Vivir desnudos, morir vestidos
Foto: PTG
Este verano hemos sido testigos, como otros turistas, de otra forma de vivir desnudos. En un lugar de la costa, dentro del municipio de Estepona, apareció varada una patera con claros indicios de haberla intentado quemar. Esta playa toma parte de un paraíso naturista, donde una urbanización ofrece vivir la naturaleza de acuerdo con los criterios de los amantes de convivir desnudos. Allí en este pueblo nudista, cerca del lugar donde aún se encuentra la patera, también, pasaban sus vacaciones una familia o clan de ciudadanos marroquíes. Ellos, desnudos y adaptados en perfecta armonía como los demás. Ellas, secuestradas en sus atuendos y tapadas hasta las cejas, recluidas en sus apartamentos durante el día. No obstante, aunque es escasa la formación que podemos tener de las leyes islámicas, parece que la desigualdad es manifiesta. Es evidente que de esta forma cumplen con los códigos y preceptos de su religión. Una religión como otras, hecha por los hombres, para subyugar a las mujeres. Una de las jóvenes de esta familia, aunque no se mostraba desnuda sí participaba en las actividades del club. Una noche, mientras la grisácea y solitaria patera, permanecía sumida en las sombras de la noche, ocultando la vergüenza de la insolidaridad, en el club de este poblado naturista, se celebraba una fiesta en la cual se elegía a la Mis Naturismo y Mister Naturismo.
Foto: PTG
Fue elegida, la hija de los alauitas, evidentemente con la aquiescencia de los españoles. Esto es vivir “en armonía con la naturaleza”. Pero de otra forma.
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