domingo, 3 de julio de 2011

LOS INDIGNADOS Y EL CUARTO PODER


Los indignados han puesto en jaque a los poderes del Estado y a la oligarquía económica; convertida de forma explícita en el verdadero poder globalizado. Los mercados financieros sin disimulo alguno, son los que ostentan el poder sobre los estados. Esto se produce con la aquiescencia de los partidos neoliberales, conservadores y de la derecha, que no permiten otra acción. El “dejar hacer dejar pasar, las cosa transcurren por sí solas”, es el lema que garantiza que no hay más ley que la impuesta por los especuladores. La ley del mercado está abalada por la derecha imperante, sobre todo en Europa. Ésta permite amordazar las políticas que rompan el paradigma de los mercados y los paraísos fiscales. La opción B en las crisis de los países de la Unión Europea, no existe porque no hay voluntad de crearla. La creación de otra opción segaría de raíz el negocio que de la crisis están sacando los mercaderes del dinero. De esta manera se alimenta la paradoja perversa, de que los culpables de la crisis, no solamente salen indemnes, sino gananciosos en grado sumo. Y las victimas seguirán siendo los paganos de los criminales actos especulativos. Si las instituciones europeas han sido creadas para servir a los ciudadanos, por qué no se puede dotar de herramientas que cumplan ese fin. Es hipócrita el aseverar que no hay opción B. Islandia ha roto el paradigma perverso. Pero los indignados, no solamente están cuestionando los poderes podridos que llevan a la ruina a pueblos enteros, sino que ha marginado y vaciado de contenido al mal llamado cuarto poder. Los medios de comunicación, lejos de servir al derecho que el ciudadano tiene a la información, sólo pretenden controlar la agenda del poder de turno, y a nadie rinden cuentas blindándose con un viciado corporativismo. Stéphane Hessel nos invita a distinguir: “…entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico”; añadiendo que: “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”. No obstante los indignados, han encontrado en las redes sociales, un definitivo aliado para marginar por completo a los medios de todo tipo. Los medios tradicionales sólo se han hecho eco de las migajas recogidas en la Red. El ágora Democracia real ¡ya! 15-M, ha hecho saltar en mil pedazos a los voceros de la opinión pública. Se han quedado sin información, sin opinión y mucho menos sin análisis. Su ignorancia y desfase son manifiestos. “Una verdadera democracia necesita una prensa independiente”, añadía en su libro el mayor de los indignados, Stéphane Hessel. Las estrellas del periodismo, lejos de gozar de independencia, están en el precipicio de la marginación. El periodismo digital y la informática, han hecho de cada ciudadano un fotoperiodista. Las circunstancias del hoy denuncian que el cuarto poder se debe de reinventar. Para el mundo del siglo XXI que se avecina ya no sirve.


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