lunes, 7 de febrero de 2011

EL PERIODISMO QUE VIENE

CUARTO PODER

(Ensayo de una profesión en reconversión)

La crisis mundial afecta, también, a los profesionales de los medios de información. Aunque los periodistas desarrollan su función como trabajadores por cuenta ajena o como autónomos, los vínculos con sus empresas respectivas conllevan tomar parte del llamado cuarto poder. Este poder es fáctico no está constituido legalmente, pero es fehacientemente ejercido por los entes de prensa radio y televisión. Bajo la máscara de la independencia, se esconde la línea editorial que rinde cuentas a sensibilidades políticas, es decir, partidos con representación parlamentaria o corrientes políticas minoritarias, que en algunos casos están rayando en la ilegalidad. En el campo de la sensibilidad religiosa, el fenómeno en España es singular, pero la Iglesia tiene una gran influencia mediática. Por otro lado la economía marca la pauta a seguir, línea que rebasa la simple financiación del medio. Estas afinidades políticas religiosas o económicas, convertidas en grupos de presión, intentan y en muchos casos consiguen, gestionar las agendas de Gobierno y oposición. Ante esta estructura estratégica, los profesionales de la información se convierten en inevitables militantes de las sensibilidades políticas vinculadas al medio. Es suficiente con observar los titulares, los editoriales y los columnistas, para saber de qué tendencia son, no solamente la prensa escrita, sino todo el espectro audiovisual. Bien es verdad que hay medios y profesionales que salen y entran con toda impunidad del marco legal y constitucional; rindiendo cuentas ante los tribunales. Pero sin llegar a los extremos, el cuarto poder es un hecho. Y el derecho a la información, la libertad de expresión y los derechos de privacidad, ante una crisis económica, priman las alternativas de la llamada prensa sensacionalista, del corazón o telebasura; anulando los programas que cubren los derechos a la información veraz y completa; respetando los derechos de libertad de expresión. El cuarto poder funciona en las democracias, en las dictaduras se confunde con el poder y el pensamiento único. En España ha sido laboratorio de experiencias dictatoriales durante demasiado tiempo.

Los avances tecnológicos, las redes sociales, las herramientas de Internet, la telefonía de última generación, hacen de cada ciudadano un periodista y un reportero gráfico. El periodismo clásico no solamente debe reconvertirse por la crisis, debe de responder con otras estrategias. Los viejos objetivos del periodismo tradicional de buscar la noticia en primicia y en exclusiva, ya no tiene sentido. La noticia la tiene cualquier ciudadano que esté en lugar de los hechos y lleve un móvil. La prensa en Internet es más próxima, instantánea y barata. Con el asunto Wikileaks se ha marcado la pauta de la comunicación e información del futuro. Los profesionales de los cinco periódicos, que han divulgado los cables diplomáticos de los americanos han vivido un espejismo, convencidos de que han gestionado el verdadero periodismo. A los pocos días Julian Assange, les ha acusado de manipuladores. El cuarto poder ahora está en el mundo virtual, no está manchado de tinta.

Recientemente, un periódico clásico pero de reciente implantación (2 años), ha publicado el Informe Anual de la Profesión Periodista, editado por la Asociación de la Prensa de Madrid, conteniendo una estadística nada frecuente en un medio de comunicación, sobre los principales problemas de la profesión. La mayoría de los ítems podían considerarse comunes a cualquier empresa, salvo: Becarios supliendo el papel de profesionales (35,1%). La falta de códigos éticos (14,6%). Limitación de la libertad de expresión (8,9%). Y el intrusismo laboral no licenciados (50,0%). Este apartado merece una observación, aunque el informe publicado no se extiende en detalles, desde el punto de vista del lector, telespectador u oyente. Efectivamente si consideramos que el periodista de carrera es quien debe de ejercer la profesión de informar, es fácil contemplar el intrusismo: Sin ir más lejos, los escritores que se meten a comentaristas políticos y de temas de actualidad. No obstante, los escritores, científicos y especialistas que escriben ensayos o columnas, no serían impostores. Por el contrario en televisión, fuera de los diarios de noticias, hay análisis, tertulias y opiniones, que sus protagonistas son periodistas de carrera, al menos como tales se presentan. En este caso los periodistas son los intrusos, que quitan el puesto a los especialistas, que sí saben de la materia tratada. Lo mismo pasa en radio, donde se mezclan políticos en ejercicio, con periodistas y se puede observar que la opinión de los periodistas no se diferencia en nada de las opiniones vertidas por cualquier ciudadano en su casa, en el trabajo o en la barra de un bar. Y no hablemos en el lucrativo mundo de la telebasura. Auténticos impostores de la profesión del periodismo. En este campo periodistas consagrados se han prostituido, mezclándose con personajes de programas innombrables, con la complicidad del resto de la profesión y de las escuelas y facultades de periodismo. Con estos argumentos creo haber encontrado la clase de intrusismo aludido por el citado informe.

