese mundo que lucha por conocernos a nosotros, por mejorar tu status de vida. Porque el primero, el segundo y su Tercer Mundo sean uno solo.

CARRERAS-BUESO-DAROCA










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