sábado, 23 de abril de 2016

OTRA VEZ A VUELTAS CON LAS ENCUESTAS, O ALGO PARECIDO...


Por Isidoro Gracia
Exdiputado



Estación Puerta de Atocha Madrid
Por Pedro Taracena

A principios de 2015  escribí, en este mismo medio, sobre el alud de sondeos, encuestas y estudios que intentaban, más que conocer las intenciones de voto, dirigir ese voto hacia lo que el que paga desea.

Como algo más de  un año después estamos, otra vez, en un magma muy similar, conviene revisar experiencias y unas referencias mínimas que permitan al ciudadano de a pie afrontar el trance sin “tolear”. Empecemos por lo más elemental: Para entender algo del ese alud de encuestas, sondeos y otros instrumentos, es necesario algún conocimiento básico sobre esas técnicas sociológicas.

Las diferencias entre los distintos métodos están relacionadas con su extensión y, sobre todo, el tipo de respuestas que los consultados pueden dar. Las encuestas son largas con múltiples preguntas, y múltiples respuestas, algunas a iniciativa del encuestado. Los sondeos son cuestionarios cortos, a menudo con una sola pregunta. Los estudios son meras interpretaciones de datos, muchas veces proporcionados por ajenos. Solo si una encuesta o un sondeo científico están bien realizados pueden proporcionar una visión fiable de la opinión de mucha gente, y no solo de los que fueron entrevistados. Y un principio lógico: cuanto mayor sea la extensión del cuestionario y el tamaño de la muestra, menos cocina será necesaria. 

Para unas Elecciones  Generales el CIS suele, o solía, utilizar del orden de 15.000 encuestas, la mayor parte realizadas en persona, y lo que se está publicando, con profusión,  se basa en muestras de 1.000, 2.000 o 2.500 consultas telefónicas. En las elecciones del 20 D, para los 4 principales partidos,  el CIS tuvo errores del  2 al 8% de los votos válidos, por lo que en algún caso el desvío, respecto a los pronósticos, superó la cuarta parte del % real, y ello a pesar de que el CIS cuenta en su despensa con el mayor histórico de especias para la “cocina”. Y si revisamos el resto de encuestas y sondeos de grandes medios, es que la mayor parte ni acertaron en el orden de las cuatro primeras fuerzas políticas.

Para que la consulta se pueda calificar de científica la muestra debe ser suficientemente amplia (como hemos visto este requisito se incumple por la práctica totalidad de lo publicado hasta ahora) y la elección de los consultados debe componerse de una mezcla adecuada de una elección muy dirigida de los colectivos y muy aleatoria en los individuos a consultar. La consulta telefónica elimina de la muestra a todos los que no tienen teléfono y a aquellos que no se aclaran con las nuevas tecnologías, pero que votan (toda una amplia clase social). Por otra parte los históricos de las empresas que las realizan ni se aproximan al del CIS, y en el momento de la interpretación de los datos, para que sea lo más objetiva posibles y próxima a la foto del momento, es imprescindible detectar esas sutilezas que da la experiencia, y para ello la historia de las elecciones anteriores es la única película fiable, incluso más después de la importante inflexión producida el 20D.

Un dato que debería figurar, junto a la ficha técnica, es el de los resultados directos, aún sabiendo que estos demandan inexcusablemente la cocina del experto para que sirvan de análisis de la realidad y aproximarse al resultado de las elecciones. Esto suele ser ignorado por muchos de los medios, por una razón muy obvia: evitar que el lector saque sus propias conclusiones.
Con todas esas premisas, podemos apuntar a una conclusión evidente: La práctica totalidad de lo que se está publicando, valorado en conjunto,  tiene como primer y casi único objetivo,  que el electorado, que pasa por un estado de confusión superlativo, acepte las tesis ideológicas que interesan a los dueños del medio que publica la encuesta, sondeo o estudio.

Esa confusión está siendo alimentada desde importantes grupos de presión económicos y mediáticos, así como por el propio gobierno y su partido, para que ignorando realidades como el impacto de los recortes, las pérdidas de derechos,  y una corrupción no tan generalizada, como por otra parte se quiere vender (la inmensa mayoría de los casos se centra en un solo partido), el hipotético bien a obtener mediante la emisión del voto sea algo tan etéreo e instrumental como la estabilidad, confundiendo la herramienta con la obra.

Vamos, que lo que menos importa es la opinión de los entrevistados, en contra de lo que la mayor parte de los titulares mediáticos sostienen, lo verdaderamente importante para los que invierten en las consultas es influir en una opinión pública, que tiene difícil digerir el alud  de datos y discursos, que recibe desde los portavoces de los distintos partidos, y la incomprensible, desde el punto de vista democrático, inacción del principal responsable,  en medio de una situación política donde la venta de estabilidad es un insulto a la inteligencia, o al sentido común , si así se prefiere.


1 comentario:

  1. Los espacios que ocupa Isidoro Gracia en CUARTO PODER, demuestran, ante todo, que es un gran conocedor de la materia que trata. Me parece una lección magistral este trabajo sobre los sondeos y encuestas con claro cariz tendencioso. La Casta que hicimos la Transición está tocada de muerte, porque es una farsa y como toda hipocresía, es insostenible en el tiempo.

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