Ante este panorama, la reconversión es algo inevitable. Los periódicos clásicos y tradicionales menos uno, todos han bajado la difusión en los dos años pasados. Sin embargo se han consolidado las versiones digitales. Esto marca que el futuro está en la Red, no en el periodismo impreso. Los derechos de libertad de expresión y de información, si para el medio no son rentables, se cierra o se vende y el problema se acaba de momento. Según este informe en 2010 la cantidad de periodistas titulados demandantes de empleo es de 7069 y en paro 5564. Con este panorama, si el 72,9% de los periodistas españoles no cambiarían de profesión, el periodismo de España necesita una reconversión más cualitativa que cuantitativa. Como observación no creo que en el capítulo del intrusismo laboral esté incluido el ciudadano, que es protagonista activo en las redes sociales, crea sus Blogs de diversa naturaleza, ejerce de reportero grafico porque domina la tecnología digital, Le solicitan sus opiniones y comentarios sobre noticias, artículos o eventos de todo tipo, es asiduo en opiniones en la cartas al director de los diferentes medios, le gusta participar en muchas encuestas que están activadas sobre temas de actualidad, envía fotos y videos como testigo presencial de sucesos de toda índole y un sinfín de canales abiertos al ciudadano del mundo. Este aparente intrusismo es la realidad con la cual debe contar las escuelas de periodismo y las facultades de la información. De otro modo los medios no se transformarán. Los datos de los ingresos de los medios de televisión por la publicidad, a pesar de criticar la supresión publicitaria a TVE, han sido superiores al 30% sobre el año anterior. Pero las estadísticas de los programas más vistos en la primera década del siglo XXI son: El futbol y los “realities”, que por pudor no quiero mencionar por el nombre. Todos ellos al margen del auténtico periodismo. Ante este panorama, el periodista tiene un dilema moral y ético; apostando por el periodismo del siglo XXI con futuro, o por otras alternativas más rentables: telebasura, sensacionalismo, periodismo amarillo, programas del corazón, de entrevistas a personajes siniestros y nefastos; asaltando a gente sin ningún interés social, para arrancar de sus declaraciones aspectos íntimos y vulgares, de personas de nulo interés para adultos y niños. No podemos olvidar que hay prensa escrita de divulgación gratuita, que masivamente se distribuye a pie de calle y que masivamente se lee a diario en las grandes ciudades. Despreciar su nivel de calidad y su autenticidad periodística, por el solo motivo de ser una prensa que no se compra, sería una falacia. No solamente las empresas mediáticas, sino las escuelas de periodismo y facultades de ciencias de la información, deben de homologarse con las nuevas tecnologías; rompiendo el paradigma actual que con la crisis globalizada, se ha demostrado que este modelo está agotado y sin respuestas. Más que nunca deben de utilizar la imaginación. Los imperios mediáticos ya no tiene el monopolio de la información, tampoco deben de ceñirse a los asuntos políticos de actualidad, mediatizados por ellos mismos. La preparación del periodista debe de responder a los retos actuales y sobre todo saber utilizar los nuevos vehículos y soportes, que las nuevas tecnologías exigen. Sus objetivos deben superar los caducos logros: del titular en primicia, el reportaje en exclusiva y la subordinación a la dudosa independencia del medio. Con las incipientes revoluciones de Túnez y Egipto, hemos podido comprobar que la prensa clásica ha ido por detrás de las redes sociales. Referenciando de nuevo que Wikileaks ha hecho saltar por los aires le periodismo clásico de investigación. No obstante los medios que han divulgado los cables diplomáticos, cegados por haber protagonizado un periodismo histórico, no se han dado cuenta de que ellos han sido unos meros editores. Si éste es el ejemplo que tienen que seguir los futuros periodistas, jamás romperán el paradigma que les atrapa en el pasado.

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