sábado, 6 de agosto de 2011

LOS INDIGNADOS Y LA QUIEBRA DEL CUARTO PODER

Indignados e incomprendidos

Los manifiestos y las pretensiones del movimiento “Democracia real ya”, popularmente denominado como el 15-M, no pueden ser comprendidos por los profesionales de la política que se aferran a la democracia formal; propietarios del único camino para la participación. Los objetivos de los indignados enfrentan a tirios y troyanos, emulando las tropas de Alejandro sobre las ciudades de Tiro y Troya, sus adversarios irreconciliables. El mensaje de los indignados es limpio y a la vez simple. Emana de la Declaración Universal de Derechos Humanos promulgada en 1948. Para los partidos que ostentan el poder estos planteamientos rompen el paradigma. El paradigma que ha fracasado en Europa y en el mundo, donde el centro del universo no es el hombre, es el dinero, y sus servidores no renunciarán con mil pretextos al becerro de oro que tantas ganancias les proporciona. La derecha española homologada con el franquismo, no con la derecha más o menos civilizada de Europa, ya ha presentado sus planteamientos. El Partido Popular tiene su frente de batalla en la misma Puerta del Sol de Madrid. Para elevar más si cabe su trasnochada insensatez política, el problema se reduce a defender a los comerciantes de la zona y remitir los indignados a La Moncloa, a dar la murga a Zapatero. La derecha nostálgica del pasado es así y lo seguirá siendo así por muchos años. Lo grave es que los indignados están poniendo la cara para que se la partan por defender a muchos que defienden y votan al PP. Paradojas de la vida española. Para los socialistas los indignados suponen una patata caliente. “Sí pero no”. “En algo tienen razón”. “No se les puede dar con la puerta en las narices… Y tampoco lo contrario. De cambiar la ley electoral nada de nada, porque no les beneficia, y se refugian en el imperativo pero dudoso recurso del consenso. Las derechas periféricas PNV y CiU, son ambiguas y con una visión muy corta de los problemas. Los nacionalismos caducaron al día siguiente de su concepción. Los ciudadanos pueden vivir sin nacionalismos, pero no sin derechos humanos. Las otras izquierdas todas ellas minoritarias: BNG, IU con sus variantes afines y ERC, tanto en los gobiernos como en las oposiciones, han demostrado desunión y sus propuestas han estado fuera del mundo donde viven. Y quedan dos formaciones que entran en el juego de los tirios y troyanos: El partido de Rosa Díaz UPyD y el de Ciutadans de Catalunya de Albert Rivera, ambos intentan volver al estado centralista. Sus propuestas son conservadoras y nada tiene que ver con los indignados. Con este panorama ante el 20-N el único que podría romper el paradigma es el compañero Alfredo candidato socialista. Porque las derechas se descartan ellas solas y las izquierdas cada día están más desvertebradas. Hoy por hoy la democracia formal está muy arraigada, sobre todo en el bipartidismo. El paradigma se rompería con unos golpes de timón: Un urgente nueva ley electoral, Denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede. Que page el que más tiene como en el norte de Europa, y volcarlo para la creación de empleo productivo y sostenible como motor de la economía. Recuperar los servicios públicos de la educación, la sanidad y dependencia que están en manos privadas; vigilando la igualdad entre las CCAA. Y erradicar por ley todo atisbo de corrupción en los políticos ya sean candidatos o elegidos. Ah, a la prensa salvo Público, ni agua. Están detrás de los mercados, son el capital y no traicionan a sus dueños.

La quiebra del cuarto poder

La caída de un periódico más que centenario por el hecho de haber escapado hasta ahora a todo control moral, ético, político y democrático, es grave y supone un jaque mate al cuarto poder. Pero la perversión de este medio no está aislada del resto del sistema. Los tres poderes del Estado, tienen sus controles y el cuarto poder goza de inmunidad. No obstante, los medios han servido los intereses, sobre todo, del poder ejecutivo cuando son del mismo signo. Ahora se ha visto claro en el Reino Unido. En España el maridaje entre El País y PSOE, en la época de Felipe González y Juan Luis Cebrián, quedó más que patente. El gran objetivo de los medios, no es informar, es gestionar la agenda del gobierno de turno. Internet, las redes sociales y los medios digitales, están marcado el rumbo de una prensa en transformación, pero no están tomando conciencia de su propia caducidad. En nuestro país queda un reducido número de periodistas en el Congreso de Diputados y en el Consejo de Ministros, siempre los mismos y nada jóvenes, que se limitan a preguntar al político de turno lo que le ordena el medio que les paga. Totalmente desconectados de los intereses del ciudadano. Para estos caducos periodistas, ahora en estos días, sólo les interesa la fecha de las elecciones generales. El 20-N. Pero sin capacidad para escribir nada nuevo o que interese al pueblo. Buscan esta noticia como primicia y si puede ser exclusiva mejor. Si estos veteranos periodistas, apenas especialistas en algo, intervienen en una tertulia, su opinión en nada se diferencia de la mantenida en una tertulias de amigos o compañeros de trabajo. Sus fuentes de información son las del ciudadano medio. Y sus opiniones están sirviendo los intereses del medio que queda rubricado en la parte inferior de la pantalla. Su independencia y libertad es dudosa. No se ven caras nuevas en el periodismo español. El cierre de la CNN fue el desmantelamiento del periodismo de la información en España, de la peor manera posible, porque han pagado justos por pecadores. Hoy el ciudadano no necesita la prensa clásica. Los periódicos digitales, las redes sociales, los blogs particulares y las nuevas redes de comunicación, han hecho de cada internauta un fotoperiodista. La divulgación de los eventos de las revoluciones en el norte de África y el movimiento del 15-M, han funcionado al margen de los medios de comunicación clásicos y desfasados. El derecho a la información trasparente y veraz, no se está garantizando por los medios que ostentan el cuarto poder. Son los medios virtuales los que escudriñan los lugares, donde la ignorancia de los perversos gobernantes no llega. Todo esto es una buena noticia para el demócrata del contribuyente. Los periodistas en paro deben de reconvertirse porque pertenecen a una burbuja que una vez pinchada, ya no volverá a inflarse. Y la reconversión comienza por las escuelas de periodismo y las facultades de ciencias de la información. Esta Crisis de la prensa, cuantitativamente es menor que la del ladrillo, pero cualitativamente es similar. Es triste contemplar aún hoy, que los periodistas nostálgicos del cuarto poder, siguen obsesionados con las primicias y las exclusivas, aunque todo esto no le interese al pueblo español ¡Qué pena!

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